Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

La persecución checa fue especialmente «taimada y tenaz»

El Estado checo compensará a las iglesias por lo que robó la dictadura comunista

La Iglesia católica recibirá 1.890 millones de euros en 30 años; los diputados comunistas y socialistas, herederos del régimen anterior, protestan.

Pablo J. Ginés/ReL

Museo del comunismo de Praga
Museo del comunismo de Praga
La web del Ministerio de Cultura checo publicó esta semana sus cálculos para indemnizar a las 17 comunidades religiosas que fueron perseguidas y expoliadas por la dictadura comunista que se instaló en el país tras la Segunda Guerra Mundial.

En total, se trata de 2.385 millones de euros (59.000 millones de coronas checas), a lo que habrá que sumar la inflación, ya que se entregarán a lo largo de 30 años.

Además, el Estado devolverá terrenos y edificios confiscados, pero no todos: sólo el 56% de lo que confiscó el régimen estatalista. El régimen comunista (19481989) confiscó 181.000 hectáreas de bosques y 72.000 hectáreas de cultivos a las iglesias.

La Iglesia católica, que era la de mayor tamaño y la que contaba con mas inmuebles y terrenos, recibirá 1.890 millones de euros. Le siguen la Iglesia Husita Checoslovaca (121 millones de euros) y la Iglesia Evangélica de los Hermanos Checos (unos 80 millones de euros).

Al mismo tiempo, el Estado checo va a ir separándose de la colaboración económica directa con las iglesias. Lo hará en un periodo de transición que empezará en 2013 y durará 17 años. Durante los tres primeros años, el Estado aún pagará los sueldos completos del clero, lo que le costará 58 millones de euros por año de sus presupuestos. A partir del cuarto año, bajará la suma en cinco puntos porcentuales cada año.

Los diputados comunistas y socialistas, herederos de quienes robaron propiedades y libertades al pueblo checo, han protestado, quejándose del coste para el erario público.

El país menos religioso de Europa
El país tiene unos 10,5 millones de habitantes y es el menos religioso de Europa, junto con Estonia. En 1991, al llegar la democracia, aún un 39% de checos se declaraban católicos; en 2001 ya solo era un 27%. En el censo de 2001 el 59% se declaraba ateo, agnóstico o no religioso, y solo un 2,5% protestante. Según el Eurobarómetro 2005, sólo un 19% declara que "creen que hay un Dios", mientras que un 50% cree que "hay algún tipo de espíritu o fuerza vital" y un 30% cree que no hay Dios ni espíritu ni fuerza vital alguna.

Esto se explica en parte por la represión comunista contra la religión, que fue mucha más intensa que, por ejemplo, en Polonia o Croacia.

En su libro "Persecuciones religiosas y mártires del siglo XX" (Palabra, 2001), el historiador Vicente Cárcel Ortí explica que "la persecución religiosa en Checoslovaquia fue más taimada y tenaz que en otros países del llamado socialismo real, hasta el extremo de que fue llamada la persecución de la teocracia del Estado ateo. Las medidas gubernativas fueron tan duras y aplicadas con tal rigor que prácticamente desapareció todo cuanto fuera o tuviera relación directa o indirecta con la Iglesia católica. Obispos y sacerdotes fueron encarcelados o trasladados obligatoriamente a regiones donde no eran conocidos. Las comunidades de religiosos y religiosas fueron suprimidas con violencia y sus miembros trasladados a conventos de concentración, que eran una especie de lugares de detención donde sólo podían desarrollar una vida religiosa muy limitada".

El libro de Cárcel Ortí da más detalles:

"La propaganda atea, principalmente entre la juventud, se acentuó. El Gobierno ejerció presiones morales sobre los padres para que no dieran formación religiosa a sus hijos. También ejercieron presión sobre algunas categorías de empleados para que renegaran de la fe católica."

La mayoría de los obispos fueron encarcelados o trasladados. Sus diócesis quedaron a cargo de vicarios impuestos, con poco disimulo, por el Estado. Solo se permitieron dos seminarios en el país y los funcionarios estatales controlaban al profesorado y los seminaristas.

Nada más llegar los comunistas, cerraron las escuelas, los periódicos y las editoriales católicas. En la noche del 13 de abril de 1950, fueron clausurados todos los conventos y monasterios, y se declararon extintas todas las Órdenes religiosas. Jan Korec, que sería cardenal, fue puesto a trabajar de operario, bibliotecario, barrendero…, hasta que en 1961 fue detenido y condenado a 12 años de prisión. Miloslav Vlk, luego obispo de Praga, nada más ser ordenado, fue enviado a las montañas y no se le dejó ejercer de sacerdote hasta 1978. Durante diez años, hasta poco antes de la caída del Muro de Berlín, trabajó en una fábrica de automóviles, y también como limpiacristales y archivero... y confesando a escondidas a quien se lo pidiera.

En 1953, al morir Stalin, fueron excarcelados bastantes clérigos, obispos y religiosos. A las monjas liberadas se les permitió dirigir asilos de enfermos mentales y ancianos.

El clero colaboracionista
Tras la invasión soviética de agosto de 1968, volvió la represión, más sutil. La mitad de lo sacerdotes eran adictos al régimen, por miedo o por convicción. Como aún sucede en China, se organizó en Checoslovaquia toda una iglesia clandestina fiel a Roma. Algunos obispos y sacerdotes fueron ordenados a escondidas en la cárcel por obispos legítimos.

El Estado fomentó un movimiento pseudocatólico dirigido por un ex-cura excomulgado, luego ministro, llamado "Sacerdote católicos para la paz", que bendecía todo lo que la URSS y Praga hacían y condenaba como belicista cualquier paso de Estados Unidos y occidente. La Santa Sede condenó en 1982 estos movimientos colaboracionistas, pero muchos obispos checos y eslovacos se mostraron blandos con ellos, por miedo a represiones del régimen. Solo el futuro cardenal Tomasek (18991992) plantó cara con insistencia al clero colaboracionista.

Todo esto ayuda a explicar por qué la República Checa es una de las zonas más descristianizadas de Europa.
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