Es partidaria de ilegalizar Alternativa por Alemania, que lidera las encuestas
La nueva opinión pública alemana frena el ascenso de la abortista Brosius-Gersdorf al Constitucional

Frauke Brosius-Gersdorf (n. 1971) es profesora de Derecho en la Universidad de Potsdam, abortista radical y partidaria de la ilegalización de Alternativa por Alemania.
Por primera vez, una votación para nombrar a un juez del Tribunal Constitucional Federal ha sido suspendida en Alemania.
La protagonista de este giro inesperado es Frauke Brosius-Gersdorf, catedrática en Potsdam, propuesta por el SPD. Su candidatura, sin embargo, no fue recibida como un trámite parlamentario más. Al contrario: desató un auténtico terremoto político que lleva semanas sacudiendo el Bundestag, los partidos y la opinión pública.
Posiciones extremas
El sistema habitual -el reparto negociado de los cargos judiciales entre los partidos mayoritarios- colapsó el 11 de julio, una fecha que algunos ya califican como histórica. La votación se suspendió, debido a la creciente oposición a una candidata cuyas posturas han dividido al país. Entre ellas: su defensa de la prohibición del partido AfD, su respaldo a las cuotas de igualdad, su apoyo al uso del velo por parte de funcionarias públicas, su visión de la poligamia como constitucionalmente admisible y, sobre todo, su interpretación del concepto de dignidad humana en relación con el aborto.
Las críticas surgieron inicialmente en medios alternativos de derecha como Apollo News, Tichys Einblick o Junge Freiheit, pero pronto saltaron a los grandes titulares. En las redes sociales, especialmente en X (antes Twitter), usuarios y parlamentarios empezaron a difundir pasajes de su obra académica. En uno de ellos, Brosius-Gersdorf cuestiona directamente la jurisprudencia del Tribunal Constitucional sobre el derecho a la vida del no nacido. Afirmó, sin ambages: “La suposición de que la dignidad humana se aplica en todos los lugares donde existe vida humana es una conclusión biológicamente naturalista errónea”.
La reacción fue inmediata. Desde la CDU/CSU, numerosos diputados anunciaron su rechazo a la candidatura. En paralelo, obispos como Rudolf Voderholzer, Stefan Oster o Bertram Meier advirtieron sobre los riesgos de relativizar la dignidad humana. Irme Stetter-Karp, presidenta del Comité Central de los Católicos Alemanes, expresó su preocupación por una jurista que “declara públicamente que hay buenas razones para que la garantía de la dignidad humana sólo se aplique a partir del nacimiento”.
Las cifras refuerzan ese malestar. Según una encuesta del instituto INSA para el diario Die Tagespost, el 41 % de los alemanes rechaza la idea de que la dignidad humana sólo sea protegida desde el nacimiento, frente al 36% que la apoya. Incluso entre los votantes del SPD, el partido que respalda a Brosius-Gersdorf, la división es notoria: 41% a favor, 40% en contra.
Resistencia a la tiranía ideológica
Las reacciones llevaron a que la votación fuera pospuesta para evitar una derrota parlamentaria. Según NIUS, en una reunión extraordinaria del grupo de empresarios dentro de la CDU/CSU, apenas un diputado expresó su disposición a votar a favor de la candidata. En palabras del periodista Julian Reichelt, “los diputados de la CDU y la CSU han encontrado el valor para oponerse en el Parlamento al avance de la ideología de izquierda […] evitando la capitulación incondicional en el gran conflicto social entre la mayoría y el colectivismo de izquierda”.
Brosius-Gersdorf, por su parte, niega cualquier extremismo. Califica de difamatorias las acusaciones de que sea de “ultraizquierdista”, y asegura que sus textos han sido sacados de contexto. Argumenta que sus tesis sobre el aborto, la poligamia o el matrimonio diverso no son posiciones políticas, sino reflexiones jurídicas en torno a dilemas constitucionales.
Pero para muchos críticos, como la periodista Birgit Kelle, esas tesis son inaceptables en alguien que aspira a juzgar la compatibilidad de las leyes con la Constitución. Kelle denuncia una “visión radical sobre la dignidad humana gradual”.
En sus textos, Brosius-Gersdorf también aboga por legalizar la gestación subrogada y redefinir el concepto de familia, permitiendo la inscripción de co-madres y co-padres en los certificados de nacimiento. Para Kelle, esto implicaría convertir a los niños en mercancía: “La explotación del cuerpo de las mujeres y el tráfico de niños pasarían a ser algo habitual también en Alemania”.
Ideologías
«Chica, abróchate la blusa»: la escritora Birgit Kelle, contra las mentiras del feminismo antifamilia
Vito Punzi / Tempi.it
Desde el SPD, la defensa de la jurista se mantiene firme. El líder del partido, Lars Klingbeil, exige que se lleve a cabo la votación en el Bundestag. “Es una cuestión de principios no ceder a la presión de las redes de derecha que han difamado a una mujer altamente cualificada”, declaró al Bild am Sonntag. El portavoz del grupo parlamentario, Matthias Miersch, atribuye la retirada de la votación a una “campaña de desprestigio” alimentada por sectores populistas y religiosos.
Una nueva opinión pública que emerge y actúa
La politóloga Christiane Florin advierte de un trasfondo más profundo. A su juicio, el caso Brosius-Gersdorf no solo refleja una disputa sobre una jurista, sino que pone de relieve “un movimiento político profundo” impulsado por redes conservadoras globales. “No se trata sólo de si el portavoz del grupo parlamentario Jens Spahn y el canciller tienen el control de la CDU/CSU, sino de un movimiento político con dinero y una misión contra la democracia liberal”, asegura.
Sin embargo, otros observan en esta crisis algo más orgánico: la emergencia de una nueva opinión pública, menos dependiente de los grandes medios y más activa en el debate digital. Como señaló el propio Reichelt, “los debates en X son el motor de una vieja opinión pública rígida”.
La CDU insiste en que el caso no es una batalla partidista, sino un conflicto de fondo sobre el alma constitucional del país. La diputada Elisabeth Winkelmeier-Becker lo resumió así: “No se trata de política cotidiana, sino de cuestiones fundamentales sobre la imagen del ser humano y nuestra Constitución, cuando la humanidad y la dignidad humana ya no se conciben como conceptos indisolubles”.
Por ahora, el proceso está suspendido; pero la polémica está lejos de terminar. Lo que comenzó como un trámite se ha convertido en un debate nacional sobre el futuro del derecho, el papel del Estado y los límites de la dignidad humana.