Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

San Lucas 4,16-30

Se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios

ReL

Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

Evangelio según san Lucas 4,16-30

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.

Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.»

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.

Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»

Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo" y´ "haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún".»

Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.

Y muchos leprosos habla en Israel en tiempos de] profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Señor Jesús, cuánto deseo que tu santo Espíritu esté sobre mí para ser semejante a ti y hacer el bien. Para ser instrumento tuyo, enséñame, Señor, a conocer bien tu Evangelio, a ser de los pobres de tu reino, a ser libre de las cosas de este mundo, a tener vista para reconocerte. Ven en mi ayuda, como enviaste auxilio a la viuda de Sarepta por su pobreza. Y que como tú, Jesús, todos los que son perseguidos sepan abrirse paso y continuen la misión que les encomiendas aunque no les falten quienes quieran despeñarlos.

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