Religión en Libertad

La Asociación de Exorcistas habla de los pueblos que intentan traer turistas celebrando pasados de brujas que no existieron

Los exorcistas protestan por el negocio de las brujas, ¡las reales, y las inventadas!

Una mujer vestida de bruja, quizá para una performance artística

Una mujer vestida de bruja, quizá para una performance artísticaLuc Bercoth, Unsplash

Pablo J. Ginés
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Las brujas son un negocio. O varios a la vez. Siempre lo fueron, pero ahora hay nuevos formatos, también ligados al turismo. La Asociación Internacional de Exorcistas ha denunciado, en un artículo en su web, titulado "Invención de la tradición y engaño de lo oculto", que hacer negocios turísticos con la brujería "se ha convertido en una moda".

"Ya no se limita a la noche de Halloween. Con ocasión de equinoccios, solsticios o festividades religiosas y civiles a lo largo del año, cada vez más gobiernos locales organizan mercados mágicos, espectáculos esotéricos y eventos dedicados a brujas y abiertos a adivinos. Porque el misterio es fascinante, y la magia atrae a los turistas como moscas a la miel", protestan los exorcistas.

Los exorcistas lamentan que ayuntamientos, asociaciones culturales y oficinas de turismo en Italia cada vez inventan más historias de brujas y sitios "poderosos". Así, para atraer turistas, se "falsifica la historia de los lugares".

Los exorcistas, precisamente, no dudan ni de la existencia de brujas reales ni de su capacidad de dañar a la gente, pero también es dañino inventar historias y banalizar el fenómeno. Recomiendan un libro en inglés de 1983, editado por Eric Hobsbawm y Terence Ranger, titulado La invención de la tradición. En él, diversos historiadores y antropólogos constatan lo que el historiador Hobsbawm resume así: "tradiciones que parecen, o se afirma que son, antiguas, a menudo tienen un origen bastante reciente y, a veces, son totalmente inventadas". Incluyendo historias de brujas, "mujeres sabias", hechos sobrenaturales...

"La imaginación desenfrenada puede jugar malas pasadas, y aquí llegamos al punto pastoral y moral tan preciado para los sacerdotes exorcistas", dice el escrito de la asociación de exorcistas. Ponen el ejemplo de Calcata, un pueblo de 900 habitantes, de aspecto imponente, con bosques y precipicios, construido sobre un espolón de toba en el Valle del Treja. Despoblado con la industrialización, desde los años 70 atrajo artistas y artesanos, que tienen que vender sus artesanías hablando de su "magia", de sus "energías vibrantes" y de (citan un artículo turístico) "ecos de ritos olvidados y cantos ancestrales". 

Un festival de temática centrada en las brujas, una forma de atraer turistas y visitantes en algunos pueblos

Un festival de temática centrada en las brujas, una forma de atraer turistas y visitantes en algunos pueblosumanoide, en Unsplash

Así, Calcata se convirtió rápidamente en el "Pueblo de las Brujas" porque, empezó a decirse, "una poderosa energía esotérica emana del subsuelo", con la ayuda de un antiguo altar del pueblo itálico falisco cercano y cuevas donde se celebraban ritos arcaicos. Después se habla de brujas de antaño ("descritas como mujeres libres y sabias") y, desde hace un tiempo, Calcata se llena de turistas y curiosos para Halloween.

Lo cierto es que ningún historiador conoce ningún documento que hable de brujas en Calcata. Es todo un invento reciente. "¿No bastó el arte para revitalizar este pueblo despoblado? Al parecer, no. ¿Y el cine? Calcata ha sido escenario de numerosas películas, tanto italianas como extranjeras. También cuenta con un hermoso jardín literario creado por el renombrado arquitecto romano Paolo Portoghesi, quien vivió y trabajó aquí. Entonces, ¿qué propósito tendrían creencias y leyendas infundadas, pero funcionales para inventar una tradición (mágica)? ¿Para desarrollar la economía local? Ni siquiera las mejores intenciones pueden permitir que se engañen las mentes y los corazones".

Sobre pasados inventados, el historiador Francis Young señalaba en 2020 en la revista First Things que casi siempre lo que presentan como "restos paganos" o "rituales paganos ancentrales" son solo tradiciones peculiares campesinas, que suelen buscar bendición para las cosechas o las familias, sí, pero no heredan nada de un pasado pagano. Algunas son muy modernas.

Por ejemplo, en 1939 la antropóloga aficionada Julia Hamilton Somerset inventó en un artículo el término "hombre verde" para referirse a esculturas de hombres hechos con ramas y hojas que se encuentran en monumentos medievales ingleses y franceses. Algunos quieren presentarlo como un vestigio pagano, pero los medievalistas lo ven más bien como símbolos del pecado que atrapa, o de la naturaleza que combate con el hombre. Hoy en Inglaterra hay "festivales del Hombre Verde", totalmente modernos, totalmente inventados, llenos de ecologismo y neopaganismo más o menos consumista.

El alcalde democristiano y el festival de brujas recién inventado

Volviendo a Italia, otro caso se ha dado en la localidad italiana de Benevento (Campania), donde este año se celebró su primer festival "Janara" de brujas. Los exorcistas protestaron y señalaron que el alcalde, el veterano democristiano Clemente Mastella, hace mal en atribuir a la ciudad "condiciones privilegiadas para la brujería". Unas 20.000 personas acudieron al festival y el ayuntamiento quiere repetirlo. 

Una chica maquillada como una bruja, mezclando estilo gótico y siniestro

Una chica maquillada como una bruja, mezclando estilo gótico y siniestroEnrique Bancalari, Unsplash

Los exorcistas señalaron en un comunicado la fascinación morbosa que el tema genera en los niños. Apuntan además que "la brujería no solo es una realidad que en sí misma es objetivamente contraria al cristianismo, sino que es también enemiga de la libertad y de la dignidad del ser humano. Tratar este fenómeno como algo cultural o folklórico no necesariamente implica justificarlo, pero sí facilitar a las personas conductas peligrosas para ellas y, por tanto, dañinas para el crecimiento humano, personal y social". Promoverla es "una grave malicia interior y una falta de conciencia cívica". 

Los pueblos "de brujas" en España

En España la caza de brujas se realizó, como tantas otras cosas, con abundancia de documentación y papeleo, transcripciones de juicios, torturas y listas de sueldos y honorarios de escribamos, torturadores, alguaciles, etc... para alivio de los historiadores, contentos de poder citar fuentes y legajos.

Así, cuando un pueblo presume por razones turísticas de ser "pueblo de brujas", si no tiene juicios documentados a los que acudir, sólo le queda el invento puro y duro, y los encantos del paisaje (y no faltan en España paisajes mágicos y evocadores).

Repasando en SensacionRural.es una lista de 8 pueblos "de brujas" nos encontramos que todos tienen su encanto, pero no todos tienen historia real.

  • Trasmoz, en Zaragoza, con menos de 75 habitantes, presume de estar excomulgado desde el siglo XIII; y maldecido desde el s.XVI por el abad de Veruela. Inspiró "El monte de las ánimas", de Gustavo Adolfo Bécquer. Y tiene un Museo de la Brujería y Supersticiones del Moncayo. Tiene su base histórica. Otra cosa es valorar su "Feria de Brujería, Magia y Plantas Medicinales del Moncayo" del verano.
  • Zugarramurdi, en Navarra, sufrió una caza de brujas en el siglo XVI, con ejecuciones bien documentadas y frenada por el inquisidor Salazar y Frías, que se mostró escéptico cuando tomó las riendas. Sus cuevas y paisajes son fascinantes. Alberga un Museo de las Brujas. Muchos visitan desde aquí los paisajes del Valle del Roncal, el de Salazar o Arraitz.
  • Soportújar, en la Alpujarra granadina, dice haber sido fundada por gallegas que huían de Galicia acusadas de brujería. No tiene ninguna base histórica. Cada verano los turistas acuden con la excusa de su "Feria del Embrujo".
  • San Salvador de Coiro, en Galicia, cuenta leyendas de campanas que nadie tocaba y reunían a brujas en la playa. Otro caso de leyendas sin base histórica.
  • En Cataluña central, en las comarcas de Osona, Berguedà y Bages, en la zona del Lluçanés, hay grandes paisajes y es verdad que hubo una terrible caza de brujas en la primera mitad del siglo XVII. En Sant Feliu Sasserra enseñan un porche especial donde el cura hacía rezos contra el mal tiempo. En el Serrat de les Forques, se señala el lugar de ejecución de al menos 6 mujeres acusadas de brujería. La ruta propone visitar El Roc Foradat (una misteriosa piedra cuadrada con un agujero en medio), el Gorg de les Heures (supuesto lugar de aquelarres) y Gotes de Fumanya (otro lugar de reuniones brujeriles). Todo se ofrece concentrado en la Feria de las Brujas, que se realiza el 31 de octubre y 1 de noviembre. 
  • En Villarino de Aires, al oeste de Zamora y Salamanca, en plena comarca de Arribes, siempre hubo leyendas de brujas y se registraron hace mucho por escrito. Las leyendas, no juicios concretos. También las hay de duendes y seres místicos.
  • En Jerez de los Caballeros (Extremadura) y en Burguillo de Cerros hay tradiciones que hablaban de brujas. Antonio Machado, padre del poeta, hablaba de ellas en sus escritos costumbristas o legendarios.
  • En Cernégula, población de 70 habitantes en la comarca del Alfoz, en Burgos, hablan de que allí llegaron brujas huyendo de persecuciones, y se concentraban en una laguna cercana. Una estatua de bruja con escoba en la laguna recuerda la leyenda, sin más base histórica. En el pueblo colocan veletas con siluetas de brujas para reclamar esta peculiaridad.

"Lo negoci de las bruxas"

La brujería, y la caza de brujas también, han ido ligadas al intento de enriquecerse a partir de la desgracia ajena.

Por ejemplo, siempre hubo mujeres (y hombres) que cobraron dinero por realizar rituales, hubiera o no de verdad un poder sobrenatural detrás.

También fue un negocio la detección y caza de brujas. En el caso de la Cataluña de inicios del siglo XVII está claro y muy documentado. Los documentos de los casos de Tarrasa de 1602 a 1619 hablan "lo negoci de las bruxas". Las autoridades locales (alcaldías o pequeños señores feudales) tenían muchísima autonomía para organizar juicios, interrogatorios, torturas... El 90% de los procesos catalanes los iniciaron o instruyen entidades civiles, no religiosas. Llegaban cazadores de brujas profesionales, que buscaban mujeres a las que denunciar, a menudo extranjeras, francesas que habían huido de las guerras de Francia, se habían casado con catalanes y quizá enviudado. Es decir, mujeres con poca familia que les apoyara. Bajo tortura, ellas podían acusar a otras vecinas.

El negocio consistía en confiscar sus bienes y en conseguir del erario público dietas, sueldos, y costes, implicando a médicos, escribanos que levantaban acta, especialistas que llegaban de la gran ciudad, verdugos profesionales, etc... Cuando un pueblo no daba para más, los profesionales pasaban al valle de al lado. A partir de 1622 los obispos locales, algunos jesuitas y autoridades del Rey detuvieron algunos juicios, liberaron presos y denunciaron claramente el negocio en el que se basaban. Desde entonces, aunque aún habría algún juicio aquí y allá, cada vez se implicaba más a jueces eclesiásticos y casi nunca ya acababan en ejecuciones. 

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