Arrasa en taquilla la historia de jubilación de los Warren, el final de la saga de demonólogos católicos
«Expediente Warren 4»: la familia que exorciza unida, permanece unida (y vence al mal)

El matrimonio Warren se quiere retirar de los exorcismos pero una historia de su pasado les va a perseguir
Expediente Warren 4: el Último Rito, lleva siete semanas en la cartelera española y cada semana ha estado entre las 5 películas más vistas. En España ha recaudado casi 13 millones de euros ¡y aún falta para Halloween! A nivel mundial ha recaudado unos 400 millones de dólares, diez veces más de lo que costó la película.
Se ha convertido en la película más taquillera del Warrenverso o Universo The Conjuring, que nació con la primera película del matrimonio Warren en 2013 y suma en total 10 películas: 4 de Expediente Warren, 3 de Annabelle (una muñeca en la que actúa un demonio), 2 de La Monja (sobre un demonio que toma forma de monja) y una de La Llorona (un fantasma que ataca a niños).
Las películas de Annabelle son de puro terror y sustos. Las de La Monja tienen menos guion y más violencia y gore.
Todas son bastante respetuosas con la Iglesia Católica y la fe: suelen representar a los sacerdotes como generosos y valientes, y el mal es vencido a través de exorcismos y oraciones de liberación. Dicho esto, hay muchas libertades teológicas en los guiones y se mezclan teorías parapsicológicas, muy propias de los años 70 y 80, con prácticas exorcísticas.
La base real que inspira las películas
Las cuatro películas de Expediente Warren se inspiran en casos reales y tienen como protagonistas a un matrimonio que existió de verdad, Ed y Lorraine Warren. Ed fue un asesor laico de la Iglesia en EEUU que se presentaba como demonólogo e investigador de lo paranormal. Su esposa Lorraine decía tener un don para ver espíritus y situaciones del pasado, y deducir el origen de fenómenos paranormales en casas embrujadas u objetos malditos.
Ed Warren murió con 79 años en 2006, tras pasar unos cinco años paralizado por una enfermedad, cuidado por su esposa. Lorraine murió en 2019, con 92 años, y pudo apoyar las dos primeras películas de la saga e imponer por contrato condiciones a los cineastas para evitar temas polémicos. Los Warren en los años 70 y 80 fueron muy populares en televisión y periódicos. Aunque las películas los presentan como un matrimonio unido y devoto, ha habido controversia sobre ellos en la vida real, no sólo sobre si pudieran ser estafadores, sino sobre posibles infidelidades de él.
Cada una de las cuatro películas de Expediente Warren (o saga The Conjuring, en algunos países) se basa en un caso real y documentado de los Warren, y en los títulos de crédito suelen ofrecer imágenes de noticiarios y periódicos que recogieron el caso real. En esta película trata el caso la casa endemoniada de Pittston o el "caso de la familia Smurl", en el que se implicó la diócesis de Scranton con varios exorcistas (no es así en la película).

Una escena real de Ed y Lorraine Warren en la casa de la familia Smurl en los años 80, muy seguido en TV y prensa
Un matrimonio devoto, que reza en latín
Aunque la demonología de las películas es de dudosa ortodoxia (por ejemplo, hay demonios que controlan y usan a espíritus de difuntos que cometieron graves crímenes), en estos filmes los Warren son católicos, rezan, tienen crucifijos e imágenes marianas, rezan en inglés y en latín la oración de San Miguel Arcángel y oraciones de liberación, suelen trabajar con algún cura amigo para que realice los exorcismos y viven de acuerdo a la ética católica.
Ninguna de las películas tiene escenas de sexo, tampoco la cuarta: pese a que en el caso real se habló de un demonio súcubo, los guionistas se centran en el objeto maldito y otros espíritus.
En las películas, Ed y Lorraine se quieren con respeto, ternura y sinceridad y todos los críticos, desde 2013, alaban la química entre los actores que los interpretan, Patrick Wilson y Vera Farmiga.

En Expediente Warren 4 hay una familia católica que sufre en una casa endemoniada, se basa en un caso real; gran trabajo de estética ochentera
Pese al éxito en taquilla, los críticos le han puesto bastantes pegas a esta cuarta película, aunque la consideran mejor que la tercera. Por ejemplo, se quejan de que hasta el momento 90 los Warren no llegan a la casa embrujada (aunque ¿acaso el padre Merrin no llega a la casa de El Exorcista casi al final de la película?).
Se quejan también de que hay sustos todo el rato, y que eso no asusta mucho, porque aturde al espectador. También se quejan, con razón, de que la familia que sufre las vejaciones y ataques malignos no está construida con cercanía por los guionistas. Es expulsada, literalmente, a la calle, para que dejen de molestar a los Warren. Ni siquiera los ponen a rezar, aunque hemos visto que son devotos y todo empezó con un regalo de Confirmación, en una ceremonia detallada, con obispo y todo. ¡No se ven muchas ceremonias de Confirmación en el cine!
Es una película de "tema familiar"
Algunos críticos se quejan de que se dedica mucha atención al problema "familiar" de los Warren. Pero, para nosotros, esto es un punto a favor. La saga quiere cerrarse contando qué pasa con la familia.
Y sucede como con la tercera parte de Downton Abbey: es una historia de jubilación y de pasar el oficio a otra generación y de superar juntos, como familia, las dificultades. Son los mismos temas.
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Pablo J. Ginés
Aviso de SPOILER: algunos elementos de la trama
La película empieza con una historia de la familia: en 1964, atendiendo uno de sus primeros casos, Lorreine, embarazada, se implicó con un objeto maligno. Enseguida llegaron los dolores del parto. "Por favor, Señor, Dios, devuélveme a mi bebé", reza ella en un hospital acosada por el mal, emocionándonos a todos. Nace Judy, su hija, que al crecer "ve cosas malas". Su madre le enseña un truco de voluntad para bloquearlas: no quiere que desarrolle sus poderes de médium, o dones de visión de lo oculto, pese a que ella misma los tiene y usa para el bien. Quiere ahorrarle sufrimientos.
Pasan 24 años, y los Warren ya se consideran jubilados: Ed está mal del corazón y no quiere sustos. Judy trae a su novio a casa, para presentarlo en el cumpleaños de su padre. Es una gran historia romántica-familiar, sólo que el sótano está lleno de objetos endemoniados. "Es mejor guardarlos que destruirlos, es como retirar armas de la calle, destruirlo sería peor", dicen. De nuevo, no está claro que sea la opción ortodoxa en la vida real.
"Nuestra familia no es como otras familias", avisa Judy a su novio. Pero quizá no sea tan distinta: todas las familias enfrentamos el mal, todas somos más fuertes desde la unidad y la fe.
Hay que involucrarse como familia
Ed y Lorraine no quieren involucrar a su hija en sus oscuros casos, pero al morir un querido colaborador, ella misma se lanza al tema. Ellos tratan de apartarla, pero Judy les repite lo que ellos le enseñaron: "no rehuimos la batalla". "De niña no entendía qué hacíais por esa gente desconocida, pero os necesitaban... y os necesitan". Reconocen que su hija Judy, adulta, si tiene los mismos valores y dones especiales para ayudar, puede sumarse a ellos. Son una familia al servicio de una misión.
Juntos, como familia, superarán el ataque del mal (que incluye una posesión completa, objetos que vuelan por doquier, muchos heridos...). Hay un momento que parece que vuelve un viejo enemigo de otras películas, pero queda en nada. Sí vuelven elementos de 1964, el día del nacimiento de Judy, incluyendo cierta obsesión por estrangular.
Al final, los Warren pueden hablar de familia y nietos, de contar historias, de seguir "corriendo aventuras y ayudando a la gente" aunque ya no se dediquen a los exorcismos. Insistimos: es una historia de jubilación, pero uno no se jubila de hacer el bien, ni de amar al cónyuge.
Una saga que mejoró el género de exorcismos
Como broche final de una saga, es correcto y satisfactorio, aunque algunos fans habrían querido el retorno de viejos enemigos.
Lo cierto es que la primera película, en 2013, cambió el género, precisamente por ser ultra-clásica. Volvió a dar miedo de verdad con una casa maldita y golpes, al presentarnos un matrimonio valiente y maduro, serio y con fe, con ganas de ayudar sinceramente. Consolidó el tratar con respeto la fe en el cine de exorcismos y desterró la tentación de hacer historias nihilistas donde venza el mal o el sinsentido. Y el público sigue valorando eso.