Martes, 19 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Las hermanas Vigón, María Egües, Laura Iglesias o Juana Bellanato, pioneras en este centro del CSIC

Las pioneras científicas y católicas del Instituto de Óptica Daza de Valdés: a por el átomo

Las pioneras científicas y católicas del Instituto de Óptica Daza de Valdés: a por el átomo
El Centro de Óptica del CSIC formó una generación de mujeres científicas que trabajaron por Europa, Estados Unidos, España... y eran católicas

Alfonso V. Carrascosa / ReL

En febrero Naciones Unidas celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Esta iniciativa pretende promover actividades que visibilicen la labor de las científicas para fomentar vocaciones científicas en las niñas. La historia española del siglo XX recoge varios ejemplos de pioneras científicas y católicas ligadas a la química, óptica y espectroscopía.

Se trata de un grupo de mujeres a las que llamaron ‘las ópticas de Otero’, que se abrieron paso en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), institución pública de la ciencia española que este año celebra su 80 aniversario. Lo hicieron a partir de su trabajo en el Instituto de Óptica del CSIC, el "Daza de Valdés", fundado por J.M.Otero.

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Jose Mª Otero Navascués (1907-1983) fue un militar católico y científico que desarrolló una importante actividad científica insertando a mujeres en la ciencia a través de su Instituto de Óptica Daza de Valdés. Piedad de la Cierva (pariente del inventor del autogiro, hablamos de ella ya aquí en ReL), las hermanas Vigón, María Egües, Laura Iglesias o Juana Bellanato son sólo algunas de las científicas que hicieron carrera bajo la tutela de Otero Navascués.

Una familia "nuclear": a por el átomo

María Aránzazu y María Teresa Vigón, hermanas, eran hijas del general y ministro Juan Vigón (1880-1955), quien había participado en la educación de los hijos de Alfonso XIII. En Madrid, Juan Vigón fue presidente del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica y determinante en la vuelta a España tras la Guerra Civil del eminente físico Esteban Terradas. También fundó el Centro de Energía Nuclear en Madrid y fue presidente de la Junta de Investigaciones Nucleares y miembro numerario de la Real Academia Española de Ciencias. Tuvo 5 hijos y 4 hijas y los nueve recibieron educación universitaria.

Su hija María Aránzazu Vigón, tutelada por Otero Navascués, recibió formación de alto nivel académico sobre tecnología nuclear, junto con un grupo de físicos españoles varones. En 1948 recibió una beca del gobierno español para viajar a Roma al Instituto de Física Nuclear de la Universidad, donde estudió los contadores Geiger, que según Otero Navascués había que aprender a construir en España para trabajar en física nuclear. En Milán visitó el Centro di Informazioni Studi ed Esperienze. En 1949 impartió en Madrid, junto a Carlos Sánchez del Río, el primer curso sobre física nuclear en España.

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Se doctoró en el Instituto Max Planck de Física bajo la dirección de Karl Wirtz al inicio de la década de los 50. Después estudiaría en el Instituto de Física Nuclear de Chicago. En 1961 la International Atomic Energy Agency aprobó un proyecto dirigido por ella titulado "Estudio de las propiedades de los medios moderadores y multiplicadores por medio de la técnica de neutrones pulsados". Trabajó siempre con hombres, formó profesionalmente a algunos, consiguió financiación para investigación de entidades internacionales.

María Aránzazu Vigón fue una mujer de profundas convicciones católicas, recibidas de niña en su ambiente familiar y en los colegios católicos en los que estudió. Vivió en varios países, fue una pionera española en investigación atómica y jamás vio que la ciencia fuera una causa para alejarse de la fe católica.

La hermana química y óptica... que se hizo monja del Sagrado Corazón

María Teresa Vigón, la hermana de María Aránzazu, fue doctora en Química y trabajó también en el Instituto de Óptica Daza de Valdés de Otero Navascués. Maria Teresa se formó, entre 1947 y 1948, en el laboratorio de fotografía de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, y fue la responsable del montaje y equipamiento del laboratorio de fotografía y fotoquímica de la sección de rayos X y magnetismo del Instituto de Óptica “Daza de Valdés”. Este laboratorio terminó siendo a partir de 1948, la Sección de Fotografía y Fotoquímica de dicho instituto, y María Teresa Vigón lo dirigió.

En 1947, María Teresa acudió a la Feria de Muestras de Barcelona para exponer los prototipos fabricados en el Instituto de óptica: sextantes, diferentes tipos de prismáticos, telémetros. A partir de 1949 participó como profesora en el Curso de Óptica Superior que comenzó a impartir el Instituto de Óptica del CSIC. Por su experiencia Maria Teresa dio las clases de Fotografía y Sensitometría en el Curso de Óptica Superior. Llegado el momento, lo dejó todo y se hizo monja de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Madrid.

(Añadiremos que la cuarta hermana, Ana Mª Vigón Sánchez, terminó Filosofía y Letras y fue de misa diaria mientras su salud lo permitió. Trabajó en el Museo Naval y colaboró intensamente en el Archivo de la Armada en el Palacio de Don Álvaro de Bazán, en el Viso del Marqués (Ciudad Real) y en diversas publicaciones de la Armada).

Olga Riquelme: Suecia, Francia... estudiando los espectros atómicos

Olga Riquelme fue también promocionada como científica durante la actividad de Otero Navascués como director del Instituto de Óptica. Nació en 1920 en Tenerife. Fue doctora en Ciencias y profesora de investigación. Trabajó también en la obtención y análisis de espectros atómicos de interés astrofísico, y en cálculos teóricos de configuraciones atómicas. Completó su formación en el Instituto de Física de la Universidad de Lund (Suecia) y en el Centre National de la Recherche Scientifique de Bellevue (Francia). Estudió los espectros atómicos del manganeso, del níquel, del vanadio y del wolframio y sus configuraciones electrónicas.

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Olga Riquelme

En entrevista personal al autor de este artículo explicó que perteneció a una familia católica de toda la vida, y reconoció que la visibilidad de su catolicismo en los ambientes científicos fue escasa: eran temas de los que no se hablaba. Siempre admitió que la teoría de la evolución es perfectamente compatible con la fe. Dijo considerar que la Iglesia no es un problema para el desarrollo científico en absoluto y que ciencia y fe son perfectamente compatibles. Trabajó en el grupo del mítico Miguel Catalán, químico-físico represaliado del franquismo que, no obstante, continuó tras la Guerra Civil su actividad científica -gracias a las gestiones de Otero Navascués.

María Egües: entre la lactancia y el CSIC

María Egües, doctora en Ciencias Físicas, se dedicó a la investigación gracias a que Otero Navascués se opuso al químico José Casares Gil que no terminaba de aceptar que las mujeres se dedicasen a la investigación. Impartió clases de Cálculo de Sistemas Ópticos, algo de lo que llegó a ser experta. Llegó a diseñar un periscopio, lo que la valió ser la Jefe de Sección de Proyectos del LTIEMA. Fue pensionada posdoctoral en el célebre Massachusetts Institute of Technology (MIT).

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Como las demás científicas mencionadas, alcanzó la máxima categoría científica del CSIC, que es la de Profesor de Investigación. El caso de María Egües puede calificarse de heroico porque compaginó pagándose de su bolsillo la lactancia de sus hijos con la investigación científica. Aplicar sobre esta época una visión del feminismo de género, sólo un tipo de feminismo de los muchos existentes, impide hacer una valoración sosegada y justa de los hombres de la época, que algunos eran machistas pero otros no.

Laura Iglesias, de la espectroscopía al Camino Neocatecumenal (completo)

Laura Iglesias, hoy jubilada, también química y experta en espectroscopía atómica, desarrolló la mayor parte de su actividad científica en el Instituto de Óptica “Daza de Valdés” del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.), y su actividad docente en la Universidad Complutense de Madrid. Premio extraordinario de doctorado (1953) habiéndole dirigido también la tesis Miguel Catalán, obtuvo una pensión del CSIC para la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), donde habían trabajado varios premios Nobel, Albert Einstein entre ellos. Después se trasladaría a Washington, para trabajar contratada en el National Bureau of Standards (marzo a mayo de 1959).

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Laura Iglesias: un premio de divulgación científica lleva su nombre...
y terminó todo el itinerario del Camino Neocatecumenal

Tras rechazar varias ofertas volvió a España, vinculándose de nuevo al CSIC donde alcanzó la máxima categoría científica en 1971. Su actividad científica en el CSIC fue también la espectroscopía, dedicándose a espectros de elementos de transición de interés astrofísico, útiles para conocer el movimiento de las estrellas. La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le concedió en 1964 el Premio González Martí. Se ha instituido un premio a la divulgación científica que lleva su nombre, otorgado por la Consejería de Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla León, en colaboración con el Museo de la Ciencia de Valladolid.

Habiendo recibido las catequesis del Camino Neocatecumenal por el propio Kiko Argüello en San Antonio de la Florida (Madrid), terminó en la parroquia de Santiago (Madrid) este largo itinerario de formación en la fe. Al ser preguntada sobre la compatibilidad entre ciencia y fe, no duda en afirmar que no sólo son compatibles, sino que se complementan, y que nunca su actividad científica fue obstáculo para ella, que desde chiquitita fue católica practicante.

Juana Bellanato: química, espectroscopía... y licenciada en teología

Otra insigne científica jubilada que se sumó a la actividad del Instituto de Óptica “Daza de Valdés” (CSIC) de Madrid siendo director Otero Navascués fue la madrileña Juana Bellanato. También dirigida por Miguel Catalán, esta química entró en el CSIC como colaboradora científica en 1956, gracias a su capacidad personal y méritos demostrados. Otero Navascués la mandó realizar una estancia de perfeccionamiento en Alemania como becaria del CSIC, para hacer un trabajo postdoctoral en el Institut für physikalische Chemie de la Universidad de Freiburg. Durante esta estancia pudo conocer al Premio Nobel C.V. Raman, y asistir a conferencias como Karl Rahner o Romano Guardini, famosos teólogos de la época que influirían en Juana, dado que acabaría licenciándose en teología en 1993.

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Juana Bellanato, experta en espectroscopía, química premiada... y licenciada en teología

Los años 1959-1960 fue becaria del British Council en el Physical Chemistry Laboratory de la Universidad de Oxford, cuyo director fue el premio Nobel de Química (1956) Profesor Sir Cyril Norman Hinshelwood. Bellanato desarrolló con posterioridad toda su carrera científica en dicha institución, dedicándose también a la Espectroscopía, y recibiendo varios premios entre los que cabe destacar en 1996 la Medalla de Plata del Comité Español de Espectroscopía; en 2003 la medalla de la Real Sociedad Española de Química; en 2007 la Insignia de Oro y Brillante de la Asociación de Químicos de Madrid y finalmente el título Mayor Magnífico de la Comunidad de Madrid en 2013.

Su biografía descrita prolijamente se encuentra en la propia web del CSIC. En ella se cuenta que “al jubilarse (mejor dicho, al jubilarla, como dice ella) a los 65 años, Juana tuvo tiempo para compaginar con su trabajo como doctora vinculada ad honorem los estudios de la Licenciatura de Teología en la Universidad Comillas Madrid (1993), colaborando hasta la fecha en el Departamento de Bioética de la Facultad de Teología de dicha Universidad”.

Juan Francisco Tomás, autor del libro “Javier Gafo: bioética, teología moral y diálogo”, escribe de ella: "cariño de amiga, de madre, mujer creyente que sabe estar a la altura que corresponde al saber científico y bioético”. Recibió hace unos años el premio de Mayor Magnífico de la Comunidad de Madrid.

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