Miércoles, 09 de octubre de 2024

Religión en Libertad

¿Qué pasó con el transhumanismo?

Interior de un humanoide.
Los transhumanistas han descubierto que a la gente corriente no le gustan las terapias génicas, el control digital de los ciudadanos, la desprotección de sus datos personales... Y lo consideran un freno a la generalización de la mentalidad transhumanista. Foto: Possessed Photography / Unsplash.

por Michael Cook

Opinión

En 2004, el eminente politólogo Francis Fukuyama describió el transhumanismo como "la idea más peligrosa del mundo". En 2011, el transhumanismo ocupó la portada de la revista Time con el siguiente titular: 2045. El hombre se hace inmortal.

¿Cuándo fue la última vez en 2022 que leyó usted algo sobre transhumanismo?

"Lo que en tiempos fue un clamor se ha convertido en un ruido de fondo apenas perceptible", escribe George Dvorsky, un autor transhumanista que preside el Instituto para la Ética y las Nuevas Tecnologías (IEET, por sus siglas en inglés), en un interesante artículo en Gizmodo.

No es tanto que el transhumanismo haya decaído, como que se ha normalizado, considera Dvorsky, y cita lo que le dijo Anders Sandberg, catedrático de Oxford y uno de los principales teóricos del movimiento transhumanista: "Vivimos una vida on line utilizando solamente dispositivos móviles (smartphones); nos ayudan la inteligencia artificial y la inteligencia aumentada; la realidad virtual ha regresado; la terapia génica y las vacunas de ARN ahí están; los satélites forman constelaciones masivas; los drones se están convirtiendo en una importante arma de guerra; los derechos transgénero son un asunto fundamental... Vivimos en un mundo parcialmente transhumano". Sin embargo, añadió Sandberg, la idea transhumanista de "aceptar conscientemente este cambio y trabajar para alcanzar ese futuro no se ha generalizado".

El vínculo entre el transhumanismo y el transgenerismo es fuerte, al menos a nivel teórico. El transgenerismo considera el cuerpo como un instrumento maleable y la sexualidad como una limitación que debe ser superada.

Según Dvorsky, Martine Rothblatt, la millonaria transhumanista defensora de los derechos transgénero, dio un paso más cuando dijo: "No podemos sorprendernos de que el transhumanismo surja de las entrañas del transgenerismo... Debemos dar la bienvenida a esta nueva superación de la arbitraria biología'".

Pero hay otras explicaciones de por qué el transhumanismo ya no está en el radar de los medios. Una es el escepticismo e incluso la hostilidad hacia la tecnología: la vigilancia sobre los ciudadanos, el robo de datos, los drones de guerra, la manipulación en las redes sociales, la generación de vídeos falsos ultrarrealistas, etc., han demostrado que los avances tecnológicos tienen un lado oscuro.

Los temas transhumanistas aparecen en las películas... pero casi siempre como parte de un futuro distópico.

Además, la gente está distraída por otras causas: el cambio climático, la guerra en Ucrania, el conflicto con China, las crisis económicas... "Hoy tenemos un serio problema con el cinismo y el pesimismo que impiden a la gente  arreglar y construir las cosas", le dijo Sandberg a Dvorsky: "¡Necesitamos optimismo!"

Por último, la política, en opinión de Dvorsky, a dado un giro negativo. La importante resistencia a las vacunas de la pandemia del covid mostró la hostilidad de mucha gente a cualquier clase de manipulación genética. Y la sentencia Dobbs [que revocó Roe vs Wade] ha restringido los derechos reproductivos, un asunto capital para los transhumanistas. "Aunque cueste admitirlo, mientras no se establezcan esos derechos, parece un poco prematuro alabar los beneficios de la memoria mejorada o los enormes avances en la esperanza de vida", escribe Dvorsky.

Publicado en BioEdge.

Traducción de Carmelo López-Arias.

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