León XIV, a la vida consagrada: el compromiso con el mundo debe orientarse siempre a la vida eterna

Un grupo de religiosas saludan a León XIV durante su recorrido por la Plaza de San Pedro.
El Papa presidió este jueves por la mañana en la Plaza de San Pedro una misa con motivo del Jubileo de la Vida Consagrada, ante miles de miembros de órdenes y congregaciones religiosas -contemplativas y activas-, institutos seculares, asociaciones de laicos de vida consagrada, mujeres del orden de las vírgenes e incluso ermitaños.
Concelebraron con León XIV, entre otros, y también como religiosos, dos relevantes personalidades de la Curia como son los cardenales Ángel Fernández Artime, salesiano pro-prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, y Mauro Gambetti, franciscano conventual, arcipreste de la basílica Vaticana.
Somos "propiedad exclusiva" de Dios
Quienes han hecho la profesión religiosa, empezó diciendo el Papa, "se han comprometido a ser signo profético, porque vivir los votos es abandonarse como niños en los brazos del Padre".
Comentando las palabras de Jesús con las que abrió su homilía ("Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá": Lc 11, 9), el Papa asimiló esos tres verbos a los votos religiosos: “'Pedir', de hecho, es reconocer, en la pobreza, que todo es don del Señor y dar gracias por todo; 'buscar' es abrirse, en la obediencia, a descubrir cada día el camino que debemos seguir para alcanzar la santidad, según los designios de Dios; 'llamar' es pedir y ofrecer a los hermanos los dones recibidos con corazón puro, esforzándose en amar a todos con respeto y gratuidad".

León XIV pidió a los consagrados tener muy presente la dimensión escatológica de la vida cristiana, orientada al más allá.
Luego, León XIV recordó el misterio de la elección divina y la gratuidad en el don de la vocación, y las expresiones con las que Dios, a través del profeta Malaquías ("mi propiedad exclusiva": Mal 3, 17), nos recuerda que "el Señor, al llamarnos, nos ha precedido... Todos nosotros estamos aquí, ante todo, porque Él nos ha querido y elegido desde siempre".
Primacía de Dios, orientación a la eternidad
"Esto nos lleva a una segunda reflexión", añadió el pontífice, "sobre Dios como plenitud y sentido de nuestra vida: para vosotros, para nosotros, el Señor lo es todo. Lo es en distintos modos, ya sea como Creador y fuente de la existencia, como amor que llama e interpela, como fuerza que impulsa y anima a la donación. Sin Él nada existe, nada tiene sentido, nada vale... Precisamente por esto la Iglesia os confía la tarea de ser, con vuestro despojarse de todo, testigos vivos de la primacía de Dios en vuestra existencia".
Ese primado de Dios se traduce enseguida en el amor al prójimo, recordó a los consagrados evocando la historia de sus congregaciones y sus fundadores: "La historia nos enseña que de una experiencia de Dios brotan siempre impulsos generosos de caridad, como ha sucedido en la vida de sus fundadores y fundadoras, hombres y mujeres enamorados del Señor y por eso dispuestos a hacerse 'todo para todos' (1 Co 9, 22), sin hacer distinciones, en los modos y ámbitos más variados".
Hoy hay quienes piensan que "es inútil servir a Dios" (Mal 3, 14), lamentó: "Es un modo de pensar que lleva a una auténtica parálisis del alma por la cual uno se contenta con una vida hecha de instantes fugaces, de relaciones superficiales e intermitentes, de modas pasajeras, todas ellas, cosas que dejan vacío el corazón. Para ser verdaderamente feliz, el hombre no necesita de eso, sino de experiencias de amor consistentes, duraderas, sólidas, y vosotros, con el ejemplo de vuestra vida consagrada... podéis difundir en el mundo el oxígeno de ese modo de amar".
Por último, el Papa mencionó "una última dimensión" de la misión de los consagrados: "La dimensión escatológica de la vida cristiana, que nos quiere comprometidos en el mundo, pero al mismo tiempo constantemente orientados hacia la eternidad". Por lo cual pidió a los religiosos que extiendan "el pedir, buscar y llamar de la oración y de la vida al horizonte eterno que transciende las realidades de este mundo, para orientarlas hacia el 'domingo sin ocaso en el que la humanidad entrará en tu descanso'".