Arrio, el arrianismo, y el Concilio de Nicea
Antonio Reyes, sacerdote y profesor del Instituto Teológico San Pelagio, en Córdoba, explicó en el Congreso Símbolo Luz de Nicea, del 10 al 13 de junio, por qué Arrio y el arrianismo supusieron un peligro tan grande para la Iglesia. Lo hizo en esta ponencia divulgativa. [Vídeo de 1 hora].
Arrio era un sacerdote de Alejandría del siglo IV que decía que Cristo era "divino" pero solo en el sentido de ser una gran criatura celestial (algo parecido a un ángel), creado por Dios Padre antes del tiempo. Cristo no era "Dios verdadero", según Arrio, no era eterno ni de la misma naturaleza divina que el Padre. En resumen, Cristo, para Arrio, no era verdadero Dios.
El Concilio de Nicea en el año 325 refutó a Arrio y dejó claro que el Hijo es verdadero Dios, igual que el Padre es verdadero Dios, es “de la misma naturaleza” que el Padre.
El problema es que, pese a Nicea, en pocos años el arrianismo fue ganando adeptos, en parte apoyado por futuros emperadores, en parte buscando aliados en los márgenes del imperio (por ejemplo, pueblos germánicos como los visigodos se hicieron arrianos).
El arrianismo obligó a la Iglesia a definir con más precisión la Trinidad y la naturaleza de Cristo.