Presidió el Jubileo de la Espiritualidad Mariana celebrado este 12 de octubre
León celebra el Jubileo mariano con una «chispa de esperanza» por el avance a la paz en Tierra Santa

El Papa León, durante la celebración de la misa del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, celebrada este 12 de octubre en el Vaticano.
El Papa León XIV ha presidido durante la mañana de este domingo la misa del Jubileo de la Espiritualidad Mariana en plena celebración de la festividad de la Virgen del Pilar.
Lo hizo en una plaza de San Pedro abarrotada por miles de fieles, a los que el pontífice recordó que la espiritualidad mariana “está al servicio del Evangelio” y “revela su sencillez”.
Tanto es así que la devoción y el afecto por María transforma a los fieles en discípulos de Jesús y los educa y llama “a volver a Él” a meditar y a relacionar los acontecimientos de la vida en los que el Resucitado sale a visitar y llamar a los fieles.
La espiritualidad mariana sería también una guía para vivir la virtud y la bienaventuranza, pues “nos sumerge en la historia sobre la que se abrió el cielo, nos ayuda a ver a los soberbios dispersos en los pensamientos de su corazón, a los poderosos derribados de sus tronos, a los ricos despedidos con las manos vacías. Nos compromete a colmar de bienes a los hambrientos, a enaltecer a los humildes, a recordar la misericordia de Dios y a confiar en el poder de su brazo”.
El pontífice también se detuvo en la curación de los leprosos del Evangelio. Concretamente en aquellos que no vuelven a dar las gracias al Señor, y que recuerdan que, de hecho, “la gracia de Dios puede alcanzarnos y no encontrar respuesta, curarnos y seguir sin comprometernos”.
Por ello, advirtió a los fieles de subir “al templo que no lleva a seguir a Jesús”, de formas de culto “que no nos unen a los demás y anestesian el corazón”. Entonces, dijo, “no vivimos verdaderos encuentros con aquellos que Dios pone en nuestro camino, no participamos, como hizo María, en el cambio del mundo. Cuidémonos de toda instrumentalización de la fe, que corre el riesgo de transformar a los diferentes en enemigos, en leprosos a los que hay que evitar y rechazar”.
Antes de concluir, el pontífice subrayó que el camino de María, lejos de sustituir a Cristo, va precisamente tras el camino de Jesús, y el de Jesús es hacia cada ser humano. Por ello, “la auténtica espiritualidad mariana hace actual en la Iglesia la ternura de Dios”.
“Queridos hermanos, en este mundo que busca la justicia y la paz, mantengamos viva la espiritualidad cristiana, la devoción popular por aquellos hechos y lugares que, bendecidos por Dios, han cambiado para siempre la faz de la tierra”, dijo en la homilía.
"Chispa de esperanza" en Tierra Santa
Después, durante el rezo del Ángelus dominical, el pontífice se dirigió a los miles de peregrinos presentes en San Pedro, exhortándoles a “cimentar siempre su espiritualidad [mariana] en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia”.
León celebró, por otro lado, la “chispa de esperanza” que supone a su juicio el inicio del proceso de paz en Tierra Santa, mientras circulan por la red las imágenes de cientos de miles de palestinos que regresan a sus hogares devastados y de los primeros camiones de ayuda internacional que entran en la Franja. Una destrucción que, según el Papa, no es solo física, sino también espiritual, “sobre todo en el corazón de quienes han perdido brutalmente a sus hijos, a sus padres, a sus amigos, a todo”.
“Con toda la Iglesia, estoy cerca de vuestro inmenso dolor. Hoy, sobre todo a vosotros, se dirige la caricia del Señor, la certeza de que, incluso en la oscuridad más profunda, Él permanece siempre con nosotros”. Fueron las palabras de consuelo y ánimo que dirigió a los damnificados, mientras animaba a las partes implicadas a proseguir “con valentía” el itinerario “hacia una paz justa, duradera y respetuosa de las legítimas aspiraciones del pueblo israelí y del pueblo palestino”.
En último lugar, el pontífice también mostró su dolor ante las noticias de los nuevos ataques sobre Ucrania.
“Mi corazón se une al sufrimiento de la población, que desde hace años vive en la angustia y entre privaciones. Renuevo el llamamiento a poner fin a la violencia, a parar la destrucción, a abrirse al diálogo y a la paz”, concluyó antes de llamar a los presentes a dirigir sus oraciones a María en el Ángelus.