Religión en Libertad
¿Cuna o tumba?

¿Cuna o tumba?

Creado:

Actualizado:

Entre los antiguos preceptos de la tradición bíblica hay uno que a simple vista puede parecer desconcertante:

“No cuezas el cabrito en la leche de su madre.” (Éxodo 34,26)

Podría pasar desapercibido, como una norma cultural del pasado, si no fuera por la intensidad simbólica que contiene. Porque esa frase encierra una sabiduría que trasciende su forma, una intuición profunda sobre el orden natural de las cosas.

La leche de una madre está hecha para alimentar, para nutrir, para sostener. Es el primer vínculo entre madre e hijo. El más elemental, el más puro. Utilizar precisamente esa leche para cocer, para matar, para destruir al que debería ser alimentado con ella… es una contradicción brutal. Es un gesto que ofende el instinto más básico de lo humano. Una perversión de lo natural. Una inversión del amor.

Y es ahí donde esta imagen cobra una actualidad desgarradora.

Porque eso mismo ocurre, en una escala aún más profunda, cada vez que el aborto destruye una vida en el seno materno.

El vientre, que fue diseñado para ser refugio, hogar, calor y protección, se convierte en un lugar de muerte.

La maternidad, que fue pensada como espacio de acogida, se transforma en escenario de rechazo.

Lo que debía ser cuna… se convierte en tumba.

El aborto es la ruptura de un vínculo sagrado, el más originario de todos: el que une a una madre con el hijo que lleva dentro.

La vida que se gesta en el seno materno no es una amenaza. Es una promesa.

Y apagarla desde su origen no solo elimina una existencia: hiere también a quien la llevaba dentro.

La mujer queda marcada.

No con un juicio, sino con una herida.

Una herida que muchas veces no se nombra, que se disfraza de libertad, que se protege con consignas… pero que late en el silencio.

Y por eso es urgente mirar esta realidad con verdad.

No para condenar. Sino para sanar.

Porque solo la verdad puede sanar lo que está herido.

Y la verdad es que el cuerpo de la mujer está hecho para dar vida.

Que la maternidad es una de las manifestaciones más altas del amor humano.

Y que cuando se la convierte en instrumento de muerte, algo se quiebra en lo más profundo de nuestra humanidad.

"No cuezas el cabrito en la leche de su madre". Este versículo nos habla del respeto sagrado a los vínculos que dan vida. Y nos recuerda, hoy más que nunca, que la ternura no puede ser convertida en violencia. Que lo que fue hecho para cuidar, no debe ser usado para destruir.

tracking