Ofrecer la centralidad del cristianismo
A veces la dispersión a la hora de predicar, catequizar o enseñar, logran que el cristianismo parezca una selva de normas, leyes y preceptos superpuestos, sin distinguir lo central de lo accesorio.
Tal vez, muchas veces empezamos la casa por el tejado y pretendemos una conversión únicamente en el plano moral, presentando los mandamientos y la ley moral que, sin sustentarse en el encuentro con Cristo, se vuelven una carga insoportable y difícil de entender. Más que ofrecer y facilitar el encuentro con la Persona del Señor, vamos hacia la periferia de lo que sería siempre una consecuencia del encuentro con Cristo. Por otra parte, un riesgo diferente hay que superar: recortar el cristianismo, adaptar el lenguaje y el contenido, únicamente a aquello que los oídos están dispuestos a escuchar. A veces hemos desdibujado el cristianismo presentándolo como una oferta ética o un mensaje sentimental, apto para lo "políticamente correcto", aquello que no provocaría ni conversión ni adhesión ni rechazo. Es decir, hemos secularizado el cristianismo para moldearlo según los criterios secularistas del mundo. Y así, definitivamente, se traiciona al Señor.
Las palabras del Papa ayudan a todos a centrarnos. Es, recordémoslo, situarnos en la perspectiva de sus encíclicas "Deus caritas est" y "Spe salvi", considerando lo central, yendo a lo principal.