Pascua: Memoria del Padre

Cielo-nubes
En este tiempo de Pascua no solo hacemos memoria de la resurrección con poder del Hijo de Dios, sino que también es un tiempo para hacer presente en la vida la persona del Padre, que con el poder del Espíritu, resucitó al Hijo y lo levantó de entre los muertos.
Allí donde el Hijo se nos presenta vemos la mano del Padre. Jesús, hace lo que ve hacer al Padre. El Hijo murió porque era la voluntad del Padre, y resucitó porque era la voluntad del Padre. Todo aquello que hizo Jesús era voluntad del Padre. Todo aquello que Jesús permite en tu vida es por voluntad del Padre. Puedes comer a Jesús en la Eucaristía porque es voluntad del Padre. Te conviertes como Jesús, en hijo amado de Dios, porque es voluntad del Padre. Eres heredero de todas las promesas, porque el Padre lo ha decidido, así. Se te concede poder vivir del Espíritu, y hacer de tu vida una existencia nueva, por voluntad del que Todo lo puede. Puedes vivir en el dolor, con la alegría de la vida nueva del Hijo, porque es voluntad de aquel que ha decidido que seas feliz y te unas a Él para siempre: El Padre.
Jesús, solo hace la voluntad del Padre. Pero su voluntad es amarte, quererte, verte saltar de júbilo, cuidarte, llenarte de cariño, darte besos hasta que llores de emoción. Es verdad que ahora con los ojos del cuerpo no vemos al Hijo, resucitado de entre los muertos, y tampoco vemos al Padre. Pero gracias y en el Espíritu podemos sentir su presencia y abrirnos a ese amor que nos quieren regalar.
El Hijo solo quiere que vayas hacia a él, que descargues en él todo tu agobio y todo lo que te hace sufrir y te molesta, de ti, de los demás o incluso de él. Pero esa es la voluntad del Padre que nunca te separes del Hijo. El Padre quiere que vivas en el corazón del Hijo para siempre, que en la cruz encuentres tu fortaleza, que sepas que el Hijo va hacer milagros en tu vida. Te va a llenar de dones y bendiciones. Es el Padre. Un Padre que da sin medida, que regala de modo sobreabundante. Un Padre que te quiere ver en pie, porque no necesitas vivir cargando con el peso, de lo que hiciste, de aquello que ocurrió. Un Padre que te regala el don más grande: la libertad, para hacer el bien y amarle. Es el Padre que siempre perdona, incluso aquello que tú no eres capaz de perdonarte. Siempre te está esperando, incluso cuando te has dormido por algún tiempo en la vida. Un Padre que actúa con autoridad en tu vida, pero para que te sientas totalmente amado por él.
La voluntad del Padre es que vivas aquí, haciendo el bien y su voluntad porque eso es lo mejor para ti. Te invito a que vivas ya mirando al cielo. El cielo está ya aquí: vivir como hijo amado del Padre, desde la fuerza de la resurrección, con el poder del Espíritu que quiere hacer en ti todas las cosas nuevas.
El Padre quiere darte ya aquí la vida de la resurrección, que tendremos al final de los tiempos, cuando el Resucitado venga con poder, y aparezca el cielo nuevo y la tierra nueva. Pero hoy, en este instante, puedes vivir de una existencia renovada, exultante, en medio de debilidad y fragilidad porque Dios es ese Padre que se regala. Lo necesitas para ser feliz, pero ahora tienes que acogerlo en tu corazón y abrirte a su voluntad que es lo mejor. Su voluntad es solo amarte. Y para ello necesita de ti. Necesita un corazón que se rinda a él, que le obedezca amándole, y que le ponga el control de su vida a él, como lo hizo el Hijo.
Belén Sotos Rodríguez