Bernarda Brunović, ciega de nacimiento, triunfa en La Voz: «Estoy aquí porque mis padres decidieron tenerme»
Nació ciega y a sus padres les aconsejaron abortar. Ellos dijeron sí a la vida. Hoy se ha convertido en una figura emblemática de The Voice of Germany.

Bernarda Brunovic finalmente alcanzó la cuarta posición en la final de La Voz en Alemania.
“A pesar de todas las advertencias de los médicos, mis padres decidieron tenerme, y les estaré agradecida toda mi vida por ello”. Con estas palabras, Bernarda Brunović no sólo resume su historia personal, sino que ofrece una clave profundamente cristiana para comprender su vida, su música y su testimonio público. La cantante suizo-croata, de 32 años, es una de las voces más impactantes de la 15ª temporada del concurso televisivo “The Voice of Germany”, cuya final se celebró el 12 de diciembre.
En esa final, cuyo resultado fue decidido exclusivamente por el voto del público, Bernarda alcanzó una notable cuarta posición. El triunfo fue para Anne Mosters, pero la relevancia de Brunović va mucho más allá de cualquier clasificación televisiva. Su presencia en el escenario ha sido, para muchos espectadores, un recordatorio de que el talento, la fe y la dignidad humana no dependen de la perfección física ni del éxito inmediato.
Bernarda nació ciega. Durante el embarazo, a sus padres se les aconsejó abortar debido a la discapacidad diagnosticada. Contra toda presión social y médica, dijeron sí a la vida. Ese sí ha marcado de manera decisiva el camino de su hija. “Estoy aquí porque mis padres decidieron tenerme. Esa experiencia me ha marcado para siempre”, afirma. A lo largo de su vida se ha sometido a 33 operaciones, ninguna de las cuales logró darle la vista. Sin embargo, lejos de la queja o el resentimiento, su mirada sobre la realidad es profundamente luminosa. “No sé lo que es ver, pero sé lo que es ser amada”, explica. Por eso insiste en que su ceguera no la define: “Mi ceguera es solo una de mis características, no dice quién soy”.
Lo que verdaderamente la define se manifiesta en el escenario. Su voz, poderosa y a la vez delicada, hunde sus raíces en el soul y el gospel, géneros estrechamente vinculados a la experiencia espiritual. No es casualidad que su música conmueva de forma especial: nace de su vida interior y de una fe asumida sin complejos. Ya en 2018 llegó a las semifinales de este concurso, entonces en el equipo de Michael Patrick Kelly. Desde entonces, su presencia en la escena musical no ha dejado de crecer, consolidándose como una artista con identidad propia.
Brunović no oculta su fe cristiana. Al contrario, la vive con naturalidad, también en un contexto mediático poco propicio. En la semifinal agradeció públicamente a Dios, un gesto que no pasó inadvertido. “La gente reacciona de maneras muy diferentes”, explica cuando le preguntan por ello en una entrevista concedida a Die Tagespost. “Pero yo solo puedo mostrarme tal y como soy. Para mí, la fe y la música encajan a la perfección. No se puede complacer a todo el mundo, ¿pero quién puede hacerlo?”
Para ella, no se trata de una evangelización forzada, sino de coherencia vital. “La fe es mi vida. Creo que, como Iglesia, debemos ser conscientes una y otra vez de lo hermosa que es nuestra fe. El Evangelio es una buena noticia. ¿Por qué no compartir esta alegría?”, afirma en dicha entrevista. Y añade que, en medio de la presión mediática, su confianza está bien anclada: “Dios es Dios, yo no lo soy. Por eso la presión externa no me asusta. La fe me da luz y fuerza”.
Su universo musical se mueve entre el gospel, el blues, el funk, el R&B y el jazz. En enero de 2025 publicó el sencillo “My Own Kind of Woman”, una afirmación de identidad y dignidad personal. Paralelamente, Bernarda Brunović ha completado un máster en Filosofía y Teología, convencida de que la fe también debe pensarse. Su espiritualidad no es un adorno, sino el centro de su vida. “Dios es quien dirige mi vida”, afirma con sencillez. El versículo evangélico “Bienaventurados los que no ven y, sin embargo, creen” la acompaña desde joven y se ha convertido en una auténtica brújula interior.
Su biografía la ha convertido también en una voz clara en defensa de la vida. Su canción “Welcome on Earth” está considerada por muchos como un himno provida: una invitación a acoger cada vida humana como un don, incluso cuando llega acompañada de fragilidad. En un tiempo que mide el valor de las personas por su funcionalidad, Brunović recuerda, con su sola existencia, que toda vida merece ser vivida y celebrada. Ella expresa un deseo que resume su visión cristiana del mundo: “Sueño con una sociedad que pueda aceptar y amar a todas las personas, quizá no siempre desde el sentimiento, pero sí desde una actitud benevolente”.
Para ella, la música es testimonio y misión. En su página web escribe: “El amor por la diversidad me permite cantar y escribir canciones sobre el amor, la vida y todo lo que hay entre medias. La música no es solo una parte de mi vida, es mi elixir vital”. Más allá del resultado final del concurso, Bernarda Brunović ya ha ganado algo más importante: ser una voz creíble que canta la vida, la fe y la esperanza en medio del mundo.