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Las revelaciones de la nieta del venerable Enrique Shaw, empresario hacia los altares

María Elena Crito habla de Enrique Shaw, empresario y padre de 9 hijos, de virtudes en grado heroico ya constatadas

Enrique Shaw murió con 41 años dejando una fuerte fama de santidad como empresario católico

Enrique Shaw murió con 41 años dejando una fuerte fama de santidad como empresario católico

Redacción REL
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Enrique Shaw (1921-1962) fue un empresario argentino cuyas virtudes en grado heroico reconoce la Iglesia desde 2021. La Congregación de los Santos investiga un posible milagro que permitiría beatificarlo. Los comités médicos y teológicos ya habrían dado su visto bueno a este milagro. Su figura es inspiradora para muchos como laico, padre de familia y emprendedor, capaz de servir a Dios desde el mundo de la empresa.

Male (María Elena) Crito, nieta de Enrique Shaw, ha hablado de su figura en El Rosario de las 11.

Lo primero que destaca es que su abuelo fue "un empresario argentino que tuvo nueve hijos", de los que la madre de Male, Sara, fue la segunda. El padre de Enrique, de origen escocés, no creía en Dios, pero la madre de Enrique, Sara Tonquist, sí tenía fe, e incluso un tío sacerdote.

El padre y el abuelo de Enrique eran ya empresarios y el mismo Enrique nació en París, donde estaban por negocios. Se bautizó allí de bebé antes de volver a Argentina. Teniendo el niño 4 años, la madre enfermó, y antes de morir encargó al padre que educara a los niños en la fe. Él los llevó a un colegio católico y dejó que su tío y otros sacerdotes pudieran acompañar a los muchachos en su fe.

Como el padre de Enrique viajaba mucho por negocios, él pasaba mucho tiempo con las tías abuelas de la familia, y de ellas tomó su devoción mariana.

Leía biografías de santos

Su padre le animaba a leer biografías de grandes héroes de la historia, pero Enrique leía mucho, también biografías de santos, que le parecían más impresionantes. Ya de niño y adolescente "tenía esa mirada trascendental y escribía muchísimo, era muy profundo", señala su nieta.

La familia le dejó entrar en la Escuela Naval con 14 años para que forjara su carácter. Otros estudiantes, mayores que él, le trataron mal. Él era sistemático en su vida de oración. "Los mismos que se burlaban luego serían los primeros conversos que contarían buenos testimonios sobre Enrique".

Llegó a ser oficial de Marina. Se casó con Cecilia Bungue y sus cartas de amor se han publicado, "unas cartas lindísimas donde empiezan a sentar las bases de ese proyecto familiar que quieren construir juntos. Mi abuela a veces decía, "Uy, pero qué espiritual, ¿no será que quiere ser sacerdote?" Le hablaba mucho de Dios y ella, por supuesto, muy enamorada también de la cercanía de Enrique con Dios, empiezan a construir juntos. Enrique en ese momento hace un plan de santidad. Él dice: 'yo tengo que llevar a Dios a otras personas que no que no lo tienen porque yo lo he recibido y este regalo no me lo puedo guardar'".

Compara ese plan de santidad con el plan de ruta de un barco para llegar a buen puerto, con propósitos, que la esposa, por carta, le matizaba. "Si vos haces ayuno te vas a morir de flaco, eso sacalo", le escribía ella. Sí hicieron propósito de rezar el Rosario cada día, a ser posible juntos.

Intentaba ir a misa diaria, madrugando. En la misa dominical, a la que asistían todos los marinos, había normas para que los marineros no comulgaran, simplemente por no alargar la ceremonia, pero él siempre comulgaba aunque le miraran mal.

El paso a la vida empresarial

Tuvieron su primer hijo estando él de servicio en el mar. Eso le dolió y fue un factor para dejar la Marina. También sentía un llamado a llevar a Cristo a los obreros. "La brecha entre empresarios e industriales y la gente que venía del campo a trabajar era muy grande. A veces, se trabajaba en condiciones inhumanas. Un sacerdote le dijo: 'Puedes hacer mucho más bien en el mundo de los empresarios que siendo un obrero'".

Empezó a trabajar en Cristalerías Rigolleau, fundada por la familia de su esposa. Estudió el oficio en Estados Unidos y conoció a muchos obreros del sector. Buscó formas de mejorar sus condiciones, como el calor en los hornos. Les preguntó por sus familias.

Enrique Shaw primero fue oficial de Marina, luego empresario y padre de familia, Venerable para la Iglesia

Enrique Shaw primero fue oficial de Marina, luego empresario y padre de familia, Venerable para la Iglesiaenrique shaw archivo

Empezó a hablar de la empresa como una comunidad para todos: los trabajadores, los accionistas, los clientes, los proveedores, la sociedad... ¡incluso la competencia!

Con otros empresarios se esforzaron por hacer llegar ayuda a los afectados por la Segunda Guerra Mundial en Europa. "Fue uno de los fundadores de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas de Argentina (ACDE), que ya tenía en Europa Uniapac", señala Male.

También participó en la fundación de la Universidad Católica Argentina como primer tesorero. Y escribió sobre doctrina social de la Iglesia en el mundo empresarial.

La empresa de la competencia

Male cuenta la anécdota de un producto que no quiso lanzar para no hundir a la competencia porque habría dejado muchas familias sin trabajo. "Esa empresa, entonces chiquitita, era de la familia Catorini.. que hoy es la dueña de Rigoló, así que quizás Rigoló no existiría hoy si él no hubiera pensado en esas familias".

En otra ocasión, un accionista norteamericano le pedía despedir a muchos trabajadores. Él se negó, hizo algunos recortes de sueldo, busco alternativas para ganar tiempo... y al cabo de un año llegó una gran empresa pidiéndoles hacer grandes cantidades de botellitas para un refresco. Tenía la gente capacitada y la estructura precisamente por haber rechazado los despidos.

Ya enfermo del cáncer que lo mataría con 41 años, se pidió sangre para hacerle una transfusión. Acudieron 400 obreros a hacer cola para ofrecerla. "Ahora estoy muy feliz porque tengo sangre obrera en mis venas", les dijo luego.

A veces, la rama de la familia no religiosa hacía bromas, o desprecios, con las decisiones de Enrique. Él respondía animando a sus hijos a rezar, y no a criticar o responder con acritud.

Evangelio en el bolsillo, Rosario en familia

Llevaba un evangelio en el bolsillo y lo leía un rato cada día. A veces, ante un problema, iba caminando al santuario de la Virgen de Luján, rezando por el camino por ese tema. "Decía que la Virgen era su socia. De hecho, uno de sus escritos es cien por cien sobre la Virgen", explica. Rezaban el rosario todos los días también en familia.

"Mi abuelo murió cuando mi mamá, que la segunda más grande, tenía 16 años. Pero toda la gente que lo conoció recuerda mucho de su amabilidad, de cómo los miraba, los escuchaba", recuerda Male. Ante los niños, solía agacharse para hablarles a su altura.

En su enfermedad, Enrique no pedía por su curación, sino por la conversión de su padre sin fe. Su esposa se molestaba por cosas así. Después lo comentaba como ejemplo del desprendimiento de él.

Hoy la Universidad Católica Argentina guarda todos los papeles familiares que la viuda de Enrique Shaw conservó con mimo, y todo ese material se ha usado para el proceso de beatificación. El reto es llevar a los altares a un empresario y padre de familia por su vida cotidiana, pero a la vez santa.

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