Religión en Libertad

En su séptimo libro, Hervé Alústiza propone una visión del reciclaje no ideológica, sino cristiana

«Reciclones», el libro que enseña ecología «trascendiendo lo material» y buscando el bien común

El escritor Hervé Alústiza publica su séptimo libro titulado

El escritor Hervé Alústiza publica su séptimo libro titulado "¡Reciclones en acción!".

Redacción REL
Publicado por
Enrique Rodríguez

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El escritor de literatura infantil y juvenil Hervé Alústiza publica su séptimo libro titulado ¡Reciclones en acción! Hervé, conocido ya por sus álbumes navideños en verso durante cinco años consecutivos Y corrieron hacia Belén y otros cuentos. Ahora tenemos la oportunidad de entrevistarle sobre este libro y sus diferentes facetas.

-Eres muy conocido por los álbumes ilustrados en verso que alegran la Navidad al público infantil. Ahora, en primavera, ha nacido esta novela para adolescentes. ¿Cuál es su origen?

-Hace años que llevaba rumiando esta historia. Después la escribí y reescribí. De unos años a esta parte, se habla mucho del reciclaje. Esta historia se desarrolla a propósito del reciclaje con la ilusión de trascender lo simplemente material y rescatar la importancia de cuidar a las personas, su valor frente a la cosificación.

-¿Qué trama tiene el libro?

-Trata sobre una pandilla amiga que juega con su perro Rufo. Al lanzarle lejos una pelota para jugar, descubren a una extraña mujer cerca de los contenedores con un carro oculto a la que preguntan y no responde. Sorprendidos ante su forma de vestir y de reaccionar siguen sus pasos… ¿Qué misterio envuelve a aquella persona extravagante? Por otra parte, esta cuadrilla tiene su historia en la escuela: con las trastadas y las burlas propias de su edad. Hay un maestro que los acompaña en esa travesía incierta de la adolescencia tratando de enseñarles a pensar. Así se teje una historia de intriga, humor, amistad, reciclaje creativo y reciclaje de los corazones: vida aprendida en la escuela que contrasta con la vida de la calle.

-¿Dónde buscaste la inspiración para esta historia?

-Es una realidad que me golpea el corazón desde siempre. Hace muchos años, en mi barrio, veía a un tipo estrafalario que hablaba sólo en voz alta. Solía llevar diferentes sombreros que él mismo creaba. Con su extraña mirada asustaba a los viandantes, pero el pobre hombre hacía lo que podía para salir adelante. En aquella época no me animé a hablar con él y no lo he vuelto a ver. Años después experimenté la pobreza extrema de Calcuta, en la que el hambre se multiplica en personas intocables, despreciadas simplemente por la casta en la que nacieron. También estuve haciendo con mi esposa unos talleres de escritura con personas sintecho y me impactó conocer en primera persona sus historias.

Y por otro lado, tengo un amigo muy artista que hace esculturas con materiales que va encontrando en la calle. Me ha decorado varias guitarras rescatándolas del contenedor. Supongo que estas realidades me llevaron a dar con la figura clave de la historia, después vino el juego de palabras de una pandilla amiga, a la que llamé “Reciclones”.

El escritor Hervé Alústiza, autor de

El escritor Hervé Alústiza, autor de "¡Reciclones en acción!", con algunas de sus guitarras recicladas.

-¿Crees que el planeta está en peligro?

-En peligro estamos cuando no vemos más allá de nosotros. El planeta es un todo: la naturaleza y la humanidad. Si no cuidamos las dos no tiene sentido. La devastadora guerra nuclear nos ha dejado tocados. Y gran parte de la economía se utiliza en armamento. No hay que ser victimistas ni cenizos, aunque sí realistas. El planeta lo cuidamos desde nuestro interior buscando el bien común en nuestra familia, comunidad, vecinos, barrios, pueblos, ciudades…

El riesgo es quedarnos en la superficie: entretenernos con normativas sofisticadas sobre reciclaje de basuras y cálculos de consumo. Eso nos hace siervos de unas ideas. De hecho, muchas veces acabamos “rebotados”. Puede que logremos reducir algunos residuos, pero importa mucho más generar una cultura en la que ya no primen mi bienestar y mi consumo, sino que sepa mirar las necesidades de los demás.

-¿Cómo podemos animar a cuidar y a cuidarnos con integridad?

-Desde un enfoque positivo y esperanzador. Podemos mejorar la calidad de vida de quienes nos rodean teniendo especial dedicación por los más frágiles: los niños, los enfermos, los ancianos. Hay muchos modos de combatir la toxicidad, por ejemplo, evitando el chismorreo hiriente o disminuyendo nuestra desproporcionada basura tecnológica. 

Podemos disfrutar de la naturaleza, del cielo y del sol, de la sencillez, de los pequeños detalles. Al gozarlo, querremos preservar esos tesoros. El cántico a las criaturas de nuestro querido San Francisco de Asís recoge muy bien este planteamiento. Eso nos llevará a no vivir en el derroche consumista y a evitar, como decía el Papa Francisco, sucumbir a una cultura del descarte. Este libro va en la línea de la Encíclica Laudato si que el Papa Francisco nos ha dejado como legado espiritual.

-¿Y los adolescentes conectan con esas ideas?

-Podemos tener una imagen estereotipada de los jóvenes: unos pasotas y otros defensores de causas perdidas. Creo que nuestros jóvenes desean como nosotros la felicidad. Lo importante es saber dónde buscarla y encontrarla. A ellos les ha tocado el aislamiento del COVID, la sobreinformación de las redes con noticias falsas, la dificultad para comunicarse con tantas pantallas como filtros. Pero el deseo de amar, de ser solidarios con las necesidades de los demás, su sed de familia y de amistad son los mismos hoy que ayer. Si hay algo propio de la adolescencia y la juventud es el deseo de cambiar el mundo. Y también experimentan que ese cambio empieza en el propio corazón y en la relación con los más cercanos. En esta historia se ve también la importancia de crecer con buenos amigos.

-¿La comida y la ropa se desechan con facilidad? ¿Qué se puede hacer?

-El tema de la ropa es algo curioso porque lo que se llevaba hace veinte años vuelve a estar de moda y la gente busca en tiendas de segunda mano no por necesidad si no por ir vestido a la última, pero en plan vintage. El ser humano puede ser muy ocurrente (risas).

Respecto a la comida, más allá de soluciones estructurales, que a mí se me escapan, pienso que sí hay una línea roja que tendría que ser infranqueable: no tirar comida. Es urgente que nos preguntemos cómo llenamos nuestras despensas y por qué nuestra ansia de abundancia a veces acaba llevando alimentos al contenedor. Sinceramente, pienso que es urgente que nuestros niños aprendan en casa y en la escuela que es un error inmenso desechar alimentos que otros (incluso a nuestro alrededor) necesitan para vivir. ¡Hay gente que pasa hambre! Y a eso no podemos acostumbrarnos. La ecología puede comenzar ahí, como un terreno fértil que sustente el deseo de cuidar el planeta.

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