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¿Por qué el Resucitado empezó mostrando sus heridas? Nos advertía contra el rencor, responde el Papa

León XIV bendice a un niño durante su recorrido entre los fieles presentes en la Plaza de San Pedro.Vatican Media

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En el inicio de octubre, mes del Rosario, León XIV animó a rezarlo al dirigirse a los fieles de lengua portuguesa presentes en la Plaza de San Pedro para la audiencia general: "Rezando el Rosario", dijo, "acerquémonos más a la Virgen. Ella nos lleva siempre a su Hijo Jesús, que vuelve a darnos su Espíritu y nos recrea para que nos convirtamos en misioneros de paz y misericordia".

Tras dos miércoles consagrados al Sábado Santo como vigilia de la Pascua, el Papa abordaba la Resurrección dentro del ciclo de catequesis sobre Jesucristo.

La actitud del Resucitado

"El centro de nuestra fe y el corazón de nuestra esperanza se encuentran profundamente enraizados en la resurrección de Cristo", empezó diciendo, para enseguida destacar algo "sorprendente" en ese hecho, que no es solo el hecho de resucitar de entre los muertos, sino "el modo en que eligió hacerlo".

En concreto, que lejos de ser "un triunfo estruendoso" o "una venganza o una revancha contra sus enemigos", la Resurrección es "el testimonio maravilloso de cómo el amor es capaz de levantarse después de una gran derrota para proseguir su imparable camino".

Jesús "manifiesta con mansedumbre la alegría de un amor más grande que cualquier herida y más fuerte que cualquier traición". Y, de hecho, cuando se aparece a los discípulos en el cenáculo, "su único deseo es volver a estar en comunión con ellos, ayudándolos a superar el sentimiento de culpa" y les ofrece como saludo palabra "paz", "¡Paz a vosotros!" (Jn 20, 19).

Un saludo de paz que "va acompañado de un gesto tan bello que resulta casi inapropiado: Jesús muestra a los discípulos las manos y el costado con los signos de la pasión".

León XIV saluda a un joven discapacitado.Vatican Media

¿Por qué obro así? Porque "no guarda ningún rencor", responde León XIV: "Las heridas no sirven para reprender, sino para confirmar un amor más fuerte que cualquier infidelidad. Son la prueba de que, precisamente en el momento en que hemos fallado, Dios no se ha echado atrás. No ha renunciado a nosotros".

Sin temor a perdonar

El Señor "no exige, no chantajea", su amor "no humilla". 

Nosotros no somos así, subrayó el Papa: "A menudo ocultamos nuestras heridas por orgullo o por el temor de parecer débiles... A veces preferimos esconder nuestro esfuerzo por perdonar para no parecer vulnerables y no correr el riesgo de sufrir de nuevo. Jesús no. Él ofrece sus llagas como garantía de perdón".

Y nada más transmitirles la "paz", Jesús les envía a ser "instrumentos de reconciliación en el mundo": "Es como si dijese: «¿Quién podrá anunciar el Rostro misericordioso del Padre sino vosotros, que habéis experimentado el fracaso y el perdón?»".

"Dios perdona, levanta, restaura la confianza", concluyó León XIV para animar a todos a actuar de la misma forma aproximándonos "a quien está encerrado en el miedo o en el sentimiento de culpa" para ser "testigos de esta paz y de este amor más fuertes que toda derrota".

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