Las cinco monjas mayores de Belorado, no cismáticas, trasladadas al hospital por orden judicial

Las cinco monjas clarisas de Belorado de mayor edad (entre 88 y 101 años), que la Iglesia no considera cismáticas porque no han apoyado de forma explícita lo sucedido desde hace meses en el convento burgalés, han sido trasladadas al hospital este jueves por orden judicial para ser evaluadas y posteriormente reubicadas, bajo la custodia del comisario pontificio designado por la Santa Sede.

La Guardia Civil, en ejecución de un auto del juzgado de instrucción nº 5 de Bilbao, se presentó en el monasterio de Santa Clara de Orduña, en Vizcaya, para trasladarlas en sendas ambulancias de DYA al hospital de Basurto, donde han sido sometidas a una revisión general. La decisión judicial tiene su origen en la mala atención que podrían estar recibiendo. Posteriormente serán acogidas en otro convento de la Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu, a la que pertenecen.

Las exclarisas cismáticas, dirigidas por la ex abadesa Laura García de Viedma -recientemente detenida por una supuesta venta ilegal de obras de arte-, han protestado por esta intervención, calificándola de "secuestro".

"No han desayunado y no han tomado la medicación y no nos han dejado despedirlas", afirmó una de las religiosas cismáticas en un vídeo difundido por redes sociales, en el que han acusado de lo sucedido al arzobispo de Burgos, Mario Iceta.

En realidad, la Benemérita llevó a cabo la intervención acompañada de un médico forense. Según una nota difundida poco después por la propia oficina del comisario pontificio para los monasterios de Belorado, Orduña y Derio (el propio monseñor Iceta), la decisión judicial se debe a la "constante preocupación" por el estado de estas religiosas, sobre todo "tras el temerario traslado de estas monjas mayores desde su residencia habitual en el monasterio de Belorado al monasterio de Orduña, que carece de las mínimas instalaciones necesarias para atender adecuadamente a personas mayores y vulnerables".

Una vez evaluado su estado y acogidas en otro convento, "recibirán la atención esmerada y fraterna que merecen, respondiendo a todas sus necesidades personales, sanitarias, comunitarias y espirituales, viviendo según la Regla de Santa Clara que ellas siempre han profesado habiéndose negado a participar del cisma".