Religión en Libertad

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La Congregación para la Doctrina de la Fe, el año 2002 sacó una nota Doctrinal sobre el compromiso y conducta de los católicos en la vida pública. He aquí un breve extracto: «Los fieles laicos católicos deben comprometerse en la “política”; es decir, en la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común que comprende la promoción y defensa de bienes tales como el orden público y la paz, la libertad y la igualdad, el respeto de la vida humana y el ambiente, la justicia, la solidaridad, etc».


La Iglesia, no tiene ideología política alguna y es por ello por lo que no se identifica con ningún partido político y más aún, rehúsa la idea de crear un partido católico. Por contra, afirma que debe haber católicos que militen en partidos políticos.

En el País Vasco, como en cualquier comunidad autónoma de España, hay políticos que militan en partidos democráticos y que además se confiesan católicos. Algunos de éstos comulgan en la Eucaristía y celebran su fe, los domingos y fiestas, en sus parroquias o iglesias cercanas a sus domicilios. Pasado el fin de semana, regresan a sus lugares de trabajo habituales: Ayuntamientos, Parlamento, Diputaciones donde realizan sus labores como representantes de los ciudadanos, los cuales les dimos nuestro voto de confianza. La inmensa mayoría de los políticos católicos en el País Vasco, cuando llega el lunes, se cambian sus trajes de fin de semana y se ponen sus trajes encorbatados, elegantes propios de políticos «con clase». Con el cambio de vestuario, tienden a relegar a un segundo plano, a dejar en casa en su vida privada sus creencias católicas cómo si la fe en la vida pública, no tuviera cabida alguna. Algún lector me podrá acusar de especular, de hacer demagogia, pero la verdad es que, conozco y tengo amigos en partidos políticos vascos, democráticos de signos contrarios y sé lo que afirmo en estas líneas.


Cuando se afirma que los católicos deben estar presentes en la vida pública no crean que digo que la fe debe imponerse en la sociedad. «La fe no se impone, se propone» afirma el Papa Benedicto XVI. Por otro lado un político que se declara católico debe ser fiel a lo que cree y debe tener el valor, la valentía y la coherencia de rechazar, votando en contra en el Parlamento Vasco o Español, Diputaciones o Ayuntamientos leyes que intenten aprobarse y sean contrarias a la fe católica, o dicho en otras palabras, contravengan su conciencia, por ser leyes injustas, no defiendan la vida, o sencillamente sean contrarias al «bien común».

Conozco personas, que militan en partidos políticos en el País Vasco que dicen ser católicos practicantes y por otro lado están a favor del aborto, o llaman matrimonio a la unión entre personas del mismo sexo. Para más «inri», el domingo se vuelven a poner la chaqueta de católicos y comulgan en la Eucaristía como si nada. ¿Tienen estas personas la conciencia tranquila o tienden a sufrir más tarde o más temprano problemas de conciencia o de esquizofrenia? Lo desconozco, sólo sé que estos tipos de personas que se llaman católicos y comulgan después de votar tales leyes, no hacen ningún bien, ni a ellos ni a la Iglesia católica a la que dicen pertenecer. Esta clase de políticos vascos, me recuerdan a ese grupo social de gran relevancia en la sociedad judía en tiempo de Jesús y que aparecen en los Evangelios. Me refiero nada más y nada menos que a los fariseos.


Estas personas podrán alegar que la disciplina de voto, presentes en muchos o en todos los partidos les hace imposible que puedan votar en contra, porque así el partido lo establece. Animo a los políticos católicos del País Vasco a tener la valentía y el coraje, cuando llegue la hora de votar, hagan uso del Derecho a la objeción de conciencia, recogido en nuestra Constitución Española de 1978. Estos políticos han de darse cuenta que cuando se presenten delante de Dios, Éste les va a preguntar como votaron ellos, no cómo el Partido les dijo que debían votar, y es que para Dios somos adultos libres y responsables. Una ley es legal cuando se aprueba por una mayoría, en el Parlamento, pero esto no implica siempre que una ley aprobada por la mayoría sea moral y no pueda estar en contra del «bien común».

No quiero olvidarme de los políticos católicos de verdad, que los hay, aunque por desgracia son minoría los que luchan «contracorriente» incluso en sus mismos partidos. Son personas coherentes, valientes, que hacen presente su fe en la vida pública, porque la fe tiene que tener hueco y cabida en la vida pública de la sociedad.

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