La loca travesía de Ann Sieben, la peregrina eterna: de Denver a los caminos de San Martín de Tours

Ann Sieben es una ingeniera nuclear de Denver (EE.UU), que hace 18 años lo dejó todo para vivir como una peregrina.

Este verano partió a pie desde Tours (en el centro de Francia) visitando todos los pueblos de Francia que llevan el nombre de San Martín. Cuando National Catholic Register la contactó todavía le quedaba el último tramo —53 pueblos aún por visitar— justo a tiempo para la festividad de San Martín, el 11 de noviembre.

Devoción por San Martín

Para esta peregrina, que ha caminado más de 88.000 kilómetros en 56 países hasta ahora, el viaje no se trata sólo de cruzar distancias, sino de tejer conexiones humanas a través del ejemplo de uno de los santos más queridos de Europa.

Lo que comenzó como una caminata sabática desde Canterbury a Roma en 2007 se ha convertido en una vocación para toda la vida. "Me di cuenta de que estoy aquí para caminar, encontrarme con la gente allí donde vive, ver a Cristo en sus rostros e intentar que se refleje para que de sentido a mi vida", comenta.

Su último proyecto está dedicado íntegramente a San Martín de Tours, el soldado del siglo IV convertido en obispo, recordado por cortar su manto en dos para compartirlo con un mendigo, un acto que tuvo lugar en la ciudad de Amiens (en el norte de Francia), donde Sieben estuvo recientemente. 

Durante una caminata de seis meses por el Danubio y el Rin, entre 2017 y 2018, recorriendo las fronteras romanas donde Martín sirvió como soldado, se dio cuenta de cuántas ciudades de Francia llevan su nombre. "Al llegar a Tours, tuve una inspiración: visitaré todas las ciudades de Europa que llevan el nombre de San Martín. Empezaré por Francia".

Lo que la atrajo especialmente de Martín no fue su forma de afrontar la muerte, sino su forma de vivir. "Fue el primer santo reconocido no por su martirio, sino por el ejemplo de su vida. Eso es enorme", dijo, señalando que San Martín también fundó los primeros monasterios de Europa, forjando la identidad cristiana del continente durante siglos.

Ese proyecto tomó forma durante los meses de la pandemia de COVID, cuando Sieben se sentaba frente al ordenador a planificar rutas en lugar de recorrerlas a pie. Cartografió 305 pueblos y aldeas francesas que llevan el nombre de Martín (hay más pueblos que llevan su nombre que de cualquier otra persona en toda Europa), organizándolos en cinco grandes circuitos que comienzan y terminan en la Basílica de San Martín en Tours, donde fue obispo hasta su muerte. 

En su último circuito, ya ha visitado unos 255 pueblos, y a menudo ha sido recibida con entusiasmo por alcaldes, feligreses y periódicos locales, deseosos de acompañarla en un tramo del camino.

"Camino todo el día, recorro un promedio de 35 kilómetros al día, en ocho o nueve horas". Se levanta con un café, se echa la mochila al hombro y se pone en marcha, siempre dispuesta a detenerse en cualquier pueblo con una iglesia dedicada al querido santo misionero.

Durante el camino, le gusta utilizar pequeños gestos para iniciar una conversación, como pedir agua. "Así empieza todo", dijo. "Luego les explico lo que hago: les cuento a las personas sobre San Martín y ellas me cuentan sus vidas. La peregrinación se trata de construir confianza entre desconocidos. Esa es la base misma de la paz".

Aunque los lugareños la invitan a menudo, prepara sus rutas con esmero, con la ayuda del Centro Cultural Europeo de San Martín, que promueve las rutas de peregrinación del Vía Sancti Martini por todo el continente. 

Los alcaldes a veces organizan cenas con ella, pero insiste en que nunca le preocupa dónde dormirá. "Soy una mujer pequeña, de mediana edad. Tengo un aspecto inofensivo. La gente me recibe con los brazos abiertos. Compartimos una comida, una copa de vino, y siempre con alegría. Nunca he pasado una noche al aire libre ni me ha preocupado".

Para ella, no saber qué le deparará el día siguiente es lo que da sentido al viaje, haciéndolo verdaderamente fructífero. "¡Cada día es un nuevo día en tierra de peregrinos! Y eso es lo que más amo", dijo. "Hace mucho tiempo que me di cuenta de que la incertidumbre es la condición de la fe. Así que aprendí a aceptar la incertidumbre".

Una peregrinación llevó a otra

El cambio de Sieben de ingeniera nuclear a peregrina fue gradual. Una peregrinación llevó a otra, hasta que su quinta —una ardua travesía desde Santiago de Compostela, en España, hasta Jerusalén, atravesando el norte de África durante la Primavera Árabe— selló su vocación.

"Los peregrinos no tienen segundas intenciones. No buscamos vender nada ni convertir a nadie. Buscamos sonreír, escuchar, ser persistentes pero educados, y generar confianza", comenta.

Un enfoque que ofrece un antídoto a una cultura a menudo marcada por la sospecha y la división, especialmente en un mundo donde las personas se han acostumbrado a interactuar a través de pantallas y avatares.

"Casi nadie que camina hacia Santiago sabe quién fue Santiago. Pero quienes recorren la Vía Sancti Martini saben quién fue San Martín y qué representó. Es una red de peregrinación más antigua y tradicional, y puede ser verdaderamente transformadora", explica.

Una vez que complete la ruta de San Martín este otoño, Sieben regresará brevemente a su hogar en Nuevo México y luego partirá de nuevo, esta vez rastreando la influencia de Martín en los santos celtas de Escocia y el norte de Inglaterra. Para 2028, espera celebrar su kilómetro número 100.000 a pie.

Pero los números le importan menos que el espíritu de su vocación. "¡El mundo necesita más peregrinos!", concluye con alegría. "No somos suficientes. Imaginen si más personas llegaran a los pueblos como extraños y se fueran como hermanos. Eso es lo que la peregrinación puede lograr".