Oración en lo interior
La oración nos adentra en la zona más reservada y más sublime: en lo interior de uno mismo, allí donde Dios es más interior que uno mismo, y donde mora el Espíritu haciendo de nosotros su Templo.
En la oración empezamos a contemplar el Misterio de Dios y se nos descubren horizontes insospechados y gratuitos. Se le conoce a Él y el alma se va conociendo a sí misma. Por lo que la oración se muestra como recurso imprescindible y como vida del alma. Hay que entrar en lo interior, superando los recuerdos, las sensaciones y la imaginación; afrontando las múltiples llamadas exteriores que nos reclaman y la dispersión que nos fragmenta como personas. Entrando en lo interior, allí vemos y oímos al Maestro de la verdad. ¿Acaso esto es para unos pocos? Más bien es la necesidad fundamental del alma cristiana y, por tanto, un camino para todos.