Martes, 19 de marzo de 2024

Religión en Libertad

San Elías, el Profeta de fuego.

El Profeta San Elías ve la nubecilla.
El Profeta San Elías ve la nubecilla.

Ramón Rabre

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San Elías Profeta (20 de julio, 12 de enero, en la Iglesia Oriental, la ascensión al Paraíso; y 20 de junio, traslación de reliquias a la iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla)

Del Santo Profeta mucho se ha escrito, principalmente los carmelitas, y mucho se ha fabulado también. De su vida sólo tenemos las referencias de los libros de los Reyes, en la Sagrada Escritura. Referencia importante, porque estos libros siguen una secuencia lineal de los reyes de Israel, que solo es rota con las historias de Elías y Eliseo. No son libros que narren historia, mas bien son aleccionadores sobre los reyes que siguieron los mandatos divinos y los que no lo hicieron, remarcando sus diferencias y sus finales en la vida. La irrupción de Elías ha dado mucho de si, sobre todo porque a diferencia de otros profetas, ni escribió, ni se le atribuye ningún escrito. Irrumpe súbitamente en la Biblia como un actor en escena, y así mismo sale, de manera espectacular y única: arrebatado al cielo en un carro de fuego. Esta presencia turbadora, diferente en cuanto a otros profetas, es precisamente lo que ha llevado a muchos a pensar que solo es una figura literaria, mientras que otros no ponen en duda su existencia, aunque si aspectos de su “vida”. Contar aquí todo lo que dicen ambos Libros de los Reyes y lo que se ha fabulado sería mucho, por lo que me limitaré a tres aspectos: Elías, eremita, Elías virgen y Elías el mártir.

Elías, eremita:
San Ambrosio (4 y 5 de abril, muerte y entierro; 7 de diciembre, consagración episcopal) dice de él: "es un maestro, y los monjes sus discípulos", formando parte de una larga tradición que hace de Elías el fundador del monacato. En algunos casos, como el carmelita, en un sentido estricto, y los más, en un sentido simbólico, en tanto que Elías adelanta y prefigura al hombre que lo deja todo por Dios, sigue sus mandatos y, esto es importante, busca el retiro para meditar y aguardar la visita del Señor. Esta búsqueda de la soledad, la experiencia del retiro, es única en la Biblia. Los profetas y demás personajes del A.T hablan, predican, reinan o actúan, pero no buscan y hallan a Dios en la soledad y el silencio, que en el caso de Elías es la preparación de su ministerio.

No en balde los primeros monjes y los Padres de la Iglesia no dudaron en dilucidar esta paternidad. Ya los carmelitas, desde el inicio de su vida como comunidad monástica recogen este aspecto paternal de Elías en su regla, dada por San Alberto de Jerusalén (17 de septiembre y 8 de abril), donde menciona que se habían reunido junto a la fuente de Elías. Pero Elías no es un eremita en sentido estricto, el eremitismo en él es puntual, por un momento preciso; mientras que el eremita cristiano, en órdenes monásticas o en solitario, tiene esa vocación de por vida, es una vocación en sí misma.

Elías, virgen:
El carmelita Daniel de la Virgen María compuso una monumental obra "Speculum Carmelitanum", que fue editada en 1680, y en su día era referencia "histórica" sobre la Orden del Carmen; historia entendida como la entendían en el siglo XVII. Hoy es solamente una referencia, digamos cultural, para conocer la mentalidad y espiritualidad de una época y de la Orden. Trata de la historia del Profeta Elías y, por consiguiente, de la Orden del Carmen. Los datos de la vida de Elías son entresacados de citas de los Padres, interpretaciones "por los pelos" de la Biblia y las tradiciones de la Orden, para conformar una historia lineal, desde el Profeta, pasando por su Orden, hasta los días de la composición del libro. Pues esta obra, junto a autores antiguos (San Jesónimo o San Agustín) hacen de Elías un hombre de pureza excepcional, santificado en el vientre de su madre, como el Bautista. La verdad es que son puras alegorías: si Elías fue precursor de San Juan, y más aún, de Cristo, si veneró en deseo a aquella que sería la Madre y Virgen, necesariamente tenía que tener la virtud de la pureza virginal, y en grado sumo: santificado antes de nacer. Ojo, no significa esto que fuera inmaculado, que esto es otra cosa. Esta virginidad se afirmó también de San Eliseo (14 de junio y 20 de julio), su discípulo.

Así, por ejemplo, San Metodio (21 de marzo) escribió en el año 825, en un “diálogo” con María “Asimismo Elías profeta y virgen, avisado del cielo de tu pureza, recogido en su espíritu quiso ser imitador tuyo, con que por su abrasada vida tejió inmortal corona de virginidad”. Y la Leyenda Áurea, dice sobre María, al hablar de la advocación del Carmen, que “Elías la tuvo por dechado y ejemplar, de quien aprendió la virginidad y demás virtudes religiosas que había de enseñar á sus hijos”.

Y un ejemplo interesante de como las interpretaciones sobre un texto pueden ser desgranadas y de cuantas conclusiones se pueden sacar: Según San Juan Jerosolimitano (10 de enero), "en su Institución Monástica", la Virgen María, aunque pura, tuvo deseo de hacer voto de virginidad ¡porque Elías, devoto de la que sería la Virgen Madre, guardó virginidad en su honor!: “Quod haec Infantula Virginitatem perpetuam ad exemplum Eliæ amplexatur, Deum sub figurata visione revelasse”. Y se recrea en otras florituras; pero con esto basta. En fin, que la virginidad de Elías era necesaria en aras de una mayor asimilación con Cristo y su Madre.

San Elías, mártir.
Numerosos autores, el mismo San Ambrosio en su libro "De paradiso"por ejemplo, han dedicado parte de su teología a la interpretación de las Escrituras en relación con lo que llamamos "los últimos tiempos", principalmente versando sobre el Apocalipsis. El capítulo 11 de este libro bíblico, en los versículos del 1 al 11, habla de "los dos testigos" que aparecerán al final de los tiempos. Habla de su fuerte testimonio, su poder taumatúrgico, la guerra que les hará el Anticristo, su muerte, resurrección a los tres días y asunción a los cielos. Siempre se ha interpretado que estos testigos se tratan de Elías y Enoch, santos que no murieron, según las Sagradas Escrituras, sino que vivirán hasta el final de los tiempos cuando volverán al mundo a predicar sobre la salvación y el fin de este.

El "Speculum Carmelitanum" representa esta persecusión, muerte y gloria, con bellos grabados, entre los que aparece uno con San Elías crucificado (podéis verlo aquí) con el pie de texto que dice: "Cum finierit ELIAS testimonium suum, bestia, hoc est Anti-Christus, que ascendet de abiismo, faciet adversus eum bellum, et vincet eum, et occidet eum. Juxta interpret in cap. XI Apoc. Crucifigetur autem, iuxta D. Thomam, et Ferrarium, quod citat Siilveira in idem cap". O sea "Cuando Elías terminó su testimonio, la bestia, es decir, anti-Cristo, que sale fuera del abismo, se enfrentará con él , y le vencerá, y le matará. Según la interpretación de Apocalipsis 11. Pero crucificado, según citan, del mismo capítulo, D. Thomas, Ferrario, y Silveira".

Hay que decir que el "Elías" que se lee en el texto anterior, está superpuesto con una letra dferente, para hacer más fácil la comprensión. Era un recurso recurrente en ediciones antiguas de la Biblia o catecismos, de dudosa legalidad, porque añadía palabras que no están a la Escritura. Se resaltaban en cursiva o en mayúsculas, haciendo notar que eran añadidas para la compresión del texto. Hoy se prefiere el sistema de notas al pie.

En fin, que según esta interpretación, San Elías padecerá el martirio y triunfará al fin de los tiempos. Y para terminar, una curiosidad: San Elías fue tenido en ciertos lugares, como patrón de la Inquisición, ya sabemos, por el fuego.


Fuentes:
-"Speculum Carmelitanum" Volumen 1. FR. DANIEL DE LA VIRGEN MARÍA. Bélgica, 1670.
-"Glorias del Carmelo". Tomos I y II. P. JOSÉ ANDRÉS. S.I. Palma, 1860.

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