Los Papiros Chester Beatty son un grupo de papiros bíblicos escritos en griego y de origen cristiano, compuesto por once manuscritos, siete del Antiguo Testamento, algunos de ellos los más antiguos que han llegado a nuestros días en griego; tres del Nuevo Testamento; y un undécimo que contiene el importante Libro de Henoc y unos textos sobre liturgia no identificados.
 
            Aunque dos de ellos datarían del s. IV, la mayor parte están fechados en el s. III, es decir de antes de la persecución de Diocleciano que se produce entre los años 303 y 311 y se ceba precisamente en los documentos. Tienen, además, el valor histórico de ser anteriores a las dos grandes colecciones que han llegado a nuestros días, las dos del s. IV, a saber, el Códice Vaticano y el Códice Sinaítico.
 
            Las circunstancias de su hallazgo no están claras. Según algunos, proceden de las ruinas de la antigua ciudad de Atfih, según otros de Fayum, las dos en Egipto. En cualquier caso, se adquieren a lo largo de la década de los 30, realizándose los primeros anuncios de la adquisición en 1931. Frederic G. Kenyon publicará entre 1933 y 1958 un impresionante trabajo en ocho volúmenes sobre los manuscritos que titulará “The Chester Beatty Biblical Papyri: Descriptions and Texts of Twelve Manuscripts on Papyrus of the Greek Bible”.
  
 

           Los papiros son adquiridos por Sir Alfred Chester Beatty (18781968), norteamericano nacionalizado británico y muy vinculado a Irlanda, dedicado al negocio de la minería, que les presta su nombre, y se conservan en la Biblioteca Chester Beatty, en Dublin, que custodia, junto a los que hoy comentamos, todos los manuscritos adquiridos por el coleccionista a lo largo de su vida. Así que si tiene Vd. pensado enviar a sus hijos a estudiar inglés en Irlanda, ya sabe qué visita recomendarles. Por cierto que la entrada es gratis. Algunas piezas son adquiridas por la Universidad de Michigan y otros coleccionistas.
 
            Todos los manuscritos son textos en códice, lo que demuestra que desde muy temprano, los cristianos abandonan el sistema de rollo que utilizaban los judíos para pasar a utilizar la encuadernación en libro o códice, si bien esta curiosa característica aparece ya en un papiro cristiano muy anterior cual es el Papiro Rylands, que los lectores de esta columna conocen bien ().

 
            En cuanto a los papiros veterotestamentarios, siguen el texto de la Septuaginta, de la que algún día hablaremos. El P4 y el P5 contienen fragmentos del Génesis. El P6 contiene un manuscrito del libro de los Números y otro del Deuteronomio. El P7 recoge el libro de Isaías. El P8 contiene dos hojas fragmentadas del libro de Jeremías. El P9 y el P10 transcriben los libros de Ezequiel, Daniel, y Ester. Y el P11 un fragmento del Eclesiastés.
  

           Por lo que hace a los textos neotestametarios, el P45 habría sido originariamente un códice de 110 hojas que recogería los cuatro Evangelios y el libro de los Hechos. Sin embargo, sólo nos han llegado 30 hojas, conteniendo fragmentos de Mateo (capítulos 20/21 y 25/26), de Lucas (capítulos 4-9, 1112, 6-7, 914) y de Juan (4-5, y 1011), nada de Marcos pues, así como de Hechos (capítulos 4 a 17). Todos ellos fechados en la primera mitad del s. III, aunque algunos papirólogos los fechan incluso de antes, con la curiosa particularidad del orden en el que están colocados los evangelios, a saber, Mateo, Juan, Lucas y Marcos, lo que se explicaría por la prioridad concedida a Mateo y Juan en cuanto apóstoles.
 
            El P46, fechado en torno al año 200, contiene las Epístolas de San Pablo. Nos han llegado 85 de las 104 hojas originales, las cuales recogen las epístolas a los Hebreos, a los Efesios, a los Gálatas, a los Filipenses, a los Colosenses, la Primera a los Coríntios y la Segunda a los Corintios, así como fragmentos de las dirigidas a los Romanos (5-6, 815) y la Primera a los Tesalonicenses (1-2, y 5).
 
            El P47, datado también en el s. III, contiene diez hojas del Apocalipsis de San Juan, los capítulos 9 a 17.
 
 
            ©L.A.
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