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El influencer que viralizó la compasión entre decenas de millones ha sido diagnosticado de cáncer

Frank Caprio, el juez «más amable del mundo», enfrenta con fe su mayor batalla: «Creo en la oración»

El juez Frank Caprio.

Frank Caprio, "el juez más amable del mundo".

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Desde hace días, las redes y la web de la órbita anglosajona están repletas de referencias al “juez más amable del mundo”. Con este apelativo hacen referencia a Frank Caprio, un estadounidense de raíces italianas nacido en Rhode Island que ha pasado cerca de cuatro décadas ejerciendo como Juez principal del Tribunal Municipal de Providence y otros seis años como Miembro del Concejo Municipal de la misma localidad.

A sus 88 años, Caprio exhibe con orgullo una larga vida junto a su esposa Joyce, con la que ha labrado una familia de cinco hijos, siete nietos y dos bisnietos. Pero tiene otra comunidad que también se preocupa por él como si de otro familiar se tratase, y es la compuesta por los millones de fans que se ha labrado aplicando la justicia y por la de miles de personas a quien ha ayudado durante décadas desde su puesto de responsabilidad. Ambas familias afrontan ahora lo que parece ser la última batalla de Caprio, desde que el pasado 2024 anunció estar batallando con un agresivo cáncer de páncreas.

Una infancia en la pobreza: "Aprendí comprensión y compasión"

Pero si hoy Caprio es considerado “el juez más amable del mundo” y querido por millones de personas es por una personalidad, fe y carácter que se ha labrado él mismo desde una dura infancia en la pobreza, pero que recuerda como “la más privilegiada que podría imaginar”.

Criado en un barrio pobre y en una familia católica y humilde, recuerda despertarse de madrugada para ayudar a su padre vendiendo fruta, como lechero o limpiando zapatos.

“Algunas mañanas nos despertaba a mi hermano mayor y a mí, a las 4:00 para trabajar con él en el camión. Aprendí una de las lecciones más valiosas trabajando con mi padre: aprendí a tratar a las personas. Aprendí comprensión. Aprendí compasión”, recoge ACI Prensa.

"Algún día serás abogado"

En aquella infancia convulsa, un detalle le ofreció la esperanza que más tarde transmitiría al mundo. Su abuelo, con diez hijos al cargo, acababa de ser arrestado y la posibilidad de ir a prisión era notable. Fue entonces cuando su mujer se dirigió al tribunal y suplicó por la libertad de su marido. El juez, convencido de que era un buen hombre, le absolvió de los cargos y puso en libertad. Fue el primero de los muchos pasos que acabarían llevando a Caprio, 70 años después, a jurar como juez en el mismo tribunal de Providence, mirando desde entonces con justicia pero con empatía a cada hombre que se enfrentaba a un nuevo juicio.

Caprio tenía 10 años y nunca olvidará una de esas frías noches con la puerta del horno abierta buscando algo de calor, cuando su padre le dijo: “Algún día serás abogado. Mira a tu alrededor, si necesitara un abogado, no podría pagarlo. Recuérdalo. Nunca olvides de dónde vienes”. Desde aquel día, confesó Caprio a News Providence, “nunca quise ser otra cosa que abogado”.

Nacido en noviembre de 1936, Caprio no tenía los 30 años cuando aprobó el examen de abogacía en 1965, veinte años antes de convertirse en el juez principal de la Corte Municipal de Providence.

El origen de la "justicia compasiva"

Recuerda uno de sus primeros casos como definitorio de su futura carrera.

“Una de las primeras personas que compareció ante mí fue una mujer con varias multas de aparcamiento”, relató. “Era terca, grosera… finalmente, en un acto de desesperación, le dije: 'Le cobro el monto completo y su coche será inmovilizado'. Pensé que había sido bastante firme. Pero mi padre, al enterarse, me dijo: 'Estaba asustada. Tiene tres hijos. ¿Cómo va a alimentarlos? Probablemente le quitaste el dinero de la cena de esta noche'. Ese día aprendí una gran lección”, recuerda.

Desde entonces buscó comprender a los acusados, ser empático y asimilar que la mayoría de ellos eran gente común y trabajadora que luchaba cada día por salir adelante.

A partir de ese día, Caprio se ganó el corazón de toda una ciudad, aunque muchas veces tuviese a sus habitantes enfrente. “Es muy simple”, explicó en una ocasión, “sólo me pongo en los zapatos de la persona que está frente a mí. La compasión es una cualidad muy, muy poderosa”.

Uno de los casos que más lo conmovieron fue el de un anciano de 96 años que recibió una multa por exceso de velocidad. “Me dijo: 'Conduzco despacio y sólo cuando es necesario. Estaba llevando a mi hijo a hacerse unos análisis de sangre'. Entonces le pregunté: '¿Cuántos años tiene su hijo?'. Y él respondió: 'Sesenta y tres'. Fue un momento inolvidable. Su amor y dedicación como padre eran conmovedores”.

La familia de Frank Caprio.

El juez Caprio y su esposa Joyce tienen cinco hijos, siete nietos y dos bisnietos.

También recuerda a una madre soltera que llegó a su tribunal con su hija pequeña.

“Me dijo: 'Estoy haciendo todo lo posible, pero no puedo pagar esta multa'. Vi a la niña mirándome con preocupación y supe que tenía que ayudarla. No se trataba sólo de aplicar la ley, sino de ser justo en el verdadero sentido de la palabra”, comentó.

Caprio y "Caught in Providence", un fenómeno viral y mundial

Durante aquellos años, Caprio se forjó una personalidad, un nombre y una ética laboral en la que el poder no era sinónimo de despotismo.

Pero tras dos décadas de ejercicio de la justicia, también tendría que difundirla.

Era 1988 y acababa de comenzar su andadura el programa Caught in Providence acababa de comenzar su andadura. Mostraba casos reales del tribunal y llevados por Caprio, haciendo gala siempre de un talante compasivo, humano e incluso cómico. Aunque comenzó a emitirse a finales de los 80, no fue hasta 2017 que comenzó a viralizarse: si aquel año el programa alcanzó los 15 millones de visitas, en 2022 rozaba los 500 millones. Hoy, el canal principal de Caught in Providence en YouTube tiene 2,9 millones de suscriptores y más de 800 millones de visualizaciones.

Justicia y bien común, una vocación indisoluble

Concluido el programa en 2023, Caprio se mostró a sí mismo aplicando la justicia generalmente en casos menores como multas o infracciones de tráfico, pero aplicando siempre lo que él siempre suscribió y siguió como “justicia compasiva”.

“Creo que la situación de cada uno es diferente, así que tengo en cuenta la historia personal de cada persona a la hora de dictar sentencia. Bajo mi túnica tengo un corazón, no una insignia”, comenta.

Por si fuesen pocos motivos para alcanzar el título de “Juez más amable del mundo” se añade la incansable vocación de Caprio por el servicio público.

Desde antes de ejercer, daba clases de día y acudía a la universidad por las noches, y mientras se casó y sirvió en la Guardia Nacional del ejército de Rhode-Island antes de cumplir los 18 años, entre 1954 y 1962, año en que fue elegido para formar parte del Concejo Municipal de Providence.

Más tarde llegó a la presidencia de la Junta de Gobernadores de Rhode Island para la Educación Superior.

“Pasé de ser alguien que no podía pagar la escuela a ser el presidente de una junta responsable de hacer que la educación sea asequible y accesible”.

Una madre con sus hijos en el tribunal

Uno de los casos que mejor reflejan esa “justicia compasiva” de Caprio fue el protagonizado por Jenna Bettez, una profesora de primaria que compareció ante el juez por dos multas de tráfico impagadas, emitidas a un coche a nombre de la maestra.

Caprio quedó admirado al instante. La mujer acudió al juzgado con sus dos hijos en brazos, Luke y Bella, dispuesta a pagar las multas que realmente iban dirigidas a su marido, entonces en prisión, tras cometer las infracciones en el coche de Jenna.

Caprio no lo pensó dos veces y desestimo los cargos, lo que explicó en sus memorias recién publicadas, Compassion in the Court: Life- Changing Stories from America's Nicest Judge (Compasión en la corte: historias que cambiaron la vida del juez más amable de Estados Unidos).

“La ley me hubiera obligado a imponer multas por esas multas. El coche estaba registrado a su nombre y eso era todo. Pero yo sabía que esas multas no eran culpa suya y que pagarlas le habría causado mayores dificultades económicas y personales. No solo era una buena madre, sino también una maestra que tendría un impacto importante en la vida de muchos niños… Ese dinero debía gastarse en Luke y Bella”, escribe él.

Una de las escenas más icónicas de Caught in Providence y representativas de la "justicia compasiva": 

Luchando contra el cáncer desde la fe

Tras décadas de entrega a la comunidad de Providence, el juez abandonó el cargo en 2023, año en que le diagnosticaron cáncer de páncreas, lo que anunció a sus millones de seguidores a través de sus redes.

“Cuando me lo dijeron, mi primera reacción fue de incredulidad. Pero luego pensé: 'He vivido una vida llena de bendiciones'. No voy a permitir que esto defina mis últimos años. Sólo trato de ser fuerte. Estoy agradecido por todo el amor y apoyo que he recibido”, declaró a Aleteia tras el diagnóstico.

Caprio no se avergonzó de su fe en el punto álgido de su carrera y tampoco lo ha hecho tras conocer su enfermedad.

Son muchas las ocasiones en que Caprio, “influencer” de 88 años, ha pedido oraciones para mantener la fortaleza y esperanza en la adversidad. Y su público ha respondido desde lugares tan lejanos como Irak, como se puede ver en su cuenta de Instagram. En Tiktok, la etiqueta “Prayers for Frank Caprio” -oraciones por Frank Caprio - acumula millones de visualizaciones.

"Me visitó, rezó conmigo y me dio fuerzas"

Caprio está viviendo la enfermedad aferrado a su fe. Muestra de ello también es su agradecimiento público ante la visita que le hizo recientemente el anterior obispo de Providence y actualmente titular de Boston, Richard Henning.

En uno de sus vídeos, el juez Caprio compartió la visita con sus millones de seguidores, describiéndola como “una verdadera bendición”. “Me visitó, rezó conmigo y me dio fuerzas”, subrayó.

En el video, el anciano juez compartió que la cantidad de personas que rezan por él es "asombrosa" y solo encuentra una única explicación posible, “el simple mensaje de tratar a las personas con comprensión y compasión. Lo llamamos justicia compasiva y ha tenido eco en personas de todo el mundo".

"Creo firmemente e el poder de la oración"

En una reciente entrevista concedida a National Catholic Register y EWTN, Caprio volvió a pedir oraciones, afirmando creer “firmemente e el poder de la oración”.

“No existe cura para el cáncer de páncreas. Tengo una fe profunda y constante en la Iglesia Católica, en Jesús y en el poder de la oración. Creo que es mi última esperanza”, expresó emocionado.

Hoy, en plena batalla de perseverancia y superación, Caprio reconoce que la oración de su comunidad, sus seguidores y su familia es lo que le mantiene en pie y se dirige a ellos antes de concluir una de sus últimas entrevistas. “Si hay algo que quiero que recuerden de mí, es que todos merecemos un poco de compasión. En la vida, la bondad siempre encuentra su camino de vuelta”.

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