Se ordenó sacerdote satánico, enfermaba sin motivo, le acosaba el demonio y presidía actos blasfemos
De satanista a santo: el Papa aprueba la canonización de Bartolo Longo y «el médico de los pobres»

Bartolo Longo, el exsatanista y "apóstol del rosario" cuya canonización acaba de aprobar el Papa Francisco este 25 de febrero.
Este 25 de febrero, la Oficina de información de la Santa Sede ha confirmado la aprobación del Papa Francisco, ingresado en el Hospital Gemelli de Roma, de la canonización de los beatos José Gregorio Hernández Cisneros (Venezuela, 26-10-1864 / 29-6-1919) y de Bartolo Longo (Italia, 10-2-1841 / 5-10-1926).
Nacido en 1841 y criado en una familia católica y devota del rosario, Bartolomé Longo quedaría profundamente afectado por la muerte de su madre cuando él tenía 10 años. Comenzó así un camino tumultuoso en el que perdería la fe durante sus últimos años estudiando derecho en la Universidad de Nápoles.
La rápida carrera al satanismo
Era 1863 cuando una de las obras cumbres del anticristiano Ernest Rénan, la Vida de Jesús, llegó a manos de Longo. Fue el germen de un profundo odio a la Iglesia que acompañó durante su juventud de una vida rodeado de fiestas, orgías y, más tarde, de espiritismo. Su dedicación a esta última práctica fue tal que le llevaría a ser “ordenado” sacerdote satánico, en una ceremonia en la que perdió la conciencia a causa de paredes que temblaban, voces y visiones aterradoras.
Comenzó así una fase breve pero intensa en el satanismo, donde enfermaba sin motivo, era asaltado por el demonio y presidía ceremonias blasfemas ganando adeptos a los que previamente había hecho perder la fe.
Personajes
Uno de los grandes apóstoles del Rosario fue en su juventud espiritista y sacerdote satánico
Carmelo López-Arias / Cari Filii
"Morirás en el manicomio y te condenarás"
Destruido personal y mentalmente, Longo quedó impactado ante las palabras de Vicenzo Pepe, un antiguo profesor amigo de su familia: "¡Vas a morir en el manicomio, y además te vas a condenar para toda la eternidad!".
Al escuchar esas palabras empezó a ser consciente del mal obrando en su interior, deseando expulsarlo y alejarse de sus oscuras prácticas desde ese momento. Entonces Vicenzo le presentó al dominico Alberto Radente, con el que iniciaría un viaje que le llevaría a la confesión y el abrazo de la fe el día del Sagrado Corazón de 1865.
Recuperando las almas que había arrebatado
Durante los siguientes años, Longo profundizó en su fe hasta hacerse terciario dominico en 1871, pasando a llamarse Hermano Rosario y dando los primeros pasos que le llevarían a ser “apóstol del rosario”. “No puede haber ningún pecador tan perdido, ni alma esclavizada por el despiadado enemigo del hombre, Satanás, que no pueda salvarse por la virtud y eficacia admirable del santísimo Rosario de María”, escribió Longo.
Buscando compensar el mal que había hecho y las almas que había arrebatado a la propia Iglesia, Longo regresó a los lugares donde había blasfemado y violentado la fe, pero con la diferencia de que ahora lo hacía como apologista y apóstol.
"La gran batalla"
El momento decisivo en la vida de un Longo aún atormentado por el demonio fue el 2 de octubre de 1872, cuando en plena turbación, recibió un mensaje divino que describió así:
Las henchidas olas de profunda tristeza, que vinieron a caer sobre mi atribulado corazón, estuvieron a punto de sumergirme en el infierno de la desesperación... En medio de tan indecible aflicción de mi espíritu creí escuchar aquellas consoladoras palabras... Si quieres salvarte, propaga la devoción del santo Rosario: es promesa de María. Estas palabras vertieron sobre mi atribulado corazón el más dulce bálsamo de consuelo, que mitigó todos sus padecimientos, convirtió todas sus amarguras en la más suave alegría.
"El homicida del género humano previó sin duda su derrota y me estrechaba más y más. Era la última lucha, lucha terrible, decisiva. A punto de perecer, levanté mis ojos y mis manos suplicantes al cielo, y dirigiéndome hacia la Consoladora de los afligidos, le dije: `Si es verdad que habéis prometido a vuestro gran siervo santo Domingo que se salvará el que propague el santo Rosario, yo me salvaré ciertamente, porque no abandonaré este lugar sin haber propagado antes esta devoción´”.
Apóstol del rosario
Bartolomé cumplió su promesa desde aquel mismo instante y decidió establecerse en el mismo Valle de Pompeya donde había sido escuchado por la Virgen para difundir la devoción al rosario junto a la condesa de Fusco, Marianna Farnararo. En 1875 llevó a Pompeya el cuadro de la Madonna del Rosario, hoy una de las imágenes marianas más veneradas de Italia, y en 1876 se puso la primera piedra del santuario, consagrado en 1891.
Mundo
La condesa que creó un santuario, orfanato, talleres y toda una ciudad por devoción a la Virgen
P.J.Ginés/CariFilii
Para entonces, Longo ya había puesto en práctica todas las formas posibles para difundir el rezo del rosario, desde predicar él mismo a los campesinos hasta fundar un periódico para expandir la devoción o la redacción de una novena del rosario, hoy muy conocida y traducida.
"El hombre de la Virgen"
Dispensado del voto de castidad por León XIII y unidos en matrimonio por consejo del pontífice, Longo y Farnararo comenzaron a presenciar milagros mientras difundían la devoción, fundaban orfanatos, escuelas para niños y otras obras de caridad. Mientras, Bartolo se confesaba dos veces por semana y aparecían quienes aseguraban haberle visto en éxtasis.
Murió el 1926 con unas palabras en los labios: "Mi único deseo es ver a María, que me salvó y me salvará de las garras de Satanás".
El 26 de octubre de 1980 fue beatificado por Juan Pablo II, quien proclamó en la homilía que "puede ser definido verdaderamente como ´el hombre de la Virgen.
Médico de los pobres
Nacido en Trujillo (Venezuela) en 1864 en una familia de padre colombiano y madre española, José Gregorio Hernández Cisneros mostró desde muy temprano cualidades para los idiomas y la formación intelectual. Hablaba francés, alemán, inglés, italiano, portugués y conocía bien el latín. Era también músico y filósofo. Formó toda una escuela de discípulos investigadores en medicina, varios de los cuales fueron pioneros en sus campos.
Cerradas las puertas de la vida religiosa
En varias ocasiones intentó hacerse religioso.
Primero fue en 1908, cuando probó suerte durante 10 meses como cartujo en La Farneta (Lucca, Italia), pero el trabajo en el huerto y la artesanía se le daba mal y su cuerpo respondía mal al clima europeo. Un año después trató sin éxito de ser sacerdote diocesano, y en 1913 trató de entrar en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma como seminarista, pero de nuevo su salid le obligó a salir del seminario.
Finalmente, de vuelta en Venezuela, volvió a trabajar como médico y docente e ingresó en la Tercera Orden Regular de San Francisco, donde se comprometió a ayudar a los más necesitados. Fue entonces cuando comenzó a ser conocido hasta nuestros días como “el médico de los pobres”.
Místico y penitente
Como franciscano seglar, dedicó su vida a la oración, la penitencia y los sacrificios, viviendo con austeridad y pobreza y ofreciendo sus servicios médicos tanto a ricos como a pobres por precios prácticamente simbólicos, regalando a estos últimos alimentos y medicina.
De él se recuerda hoy prácticas de virtud constantes. Se levantaba todos los días a las 5:30 para asistir a misa y comulgar, meditaba con frecuencia la Sagrada Escritura y rezaba el Rosario cada día.
En una Venezuela impregnada de inestabilidad y laicismo, Hernández Cisneros fue siempre "proclive a la mística y aspirante a la vida contemplativa" y aceptó sus problemas de salud o su negativa a la vía religiosa como "el desafortunado obstáculo" del sufrimiento "con espíritu sereno y paz en el corazón, viendo en ello el designio de la Providencia que lo conducía de nuevo al camino de la vida secular", según declaró el arzobispo venezolano y sustituto de la Secretaría de Estado Edgar Peña Parra.

Francisco ha aprobado la canonización del "apóstol del rosario" y de José Gregorio Hernández Cisneros.
Murió comprando medicinas para una anciana
Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital donde un sacerdote pudo impartirle la unción de los enfermos antes de morir el 29 de junio de 1919.
El pueblo, ya en vida, le consideraba un varón de Dios, y a su muerte con 55 años fue venerado enseguida como santo y grandes multitudes acudieron a su velatorio.
Fue proclamado beato en 2021 y sus restos mortales se veneran en la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria de Caracas.