Espiritualidad Católica - Nueva Evangelización
Orando nos acercamos a Dios
Las Confesiones 1, 5, 6. San Agustín

Las Confesiones 1, 5, 6. San Agustín
ORACIÓN: (Señor) Hay en ella (mi alma) cosas que ofenden a tus ojos: lo confieso y lo sé; pero ¿Quién la limpiará o a quién otro clamaré fuera de ti...? (C 1,5,6) #SanAgustin
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Esta oración que San Agustín comparte con nosotros, es una plegaria o reflexión espiritual. En ella expresa un profundo sentido de arrepentimiento, humildad y dependencia divina. La persona que reza es consciente de sus propias imperfecciones y pecados. No hay negación ni justificación, sino un reconocimiento sincero de que hay aspectos en su ser ("mi alma") que son desagradables o erróneos a los ojos de una entidad divina ("tus ojos").
Cuando nos dice: "lo confieso y lo sé" señala la honestidad y la transparencia que parte de dentro de su ser. No es una suposición, sino una certeza personal y admitida. Esto implica que San Agustín ha reflexionado y ha realizado un examen de conciencia. Por eso nos muestra una clarísima aceptación de la responsabilidad por las propias faltas.
La súplica es la parte central. La persona se da cuenta de que, por sí misma, es incapaz de purificar su alma. Nada podemos sin Cristo. No llegaremos lejos sin ir de su Mano. La pregunta enfatiza la necesidad que parte desde el fondo del alma y que no hay alternativas a Cristo. "¿A quién otro clamaré fuera de ti...?" resalta que Dios es la única fuente de purificación y ayuda. Implica la creencia de que solo Él tiene el poder y la autoridad para limpiar el alma de las ofensas. La oración culmina en una súplica en la que reconoce la incapacidad humana y la necesidad de intervención divina para lograr la purificación y el perdón. Se trata de dejarse en Manos de Dios, representadas por la misericordia de Dios.
No hacen falta largas oraciones ni discursos complicados. Toda oración es un humilde paso detrás de Cristo. Nada podemos sin Cristo, aunque en nosotros perviva la Imagen y Semejanza con Dios.