Religión en Libertad

José Gregorio Hernández, el «médico de los pobres» venezolano, acaba de ser canonizado por León XIV

San José Gregorio Hernández, microbiólogo y conciliador de ciencia y fe «al más puro estilo español»

José Gregorio Hernández Cisneros, santo y científico.

José Gregorio Hernández Cisneros, santo y científico.

Alfonso V. Carrascosa
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San José Gregorio Hernández (1864-1919) fue un médico venezolano nacido en Isnotú, en el estado Trujillo, hacia el centro-oeste de Venezuela, con quien arrancó la historia oficial de la microbiología en Venezuela: con él al frente se fundó la Cátedra de Bacteriología y Fisiología de la Universidad Central de Venezuela (UCV) el 6 de noviembre de 1891, después de haber sido becado por el gobierno de la época para cursar estudios de especialización en París.

Fue el primer paso de la institucionalización de esta joven disciplina científica de las ciencias naturales que se llevó a cabo en Venezuela. En san José Gregorio se dio la conciliación ciencia-fe al más puro ‘estilo español’, del que no paramos de dar ejemplos en ReL: si hay una nación cuya historia de la ciencia esté imbricada con el desarrollo de la fe católica, esa es España, y una nación hispanoamericana no podía ser menos, además en microbiología.

La imagen de San José Gregorio lleva años presidiendo la mayoría de las camas hospitalarias, cuyos ocupantes de cualquier condición social aspiran, por vía de la fe, al sostenimiento de su ánimo y a la curación -a poder ser- o mejoría que la medicina terrenal no pueda darles. El Santo Padre León XIV acaba de canonizarlo el pasado 19 de octubre de 2025, XXIX domingo del Tiempo Ordinario, en la Plaza de san Pedro, diciendo al finalizar su homilía en la plaza de San Pedro:

Estos fieles amigos de Cristo son … bienhechores de la humanidad con sus corazones encendidos de devoción, como … José Gregorio Hernández Cisneros. Que su intercesión nos asista en las pruebas y su ejemplo nos inspire en la común vocación a la santidad. Mientras peregrinamos hacia esa meta, no nos cansemos de orar, cimentados en lo que hemos aprendido y creemos firmemente (cf. 2 Tm 3,14). De ese modo, la fe en la tierra sostiene la esperanza en el cielo.

Tras su canonización, probablemente la microbiología venezolana sea la única que tiene un santo al frente, del cual prácticamente todo lo que hay que saber se puede encontrar en el portal dedicado al nuevo santo.

Los venezolanos celebran a sus dos nuevos santos, José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles Martínez, el pasado 19 de octubre.

Los venezolanos celebran a sus dos nuevos santos, José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles Martínez, el pasado 19 de octubre.

Tras los primeros pasos de San José Gregorio, la microbiología se fue desarrollando en los Institutos Pasteur de Caracas y Maracaibo a finales del siglo XIX, y a partir de 1958 en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (INVIC). Este último contó ya en sus comienzos en el área microbiológica con un Departamento de Virología y otro de Patología Experimental que fueron fusionados en 1970 en lo que hoy constituye el Centro de Microbiología y Biología Celular.

Ese mismo año se creó la primera Facultad de Ciencias del país en la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde se establecieron laboratorios que hoy hacen investigación en aspectos bioquímicos y moleculares de microorganismos, fundamentalmente bacterias y parásitos.

De reciente creación es la Colección de Cultivos Microbianos que reside en el Instituto de Biología Experimental de esa Facultad y que aspira a servir de referencia para los microbiólogos venezolanos.

También desde el ámbito privado echó a andar no hace mucho el Centro de Biotecnología Polar, asociado a la industria cervecera más importante de Venezuela, con una investigación científica de alta calidad ligada, como era de esperarse, a los intereses de esa industria.

A San José Gregorio le transmitieron la fe sus padres, quedando huérfano de madre siendo el mayor de seis hermanos, ayudado por su tía, religiosa dominica que fue exclaustrada por imposición legal laicista. De las segundas nupcias de su padre tuvo seis hermanos más.

De excelentes cualidades para el estudio, terminó Medicina, graduándose con excelentes calificaciones, en la UCV el 29 de junio de 1888. Completó sus estudios en París. En 1908 sintió la vocación a cartujo, iniciando su noviciado en Italia, pero no cuajó. Desde 1909, cuando regresa de La Cartuja, residió en el sector La Pastora, dónde tenía su casa y «consultorio».

Durante estos años acudía diariamente al templo del lugar, sin dejar de frecuentar los del centro, particularmente la Santa Capilla.

Acudía diariamente a misa a La Pastora, donde vivó hasta su fallecimiento en junio de 1919. Mientras, seguía atendiendo gratuitamente a los pobres a la vez que siendo médico de varios presidentes de la República, de ministros y destacadas personalidades. Dicen que hablaba francés, alemán, inglés e italiano, además del español, y que tenía conocimientos musicales.

El domingo 29 de junio, tras celebrar la eucaristía, murió después de ser atropellado por un vehículo en la esquina de Amadores, ubicada en el sector La Pastora, Caracas, de un golpe seco contra la acera que le fracturó el cráneo. A sus exequias asistieron decenas de miles de ciudadanos.

"El médico de los pobres"

Tras su muerte, la devoción a su figura no dejó de extenderse hasta nuestros días, siendo llamado “el médico de los pobres”.

El cardenal José Humberto Quintero llegó a decir de él:

  • "El Dr. José Gregorio se destaca en la historia contemporánea con imponencia de montaña. De la infancia al minuto de la muerte, la vida de José Gregorio Hernández fue un constante subir hacia la perfección. La ciencia y la santidad eran sus metas. Triunfó alcanzándolas. Fue quien llevó el primer microscopio a Venezuela, como en España lo hiciera en el siglo XVIII Fray Benito Jerónimo Feijoó, aparato que acabó regalando al también presbítero católico conocido como el padre Sarmiento". 

En el Prólogo de su libro ‘Elementos de bacteriología’ (1906) san José Gregorio dijo:

  • Por lo que a nosotros toca, hemos experimentado un vivo placer al escribir esta pequeña obra; porque además de que servíamos, en la medida de nuestras fuerzas, a la ciencia venezolana, hemos siempre tenido presente el pensamiento con que Cruveilhier termina el prólogo de su Tratado de Anatomía: que escribir una obra científica es propiamente entonar un canto de alabanza a la Gloria infinita de Dios, Creador del Universo.

En el Prólogo de su obra ‘Elementos de filosofía’ (1912) diría:

  • El alma venezolana es esencialmente apasionada por la filosofía. Las cuestiones filosóficas le conmueven hondamente, y está siempre deseosa de dar soluciones a los grandes problemas que en la filosofía se agitan y que ella estudia con pasión…La filosofía es el estudio racional del alma, del mundo, de Dios y de sus relaciones… Mas si alguno opina que esta serenidad, que esta paz interior de que disfruto a pesar de todo, antes que a la filosofía, la debo a la Religión santa que recibí de mis padres, en la cual he vivido, y en la que tengo la dulce y firme esperanza de morir

Nota del autor. Las opiniones recogidas en este artículo no tienen por qué coincidir con las oficiales de la institución en la que el autor desarrolla su actividad profesional como investigador del MNCN-CSIC.

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