León XIV, en el Jubileo de los presos: «¡Que nadie se pierda! ¡Que todos se salven! Esto es lo que quiere Dios»

El Papa celebró la Misa con la presencia de cientos de reclusos llegados de todo el mundo.
El Papa León XIV ha celebrado este domingo en la basílica de San Pedro la misa en el marco del Jubileo de los encarcelados. En el templo estaban presentes miles de presos, funcionarios y voluntarios de la pastoral penitenciaria llegados de todo el mundo, cientos de ellos desde España.
No ha sido casualidad la fecha elegida para este jubileo de los presos, pues coincide en este tiempo de Adviento con el domingo Gaudete. “Este es el domingo de la alegría que nos recuerda la dimensión luminosa de la espera: la confianza en que algo bello, y gozoso sucederá”.
El Pontífice recordó que “Dios es quien redime, quien libera, y este mensaje resuena como una misión importante y exigente para todos nosotros”. De este modo, añadía que “la cárcel es un entorno difícil y hasta las mejores intenciones pueden encontrar muchos obstáculos. Precisamente por eso, no hay que cansarse, desanimarse o retroceder, sino seguir adelante con tenacidad, valentía y espíritu de colaboración”.
El papa León afirmó que “son muchos los que aún no comprenden que hay que levantarse de toda caída, que ningún ser humano coincide con lo que ha hecho y que la justicia es siempre un proceso de reparación y reconciliación”
Y animó a los presentes recordando que “cuando se conservan, incluso en condiciones difíciles, la belleza de los sentimientos, la sensibilidad, la atención a las necesidades de los demás, el respeto, la capacidad de misericordia y perdón, entonces, del duro terreno del sufrimiento y el pecado brotan flores maravillosas e incluso entre los muros de las prisiones maduran gestos, proyectos y encuentros extraordinarios en su humanidad”.

El Papa insistió en el mandato evangélico de que nadie se pierda y de la importancia de levantarse de todas las caídas.
El Jubileo es una llamada a la conversión y, precisamente por eso, es motivo de esperanza y alegría. Por eso, consideró que es importante contemplar a Jesús, a su Reino y a la Buena Noticia, recordando que “si bien a veces estos milagros se producen gracias a intervenciones extraordinarias de Dios, con mayor frecuencia se nos confían a nosotros, a nuestra compasión, a nuestra atención, a la sabiduría y a la responsabilidad de nuestras comunidades e instituciones”.
Queridos hermanos, la tarea que el Señor les confía —a todos ustedes, reclusos y responsables del mundo penitenciario— no es fácil. Los problemas que hay que afrontar son muchos. Pensemos en el hacinamiento, en el compromiso aún insuficiente para garantizar programas educativos estables de recuperación y oportunidades de trabajo. Y no olvidemos, a nivel más personal, el peso del pasado, las heridas que hay que curar en el cuerpo y en el corazón, las desilusiones, la infinita paciencia que se necesita, consigo mismo y con los demás, cuando se emprenden caminos de conversión, y la tentación de rendirse o de no perdonar más. Sin embargo, el Señor, más allá de todo, sigue repitiéndonos que sólo hay una cosa importante: que nadie se pierda y ‘que todos se salven’”, recalcó.
E insistió: "¡Que nadie se pierda! ¡Que todos se salven! Esto es lo que quiere nuestro Dios, este es su Reino, este es el objetivo de su acción en el mundo. Al acercarse la Navidad, queremos abrazar también nosotros, aún con más fuerza, su sueño, perseverantes en nuestro compromiso y llenos de confianza”.