El consuelo de Dios
Un aspecto hermosísimo del Corazón de Dios es su ternura con sus hijos. A los que ve sufrir, a los que ve solos, angustiados, Dios se acerca, los acaricia, los consuela internamente.
Dios es Dios de consuelo y esperanza. Lo que significa que Dios ama con pasión a sus hijos, y el dolor de éstos, del tipo que sea, no le es indiferente. El consuelo de Dios es sobreabundante, como inmenso en su amor. Lo vemos en el hecho mismo de la Encarnación del Verbo, próximo a esta humanidad, para consolarla. Lo vemos, más aún, en la compasión divina. Padece con el hombre, cargando sobre él el dolor del hombre. Así los salmos cantan que "el Señor es compasivo y misericordioso" y su rostro más concreto, el de Jesucristo, comunican el consuelo de Dios hasta el punto de compadecerse por nosotros. Cristo consuela y seca las lágrimas de los que lloran, ayer y hoy.
Dios sigue consolando internamente. Con su consuelo sobreabundante, incluso podremos consolar a los demás en nuestras aflicciones.