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EVANGELIO

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor.

El don del Amor.

Sólo hay algo tan importante como para que el Señor se vaya de nuestro lado, y es la venida de Su Espíritu. Él es la clave de nuestra santidad, de nuestro matrimonio, de nuestra caridad conyugal, de nuestra alegría… Dios da al hombre aliento de vida y el Señor con su aliento nos da la Vida eterna. El Espíritu Santo está en nosotros, aprovechemos este maravilloso don que Cristo nos da con tanto gozo. Por fin, Su Espíritu en Nosotros. Alabado sea el Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Luis: Carmen, creo que podemos aspirar a superarnos a nosotros mismos en todos los ámbitos, porque hay una fuerza sobrenatural en nosotros y es la fuerza de la Persona del Espíritu Santo.
Teresa: Estoy muy conmovida con esto del que el Amor de Dios resida en nosotros y entre nosotros. Me parece tan precioso que muera Él para dejarnos Su Amor.
Luis: Es maravilloso porque el Espíritu nos purifica para quitarnos de encima las losas que nos oprimen, nos renueva para sacar de lo viejo algo nuevo, nos dignifica para elevarnos hacia Dios, nos da sabiduría, inteligencia… para ver y entender más allá, nos hace vivir cosas tan maravillosas como la paz, ese equilibrio que necesito experimentar en mi interior… Y sobre todo, la caridad que nos une y nos hace realmente uno, que esto es lo que más nos satisface. Me encanta reflexionar sobre todo lo que hemos recibido por el Espíritu.
Teresa: Estoy de acuerdo contigo. Tenemos que reflexionar más y tomar conciencia de lo que hemos recibido con el Espíritu Santo. ¡Es brutal!

Madre,

Hoy las lenguas de fuego se reavivan sobre nuestras cabezas. No existe en el mundo mayor fuerza que la del Espíritu Santo. Dame la docilidad para acogerle y servir a Sus designios. Dame más fe, más esperanza y más amor para recibirle con la mayor disposición. Alabado seas, Espíritu de Dios.