Cada vez están arreciando más los vientos de la cultura de la muerte, leyes más absurdas y letales, consecuencias de las leyes aún más absurdas y destructivas para el cuerpo y el alma de las personas. ¿Qué hacemos? Yo no tengo todas las respuestas ni abarco todas las posibles acciones, pero hay una que creo es la fundamental y siempre es a la última que acudimos y a la que muchas veces menos valor damos, la oración.

La batalla por la vida y la dignidad de las personas es una batalla espiritual, una batalla entre el bien y el mal y, por lo tanto, nuestra principal arma es la oración.

Nos cuesta mucho rezar por varias causas, señalo solo dos:

En un primer momento, es muy duro reconocer que uno no puede, pero después es maravilloso saber que Dios es quien lleva la historia y que el puesto de salvador está dado y no eres tú.

Hasta que uno no se da cuenta, experimenta y asume que contra lo que lucha es contra la ceguera moral y ante la dureza del corazón del pecado y que solo Dios puede cambiar los corazones, no se entera uno de qué van las cosas.

La oración por la vida puede tener varias formas

Oremos por la vida, hay demonios que solo salen con ayuno y oración y este desde luego es uno de ellos, solo con activismo y buena voluntad no podremos.