Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

La causa de canonización de Michael Strode se abrirá en breve: es un santo actual

Médico, organizador de peregrinaciones a Lourdes y monje… un modelo para los católicos ingleses

Michael Strode, un santo actual para la Iglesia Católica de Gran Bretaña
Michael Strode, un santo actual para la Iglesia Católica de Gran Bretaña

Fernando de Navascués / ReL

Michael Strode, que murió a los 96 años, ha sido uno de los laicos católicos británicos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Ha dejado un legado muy significativo para los niños y adultos con discapacidad, así como para quienes les cuidan. Michael fue médico, organizó durante 65 años peregrinaciones a Lourdes para personas con alguna discapacidad y sus últimos 30 años fue monje cisterciense en Caldey Island. Muchos de quienes lo conocieron están convencidos de que es un santo y su causa de canonización se abrirá en breve. Richard King, el responsable de este cometido, ha explicado a la prensa británica que “en su devoción por el cuidado de los niños y adultos con alguna discapacidad, el hermano Michael estaba viviendo su amor por la humanidad, firmemente arraigado en su profunda vida espiritual. Y si la causa tiene éxito, un santo actual sería un tremendo ejemplo de amor y servicio para la Iglesia Católica en Gran Bretaña".

Michael nació en 1923 y el 15 de septiembre de 1945 se convirtió al catolicismo haciendo de su fe el centro de su vida. Años más tarde, en 1954, siendo médico de la Escuela del Hospital Chailey Heritage, en Sussex, vio cómo niños de la Iglesia Anglicana eran llevados unos días de fiesta junto al mar. Esto le llamó profundamente la atención, y junto con su colega Peter Keeveney decidieron llevar a cuatro niños católicos con alguna discapacidad en peregrinación a Lourdes.

Un niño de la peregrinación de Michael Strode

Un niño de la peregrinación de Michael Strode

Esto resultó ser el comienzo de una vida dedicada a promover que los niños con discapacidades severas peregrinaran a Lourdes cada Semana Santa. Y, de hecho, fue tal el éxito de esta primera peregrinación que en 1956 creó lo que llegaría a ser la Hosanna House and Children’s Pilgrimage Trust. En la actualidad, esta organización lleva hasta Lourdes más de 5,000 peregrinos en la que es la peregrinación infantil más grande del mundo. Gracias a su fundación se han beneficiado más de 250.000 personas, entre enfermos y voluntarios.

Una fiesta en Lourdes

Desde el principio, la visión de Michael fue única, enfatizando el aspecto festivo de la peregrinación, basada en pequeños e íntimos grupos 'familiares' e insistiendo en que los niños se quedaran con sus ayudantes en cómodos hoteles, en lugar de austeros hospitales que ofrece la organización de acogida de enfermos en Lourdes.

Este modelo ha sido adoptado por muchas otras peregrinaciones y ha deleitado a las autoridades y la gente de Lourdes, que ahora dan la bienvenida a la colorida y vibrante invasión anual de miles de niños y sus jóvenes ayudantes en Pascua. Las calles se llenan de grupos con sus coloridos atuendos, cantando y creando una atmósfera de alegría, mientras brindan una oportunidad para que los niños con alguna discapacidad se sientan felices.

Para Michael Strode, la peregriación debía ser una fiesta para los niños

Para Michael Strode, la peregriación debía ser una fiesta para los niños

¿Y los adultos?

Después de que un “ex niño” peregrino le preguntara a Michael cómo, de adulto, podía seguir visitando Lourdes, Michael y sus colaboradores en la década de 1970 adquirieron y convirtieron un hotel en las afueras del pueblo de Bartres cerca de Lourdes, rebautizado como “Hosanna House”. Se agregaron una capilla, un ala de administración y otra residencial especialmente diseñada para atender enfermos, de forma que en los últimos 45 años, cientos de adultos con discapacidad han disfrutado allí de una semana de vacaciones atendidos por voluntarios.

No obstante, la primera casa fundada por Michael estuvo en North Chailey, donde un matrimonio voluntario atendía a 10 niños con discapacidad como si fueran sus propios hijos. Allí Michael se ofrecía como voluntario los fines de semana y todos los domingos llevaba a los niños y ayudantes católicos a la misa dominical, a la que siempre seguía una visita al pub King's Head para una 'shandy' que tuvo el efecto de hacer que los otros niños exploraran los méritos de ir a la iglesia los domingos.

Michael Strode y la exdirectora de peregrinaciones, Caroline Bennett, disfrutan de una Misa en Lourdes, en 2013

Michael Strode y la exdirectora de peregrinaciones, Caroline Bennett, disfrutan de una Misa en Lourdes, en 2013

Vocación de monje

Quienes le conocían afirman que Michael tenía un aura casi tangible de santidad y mostraba una inmensa serenidad, devoción y cercanía a Nuestra Señora de Lourdes, pero también mostraba un brillo y un sentido de la diversión únicos. Quizá por eso la abadía cisterciense de Caldey y su comunidad iban a desempeñar un papel muy importante en la vida de Michael en sus últimos años. Siendo joven, Michael sintió que tenía la vocación de convertirse en monje. De hecho, estaba tan seguro de ello que, antes de terminar sus estudios de medicina, resolvió abandonarlos y unirse a una comunidad monástica. Sin embargo, al escuchar los consejos de un monje sabio, decidió continuar con sus estudios, y posponer cualquier decisión de seguir su vocación por el momento.

Michael Strode, en medio de sus faenas como monje

Michael Strode, en medio de sus faenas como monje

A lo largo de los años, Michael había mantenido fuertes conexiones con la comunidad cisterciense de Caldey Island, y ya jubilado y disfrutando de su jubilación, casi había olvidado la posibilidad de su vocación a la vida monástica. Sin embargo, un día mientras asistía a Misa sintió la llamada de Nuestro Señor para servirle de esta manera, por lo que se unió a la Comunidad cisterciense de Caldey el 19 de octubre de 1991.

 En 2016, con 93 años, cuando el médico le dio malas noticias sobre salud, después de un momento de silencio dijo con paz y serenidad: "Lo acepto". Sufrió mucho en sus últimos meses debido al aumento de la ceguera, la sordera y el dolor a causa del cáncer de próstata. Sin embargo, nunca perdió su actitud alegre y siempre se alegró de ver a la gente. Murió el 27 de diciembre de 2019.

A lo largo de su vida rechazó no pocos reconocimientos, pero están en su haber la distinción pontificia de Caballero de San Gregorio Magno por su servicio excepcionalmente meritorio a la Iglesia, y la prestigiosa Medalla de Notre-Dame de Lourdes en reconocimiento a su larga dedicación a los peregrinos y peregrinaciones al Santuario.

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