Apariciones de Dozulé y su cruz de 738 metros: el Vaticano zanja que «consta la no sobrenaturalidad»

Peregrinos en Dozulé, con la cruz elevada en 1972 al fondo.
Entre 1972 y 1978, en la localidad francesa de Dozulé (Normandía), Madeleine Aumont (1924-2016), madre de familia, afirma haber recibido 49 apariciones de Jesús.
La "Cruz Gloriosa"
En ellas le pedía la construcción de la llamada "Cruz Gloriosa", que debía estar completamente iluminada y medir 738 metros de altura con brazos de 123 metros, con la finalidad de ser visible desde muy lejos para simbolizar la redención universal. Una obra que no ha llegado a realizarse, aunque sí se erigió una réplica a escala centesimal de 7,38 x 1,23 metros que desde entonces congrega peregrinos. Los seguidores de la aparición han construido en otros lugares del mundo diversas réplicas denominadas "Cruces del Amor".

Madeleine Aumont, la vidente de Dozulé, fallecida en 2016.
En 1983, el obispo de Bayeux-Lisieux, Jean-Marie-Clément Badré, en cuya diócesis tenía lugar el fenómeno, dejó claro que "en ningún caso la construcción de una cruz monumental emprendida en Dozulé... puede ser un signo auténtico de la manifestación del Espíritu de Dios». Y en 1985 ratificó que "la acción y la agitación, la recaudación de fondos por parte de personas que actúan bajo su propia responsabilidad, sin mandato, sin ningún respeto por la autoridad del obispo... la propaganda fanática a favor del 'mensaje'... la condena sin apelación de quienes no se adhieren a él" le llevaban a la conclusión de que no podía discernir ningún signo que le permitiese afirmar la autenticidad de las apariciones.
Cuarenta años después, su sucesor, Jacques Habert, solicitó y ha obtenido del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, a la luz de las nuevas normas de discernimiento aprobadas por la Santa Sede en mayo de 2024, una declaración de "no sobrenaturalidad".
El documento, firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del dicasterio, tiene forma de carta dirigida a monseñor Habert y se titula La única cruz de la salvación. Concluye declarando que "el fenómeno de las presuntas apariciones ocurridas en Dozulé debe considerarse, de manera definitiva, como no sobrenatural, con todas las consecuencias de esta determinación".
Cuatro razones
Las razones para esta decisión tienen que ver con los mensajes, cuyo contenido, "aunque contiene exhortaciones a la conversión, la penitencia y la contemplación de la Cruz -temas ciertamente centrales en la fe cristiana-, plantea algunas cuestiones teológicas delicadas que merecen una aclaración, para que la fe de los fieles no se vea expuesta al riesgo de deformaciones".
En concreto, el cardenal Fernández señala cuatro puntos:
- Algunos supuestos mensajes "proponen un paralelismo entre la cruz luminosa de Dozulé y la Cruz de Jerusalén", la cual es "el lugar histórico en el que se desarrollaron los últimos acontecimientos de la vida terrenal de Jesús de Nazaret y el lugar salvífico en el que se consumó la Redención", por lo que tiene un "valor único". Por eso, subraya Tucho, "cualquier otro 'signo' de la cruz, por muy devoto o monumental que sea, no puede situarse al mismo nivel" y "parece engañoso, tanto desde el punto de vista teológico como pastoral-simbólico, comparar la 'Cruz Gloriosa' de Dozulé con la de Jerusalén.
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- Otros 'mensajes' proponen a la 'Cruz Gloriosa' como "signo nuevo necesario para la salvación del mundo o medio privilegiado para obtener el perdón y la paz universal. A veces se habla de 'multiplicar el signo', como si tal difusión constituyera una misión impuesta por Cristo mismo... casi como si se necesitara un nuevo 'monumento redentor' para el mundo moderno... Ninguna cruz, reliquia o aparición privada puede sustituir los medios de gracia establecidos por Cristo". Por otra parte, añade la carta, "hay que reiterar que ninguna revelación privada debe considerarse una obligación universal o un signo que se imponga a la conciencia de los fieles, incluso cuando junto a tales fenómenos se produzcan frutos espirituales".
- Entre las afirmaciones más preocupantes de los presuntos mensajes de Dozulé se encuentra la referencia a la “remisión de los pecados” a través de la contemplación de esta cruz de Dozulé. Uno de esos mensajes dice que "todos los que hayan venido a arrepentirse a los pies de la Cruz Gloriosa serán salvados", y en otros hay expresiones similares. "Aquí se encuentra el principal error teológico de los presuntos mensajes de Dozulé, ya que tales expresiones son incompatibles con la doctrina católica de la salvación, de la gracia y de los sacramentos": "El texto, por ejemplo, del presunto mensaje del 1 de marzo de 1974 sugiere que el solo hecho de ir al pie de la cruz es suficiente para obtener el perdón y la salvación. La Iglesia católica, en cambio, enseña que el perdón no proviene de un lugar físico, sino de Cristo mismo, que la remisión de los pecados se recibe a través de los sacramentos, en particular a través del sacramento de la Penitencia, y que ningún objeto puede sustituir a la gracia sacramental", sentencia el prefecto de Doctrina de la Fe. Y reitera la doctrina católica contra el pelagianismo: "El ser humano no puede pretender con ningún acto comprar la amistad de Dios, que sigue siendo un don gratuito de su amor. El ser humano pecador, con sus actos buenos, movido por el impulso del Espíritu, solo puede prepararse para la justificación, pero estos actos no merecen la justificación".
- Por último, algunos "textos e interpretaciones" de las apariciones hablan de una inminente venida del Señor incluso con fechas concretas que no se cumplieron, como cuando, el 31 de mayo de 1974, se anunció que el Año Santo de 1975 sería "el último Año Santo". El cardenal Fernández recuerda que, "aunque el tema del regreso del Señor es parte integrante de la fe cristiana, la Iglesia, al tiempo que recuerda que el regreso de Cristo es una verdad de fe (aunque nadie puede saber ni anunciar la fecha o las señales precisas), desconfía de las interpretaciones milenaristas o cronológicas de dicho regreso, que corren el riesgo de fijar tiempos o modalidades del juicio final".