La voz que desafió al Kremlin
"No tengáis miedo": El legado de Navalny que conmueve a Rusia y al mundo

Mesa redonda "Navalny: Levantad la mirada", EncuentroMadrid 2025 (Foto: EncuentroMadrid)
Con motivo del evento "EncuentroMadrid" y la mesa redonda "Navalny: Levantad la mirada", nos reunimos posteriormente con Anastasia Burakova y Boris Zolotarevsky para reflexionar sobre el legado de Alexéi Navalny, el líder de la oposición rusa asesinado en prisión en 2024.
Navalny, un hombre que arriesgó su vida por la verdad y la libertad, fue arrestado en enero de 2021 tras regresar a Rusia después de ser envenenado con Novichok. A lo largo de tres años, fue condenado por causas inventadas y aislado en prisiones cada vez más alejadas de Moscú, hasta su fallecimiento en extrañas circunstancias en la prisión de Jarp, en el círculo polar ártico.
La mesa redonda, presentada por Juan Pou y Diego Sanchez, estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid, contó con el patrocinio de la Asociación Universitas y Ediciones Encuentro.

Mesa redonda "Navalny: Levantad la mirada", el 16-11-2025 en EncuentroMadrid.
Las respuestas fueron facilitadas por mediación de la periodista María Serrano, quien también se encargó de hacer posible la traducción y transcripción de las preguntas que les formulamos con posterioridad a dicha mesa redonda.

Anastasia y Boris con sus dos presentadores
Anastasia Burakova es abogada y activista de derechos humanos, y Boris Zolotarevsky antiguo coordinador de la sede de Navalny en Chelyabinsk.

"No tengo miedo, no lo tengáis vosotros", de Alexéi Navalni (Encuentro)
-¿Cómo creéis que el libro "No tengo miedo, no lo tengáis vosotros" refleja la visión de Alexéi Navalny sobre la importancia de la fe y la espiritualidad en la lucha?
-Anastasia B.: Yo diría que es muy importante precisamente porque no cambia el significado de las palabras, como sí hace el Kremlin. El Kremlin intenta presentar sus propios intereses —su búsqueda de dinero, de poder, su corrupción— llamándolos “verdad” y “fe”. También reviste como “valores espirituales” los intereses militares, económicos e ideológicos que le sirven para conservar el poder.
»En el libro, en cambio, aparece un patriota que quiere lo mejor para su país y un futuro democrático y libre para Rusia, y aparece también una fe verdadera, no la fe de cartón piedra que exhibe Vladímir Putin.
»Putin presenta la fe de manera distinta según el público al que se dirige: para los conservadores es un creyente conservador; para una parte de la izquierda latinoamericana intenta ser un líder antiimperialista. Pero, en realidad, no tiene convicciones. Solo un discurso útil. Navalny, en cambio, no pervierte las palabras: llama a las cosas por su nombre.
-En España se publican ahora varios libros suyos. ¿Qué aportan a quien nunca le conoció en persona?
Boris Z.: Para quienes no le conocieron, puede ser difícil entender quién era realmente Alexéi, pero hay algo esencial que sí se transmite: era una persona auténtica en todos los sentidos. No un político en el sentido tradicional, no un profesional de la hipocresía, sino alguien cuya fuerza principal estaba en esa autenticidad.
»Yo le conocí cuando vino a mi ciudad natal, Cheliábinsk. Entonces yo era activista y formaba parte del equipo de su campaña presidencial, en la sede de Navalny en Cheliábinsk. Más tarde tuve la suerte de trabajar con él en la misma oficina en Moscú, ya en el equipo federal.
»Lo que siempre le distinguía era su apertura y un amor genuino hacia la gente, hacia los ciudadanos rusos. Llegaba de los primeros a la oficina, sonriendo, aunque fuera muy temprano. Sus campañas políticas eran algo completamente nuevo en Rusia. Nadie hacía nada parecido: siempre intentaba innovar, buscar formas distintas de implicar a la sociedad.
»Creo que la importancia de estos libros —tanto "Patriot" como el que se publica ahora en España— está en que permiten que su voz siga sonando fuerte y recuerdan que es crucial no caer en la neutralidad, que es crucial interesarse por los procesos políticos. Que la gente entienda que hay que implicarse en la sociedad y en la política.

"Patriota. Memorias", de Alexéi Navalny (Ediciones Península. Planeta de Libros)
-Cuando habláis de no ser neutrales, ¿a qué os referís exactamente? ¿Qué es lo que Navalny quería recordar a los ciudadanos, también en democracias consolidadas?
-Boris Z.: Que la democracia es algo muy frágil. No es un estado garantizado, sino un sistema que hay que sostener y por el que hay que luchar. Incluso en países democráticos, porque el Kremlin intenta constantemente erosionar y destruir los valores democráticos, explotar las contradicciones entre distintos grupos dentro de la sociedad.
»La democracia “está ahí”, pero es vulnerable. Si las personas se desentienden, si se vuelven cínicas o neutrales, otros llenan ese vacío: los autoritarios, los corruptos, quienes están dispuestos a usar la violencia. Navalny repetía que la neutralidad, frente a la injusticia, siempre favorece al agresor.
-En el libro hay una carta dirigida a Dios. ¿Hasta qué punto es importante su visión de la fe dentro de su compromiso político? ¿Están unidos esos dos planos?
-Boris Z.: Creo que sí, que están íntimamente unidos. Alexéi era, en todos los sentidos, una persona real, no un personaje construido. Y eso también se veía en su relación con la fe.
»Antes de entrar en prisión, hablaba muy poco de religión porque era algo muy personal para él. No solía mencionarlo en público, ni siquiera que ayunaba o que seguía ciertas prácticas religiosas. Yo lo sabía porque trabajaba con él, lo veía, pero era una dimensión muy íntima de su vida.
»En la cárcel eso cambió. Lo que conseguíamos sacar de allí —los textos que se publicaron en su blog y luego en sus libros— muestra cómo la fe empezó a ocupar un lugar central en su escritura. Escribió mucho sobre cómo la fe le sostenía. Sé que leía y releía la Biblia, que citaba pasajes y explicaba cómo esa lectura le ayudaba a mantenerse en pie, a conservar la esperanza cuando todo a su alrededor estaba pensado para quebrarle.
Anastasia B.: Yo diría que ahí se ve la diferencia entre la fe real y el espectáculo religioso. Navalny nunca instrumentalizó la religión. Para él, la fe era una manera de sostenerse en circunstancias extremas, no un recurso de propaganda.
-En contraste, presentáis a Putin como alguien que instrumentaliza la religión. ¿Podéis explicarlo?
-Boris Z.: Como decía Anastasia, Navalny es la antítesis de Vladímir Putin. Putin finge ser creyente: se planta en la iglesia bajo los flashes de las cámaras, con una vela en la mano, pero eso no tiene nada que ver con una fe verdadera.
»Es imposible creer que alguien pueda ser realmente religioso cuando, por sus órdenes y por sus decisiones, cada día se destruyen iglesias, templos y otros objetos religiosos en Ucrania.
»Detrás de esa escenografía, lo que hay es violencia y destrucción. Por eso el contraste con Alexéi es tan fuerte.
-Habéis hablado del deterioro de la relación entre Estado e Iglesia en Rusia. ¿Qué está ocurriendo exactamente con la Iglesia ortodoxa?
-Anastasia B.: Si hablamos estrictamente del programa político, por desgracia en Rusia la Iglesia ortodoxa se ha fusionado de hecho con el Estado y ahora sirve a sus intereses. La jerarquía eclesiástica respalda la guerra, el autoritarismo, el discurso del Kremlin.
»Los sacerdotes que se atreven a decir la verdad, que se posicionan contra el Gobierno o contra la invasión, son silenciados, perseguidos, sancionados, incluso encarcelados. Muchos han sido expulsados de sus parroquias o suspendidos de sus funciones.
Boris Z.: Alexéi se oponía frontalmente a eso: a que el Estado se metiera en la vida religiosa y obligara a la Iglesia a legitimar la guerra o cualquier otra causa abiertamente inhumana y contraria a la esencia de cualquier fe.
»Siempre denunciaba ese control del gobierno sobre la Iglesia y criticaba que muchos sacerdotes no defendieran a las personas, ni la paz, ni la dignidad humana, mientras sí respaldaban —o se veían forzados a respaldar— posiciones políticas concretas.
-En ese contexto, ¿qué ha pasado con los sacerdotes que se posicionaron contra la guerra en Ucrania?
-Boris Z.: Después del inicio de la invasión, los sacerdotes que se pronunciaron contra la guerra se unieron en un movimiento común para apoyarse entre ellos y seguir luchando por la paz. La asociación que formaron se llamaba “Paz para todos”.
»Precisamente por eso empezaron a ser perseguidos: muchos han sido interrogados, presionados, sancionados; la propia organización ha sido prohibida en Rusia.
»Hoy, quienes no tuvieron miedo y se manifestaron contra la guerra sostienen la parte más digna de la Iglesia. Pero, al mismo tiempo, mucha gente ve ahora a la Iglesia ortodoxa rusa solo como una institución al servicio del Gobierno y de su agenda política. Ese es el efecto de años de instrumentalización religiosa desde el poder.
-Hablabais antes de que Navalny siempre se dirigió sobre todo al público ruso. ¿Qué significa para vosotros que ahora se le lea y se le escuche también desde fuera, desde lugares como Madrid?
-Boris Z.: Es interesante hablar de este libro precisamente por eso. Navalny siempre concentró sus esfuerzos en el público ruso. Era muy raro que diera entrevistas a medios extranjeros, porque su prioridad era llegar a sus conciudadanos.
»Y ahora su voz suena muy fuerte. No solo en Rusia —donde fue y sigue siendo el principal líder de la oposición—, sino también fuera. Para mí es algo sorprendente y muy emotivo: estoy sentado en Madrid, en un lugar tan hermoso, y hablo de Alexéi ante personas que quizá nunca le escucharon en directo, pero que ahora pueden conocerle a través de sus propios textos.
Anastasia B.: Para nosotros tiene un valor político y también humano. Político, porque mantiene viva la memoria de alguien que fue asesinado por desafiar al Kremlin y que representa una alternativa moral al régimen. Humano, porque muestra que la solidaridad no se detiene en las fronteras.
»Cuando los lectores españoles, europeos, hispanoamericanos se acercan a este libro, están diciendo: “Nos importa lo que pasa en Rusia; nos importa esta vida concreta, esta historia concreta”.
-¿Qué esperáis que ocurra con "Tengo miedo, no lo tengáis vosotros" en España y en otros países donde se traduzca?
-Anastasia B.: Esperamos, ante todo, que se lea como lo que es: el testimonio de una persona que decidió no tener miedo, a pesar de tener todas las razones del mundo para temer. Que quienes lo lean entiendan mejor no solo quién era Navalny, sino también qué está pasando en Rusia y por qué la defensa de la democracia y de los derechos humanos no es un tema “ruso”, sino universal.
»Boris Z.: Y también que sirva como recordatorio de que la libertad nunca está garantizada. Ni en Rusia ni en ningún otro lugar. Navalny no escribió para que le admiraran, sino para que la gente actuara. Si este libro inspira aunque sea a unas pocas personas a dejar de ser neutrales, a implicarse un poco más en la vida pública, habrá cumplido su objetivo.

El público asistente a la mesa redonda sobre Navalny (Foto: EncuentroMadrid)