La Vigilia pascual es la meta de la Cuaresma
Hemos de considerar las cosas rectamente y repetirlas tantas veces cuantas sean necesarias para integrar verdades sencillas que suponen un cambio de conducta.
En este caso concreto, la repetición es decir y reiterar, a tiempo y a destiempo, que la Cuaresma que vivimos está enfocada a la Pascua, a los cincuenta días de Pascua que se inauguran con la Santísima Vigilia pascual, la noche santa de la Resurrección del Señor, del Sábado Santo al Domingo de Resurrección. No todo es la Cuaresma ni podemos detenernos en la Cuaresma ni remarcar pastoral y litúrgicamente tanto la Cuaresma que nos olvidemos que ésta es un camino bautismal y ascético para llegar a una realidad nueva: la santa Vigilia pascual con la que inauguramos los festivos cincuenta días de Pascua. Retengamos los consejos sobre el camino que nos da san Agustín, porque realmente es esto lo que nos pasa en Cuaresma:
O con las palabras de San Gregorio Magno:
Apliquemos estas palabras patrísticas sobre el camino a la realidad que vivimos: la Cuaresma. Ésta es un camino pero un camino se recorre para llegar a una meta; en nuestro caso: la Vigilia pascual. Las cenizas que se impusieron sobre nuestra cabeza (no en la frente, ya lo sabemos) eran, por así decir, el billete para este viaje o, mejor, la entrada para asistir a algo grande. Igual que con tiempo se compran las entradas para un buen concierto o una visita turística a algún monumento, igual que compramos con antelación un billete de avión: después del esfuerzo de comprarlo, de custodiar para que no se nos pierda, de disponerlo todo, al final por comodidad, ¿renunciamos asistir al concierto, nos quedamos en tierra y no volamos? La ceniza es la entrada para la Vigilia pascual y durante la Cuaresma lo preparamos todo para ese gran día. Muchos recibieron la ceniza, muchos. Las prácticas de piedad se multiplicaron, como los Viacrucis. Se predicó más abundantemente con conferencias cuaresmales, con quinarios y triduos, retiros, etc. Sin embargo, la Vigilia pascual ve mermada aún la asistencia y participación de los fieles. Empezaron a recorrer un camino y se detuvieron en él contemplando el paisaje. La meta de la Cuaresma es llegar santamente a la Vigilia pascual. Ahora es momento de iniciar a los fieles y animarlos e invitarlos a la santísima Vigilia pascual; predicar de ella, hacer alusión a la Vigilia al hilo de la Palabra de Dios, enseñarla en catequesis de adultos, disponer tal vez algunos retiros cuaresmales con los textos y ritos de la Vigilia para irlos glosando y meditando. No olvidemos que desde el Miércoles de ceniza la santa Vigilia pascual debe estar en el deseo de los fieles como un clamor interior. No perdamos la perspectiva de qué es la Cuaresma y de su fin y objeto: un camino para llegar a una meta, la Vigilia pascual. Allí debemos encontrarnos una multitud de católicos cantando y viviendo la gloria del Resucitado. ¿Nos hacemos ya a la idea? ¿Animaremos a todos para que participen en ella, "aunque no tengan costumbre"? ¿Los acompañaremos para que no les dé pereza salir de casa por la noche y asistir al Oficio bellísimo? ¿Empezaremos todos a darnos cuenta de cuál es el tesoro y el corazón de la Iglesia, su Vigilia pascual? ¿Qué os parece si empezamos desde ya este apostolado por la Vigilia pascual, una Campaña pro-Vigilia pascual, en homilías, catequesis, formación, retiros, blogs? Y por si queda dudoso, o por si viene alguien por una búsqueda de Google iniciándose en la fe, la Vigilia pascual es la celebración nocturna que transcurre en la noche del Sábado Santo al Domingo de Resurrección.