Religión en Libertad

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En la pastoral de la Iglesia, más concretamente, la pastoral parroquial, el sacramento de la Unción de enfermos ocupa un lugar importante a la par que oculto. El septenario sacramental incluye este sacramento para atender una situación tan precaria y difícil como es la enfermedad grave y las situaciones de postración. La verdad del sacramento requiere que se catequice sobre él y no simplemente administrarlo, de manera indiscriminada, a todo el que cumpla 65 años.

El nombre mismo del sacramento ya nos señala sus destinatarios, "enfermos". A ellos viene el Señor con su gracia y su Espíritu Santo. Por eso se merece catequesis que eduquen nuestra mentalidad para vivirlo bien cuando nos llegue la hora, y saber acompañar y preparar a los enfermos para gozar del consuelo y fortaleza de este Sacramento. Se merece tratarlo en la predicación, en las homilías... Con este sacramento de la Unción, el Señor busca salvar y ayudar a toda la persona, en su cuerpo y en su alma, ya que el dolor y la enfermedad va más allá de lo corporal y físico para golpear agudamente el alma.

Con este sacramento de la Unción, la Iglesia continúa las acciones salvíficas y curativas de su Señor, que en su vida terrena pasó haciendo el bien, curando a los oprimidos por el diablo (cf. Hch 10,38) y curando a muchos de sus dolencias y enfermedades. Es decir, Cristo mismo por medio de su Iglesia, viene al enfermo hoy para salvarlo, aliviarlo, sostenerlo, y comunicarle su Espíritu Santo porque los sacramentos, lejos de ser ceremonias o discursos y moniciones, son, ante todo, actuaciones salvíficas de Jesucristo.

La Iglesia, por medio de sus sacerdotes, de los familiares del enfermo y de otros participantes, con gran espíritu de fe, ora, intercede, impone las manos y unge. ¿Qué espera? Es decir, ¿qué realiza este Sacramento, cuál es su efecto?

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