Religión en Libertad

El cardenal arzobispo de Madrid previene de los pecados contra esta virtud y llama a la conversión

3 formas de hallar esperanza «en una civilización que se agota»: Cobo publica su carta de Cuaresma

El arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, publica su carta pastoral de Cuaresma.

El arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, publica su carta pastoral de Cuaresma.

José María Carrera Hurtado
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De cara a la próxima celebración del tiempo de Cuaresma, que este año se celebra del 5 de marzo al 17 de abril, el cardenal arzobispo de Madrid ha hecho pública su carta pastoral Conviértete y cree en la esperanza.

En ella, el cardenal señala el actual como un tiempo de desesperanza, marcado por el “desencanto y la falta de ilusión” y por unas “guerras cercanas y lejanas, pandemias mal digeridas, y catástrofes naturales y crisis recurrentes”. Todo ello lleva a pensar según el cardenal en “cómo se agota una civilización” y a ver el futuro “como una amenaza más o menos difusa entre guerras cercanas y lejanas, pandemias mal digeridas, y catástrofes naturales y crisis recurrentes”.

Ante ese contexto, el cardenal ha renovado el habitual mensaje de conversión de la Cuaresma pero, en este caso, enfocado a recuperar y vivir una virtud de la esperanza que para él “es una realidad comunitaria y se realiza para cada persona, pero dentro de un `nosotros´”.

Pecados contra la esperanza

En una actitud preventiva, el arzobispo advierte en primer lugar de los “pecados contra la esperanza”, entre los que remarca:

-Confundir Esperanza con optimismo. El cristiano es un ser esperanzado, más que un optimista. El optimismo parece a veces una invitación a mirar solo la parte positiva de la realidad. El esperanzado invita a mirar la realidad en su totalidad, pero sabiendo que la última palabra es de futuro y es de Dios.

-El miedo al compromiso por creer que Dios me quita mi tiempo o mis posibilidades. Es lo que el Papa Francisco llama la acedia egoísta.

-La tristeza individualista: El individualismo fragmenta y descohesiona. Olvida que la Esperanza cristiana es siempre Esperanza para los demás. Será el bautismo y la vida vivida como respuesta a una vocación donde encontremos la renovada alegría y la capacidad de salir de nuestros pequeños espacios para caminar juntos como Pueblo de Dios, con la conciencia de que no podemos salvarnos a nosotros mismos

-Dejarnos arrastrar por la violencia y la polarización. Son virus que llegan hasta nuestra Iglesia porque estamos viviendo en ese clima desesperanzador. Nuestro desenfocado amor a la iglesia puede, paradójicamente, volvernos estrechos de miras o mirar con ojos no evangelizados.

-Alejarse de la cruz de Cristo: A menudo pensamos que encontraremos más fácilmente a Dios en la paz de nuestro sentimiento, o en la tranquilidad del templo, o en la quietud sospechosa de vidas no tocadas por la llamada a la conversión e instaladas en la pereza, la injusticia, la ideologización de la fe o la mediocridad. La Esperanza cristiana no se basa en señales humanas, sino en Dios y su Promesa.

-Olvidar a los crucificados y a las víctimas: Dios se revela a los arrabales de la ciudad, en la cima de la montaña y fuera del campamento, muchas veces fuera de nuestro pequeño mundo eclesiástico. Los rostros de los que están fuera nos apremian y nos dejan a la intemperie.

-Dejar de soñar según Dios: Sabemos bien que la sociedad actual no es nuestro ideal. Somos ciudadanos de la tierra pero con salvoconducto para el cielo pertenecemos a una sociedad nueva: hacia ella nos encaminamos. Nuestro peregrinar en Esperanza la anticipa de algún modo

Tres formas de convertirse a la esperanza

Frente a ellos, el cardenal Cobo llama a la conversión a la esperanza durante esta Cuaresma y a “preguntarnos con sinceridad y humildad en quién o en qué la ponemos”, a través de algunas claves concretas:

1º Renovar el bautismo: En primer lugar, el cardenal llama a los fieles a “afrontar de forma nueva e intensa” la renovación de las promesas bautismales durante la Pascua, así como a poner en práctica el compromiso de los laicos “con el mundo, nuestros entornos y familias desde la perspectiva del Reino de Dios”. Para ello, propone fomentar la vida de oración constante” a través de la práctica de la Lectio Divina, organizar catequesis y retiros, fomentar el sentido de pertenencia a la comunidad, entre otras.

2º El servicio a los demás: “Esta Cuaresma puede ser un momento especial para la caridad, para el servicio a los demás. Prodiguémonos en visitar a enfermos, acompañar a personas mayores que padecen la soledad no deseada, ayudar a los necesitados o a escuchar despacio y con empatía realidades cercanas que necesitan atención y cariño”.

3º La Iglesia como lugar de encuentro: “Propongo que intensifiquemos los encuentros, especialmente los que visibilicen la pluralidad y la comunión. Que los discípulos de Cristo, que murió para unir a los dispersos, seamos instrumento para derribar muros y diluir polarizaciones por la vía del encuentro. Que practiquemos la mesa compartida, rebajemos el tono de nuestros enfrentamientos y, sobre todo, aprendamos a mirarnos a los ojos”. 

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