Peter To Rot, el primer mártir laico de Papúa Nueva Guinea
El Cardenal John Ribat y Monseñor Rochus Tatamai, sobrino-nieto del futuro santo, contarán en Roma la vida de Peter To Rot, el primer mártir laico de Papúa Nueva Guinea, cuya fe valiente y servicio como catequista transformaron a toda su comunidad.

Peter To Rot, el primer mártir laico de Papúa Nueva Guinea
El próximo sábado 18 de octubre a las 11 hrs, el Santuario de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en la Piazza Navona de Roma, acogerá un encuentro singular y profundamente simbólico. Allí, el Cardenal John Ribat, misionero del Sagrado Corazón y primer cardenal papú, junto con Monseñor Rochus Tatamai, arzobispo de Rabaul y sobrino-nieto de Peter To Rot, compartirán con los asistentes la historia del que será el primer santo nativo de Papúa Nueva Guinea. En un contexto eclesial donde los grandes nombres suelen llenar los altares, la figura de este humilde catequista se impone con una fuerza luminosa y silenciosa: la de quien murió defendiendo el matrimonio y la fe en Cristo, sin más armas que su palabra y su ejemplo.
Peter To Rot nació en una familia profundamente cristiana en una aldea que, hasta poco antes, vivía marcada por las luchas tribales, el canibalismo y la brujería. Su padre, jefe local, fue uno de los primeros bautizados y donó las tierras para construir la iglesia, la escuela y la casa de misión. Aquel gesto, que podría haber pasado inadvertido, cambió para siempre la historia de su pueblo: donde antes reinaba el miedo, comenzó a florecer la paz y la educación. Con el acompañamiento de los Misioneros del Sagrado Corazón, la comunidad fue transformándose, y Peter creció respirando esa fe nueva que unía lo ancestral con lo eterno.
El joven To Rot fue invitado por el padre Carl Laufer, msc, a formarse como catequista. No era sacerdote ni religioso, pero su vocación fue tan firme como la de un misionero: anunciar a Cristo desde la sencillez del servicio. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y el ejército japonés ocupó la región, los misioneros extranjeros fueron internados, dejando a las comunidades sin sacerdotes. En ese vacío, Peter se convirtió en el corazón espiritual del pueblo: organizaba oraciones, bautizaba a los niños, acompañaba a los matrimonios y mantenía viva la fe a escondidas.
El conflicto trajo consigo un intento de restaurar las antiguas costumbres paganas. Las autoridades militares permitieron la poligamia y prohibieron toda práctica religiosa. Peter se opuso con serenidad, pero con firmeza. Su defensa del matrimonio cristiano fue vista como un desafío directo al poder. Fue detenido y encarcelado. En prisión siguió rezando, animando a sus compañeros y ofreciendo su sufrimiento. En 1945, tras recibir una sustancia tóxica, murió mártir. Sus últimas palabras, recogidas por testigos, resuenan con una pureza evangélica que desarma:
“Estoy en prisión por aquellos que rompen sus votos matrimoniales y por aquellos que no quieren ver avanzar la obra de Dios. Eso es todo. Debo morir. Ya me han condenado a muerte.”
Su muerte no apagó su voz. Todo lo contrario: encendió en su pueblo una fe más profunda. Su testimonio se extendió rápidamente entre las comunidades católicas del Pacífico, convirtiéndose en un modelo de santidad laical, de fidelidad cotidiana y de amor al Evangelio. Monseñor Rochus Tatamai, su sobrino-nieto, afirma que “la santidad de Peter To Rot no nació en el heroísmo de un momento, sino en la fidelidad diaria de un laico que creyó que la fe podía transformar su pueblo”. Su figura demuestra que la santidad no es privilegio de unos pocos, sino una llamada que puede encarnarse en cualquier vida entregada a Cristo.
El encuentro de Roma permitirá, además, escuchar a los Postuladores de la causa, el P. Fernando Clemente y el P. Tomás Ravaioli, quienes compartirán los detalles del proceso de canonización, singular por las dificultades de documentar los milagros atribuidos al mártir. También estarán presentes el P. Absalón Alvarado, Superior General de los Misioneros del Sagrado Corazón, y el P. Sylvester To Warwakai, Superior Provincial de Papúa Nueva Guinea, quienes relatarán cómo el espíritu de To Rot sigue vivo en la obra misionera de la congregación, hoy extendida por más de 50 países en los cinco continentes.
La vida de Peter To Rot encierra una lección de enorme actualidad. En un mundo donde la fe se ve con frecuencia relegada o ridiculizada, él recuerda que la santidad no consiste en grandes gestos, sino en la coherencia. Fue un esposo fiel, un padre atento, un catequista comprometido y un amigo de los misioneros, que no dudó en dar su vida por lo que creía. Su historia demuestra que la Iglesia crece no solo gracias a los héroes visibles, sino también gracias a quienes, como Peter, son capaces de amar hasta el final sin buscar reconocimiento.
Cuando el 18 de octubre Roma se escuche su historia de labios de quienes mejor la conocen, resonará en el corazón de la Iglesia la voz humilde de un mártir sin sotana, pero con el alma misionera de Cristo. La de un hombre que supo unir la fe y la cultura, el Evangelio y la vida cotidiana, la misión y la familia. Un santo del pueblo, nacido del Corazón de Jesús, que sigue hablando al mundo con la elocuencia silenciosa de los testigos verdaderos.