Escrito por el Hermano Federico Plumed (1943-2013)
Ignacio Trías, última noche en prisión (4)
[Tras el estallido de la Guerra Civil los frentepopulistas convirtieron el Castillo de Montjuic en prisión y lugar de fusilamiento, haciéndose famoso el Foso de Santa Elena, donde fueron ejecutados militares, sacerdotes, conservadores, jóvenes falangistas, estudiantes, empresarios, requetés y todos aquellos que fueran considerados de derechas. En este lugar fue emplazado tras la guerra un Monumento a los caídos en memoria de los fusilados. En la imagen sobre estas líneas: entre los grafitis pintados en las paredes del Castillo de Montjuic aparecen calendarios de meses escritos en las paredes por los presos].
Condenado
23-mayo-1938. Regreso a Barcelona desde el campo de trabajo nº 3 de Omells de Nagay para ser juzgado. He pasado mucha hambre. He visto cosas tristes. He visto fusilar a unos jóvenes y me ha llegado al alma. Yo quiero decir siempre la verdad y la diré.
25-mayo-1938. Ignacio es juzgado en el Palacio de Justicia y el fiscal pide para él y sus compañeros quince años de prisión. A mí me condenarán a muerte y me fusilarán. Madre, no desespere, suceda lo que suceda. Si me ejecutan es que Dios lo permitirá así. He obrado siempre con la mayor rectitud de intención. No me he dedicado al espionaje: lo único que he hecho ha sido ayudar a quien me ha sido posible, he salvado la vida de muchas personas. Estoy satisfecho. De ser ahora, haría lo mismo.
25-julio-1938. Los condenados a muerte son conducidos a la galería de políticos. Ignacio acepta la pena de muerte, al principio con resignación, luego con tranquilidad y gozo. Y la última noche con júbilo.
Animoso. Los quince últimos días: del 25-julio 1938 al 10-agosto-1938.
El ambiente en la galería de políticos cambió al llegar Ignacio. Se organizan juegos, carreras y saltos de cuerda. Cada día sesión de gimnasia y ensayo de comedias.
26-julio-1938. Lee el oficial la lista del grupo que van a ser ejecutados. A la una de la madrugada llegan las familias para hacer la última despedida. Dos condenados se casan esa noche. Al amanecer, uno de los que iba a ser ejecutado, sacerdote, les celebra la santa misa y comulgan los demás. Los que se quedan con Ignacio rezan el santo rosario para sostener a sus compañeros que serán ejecutados.
Por la mañana se celebra la misa y acción de gracias con las oraciones de la Guía del Cristiano y por la noche rezaban el Rosario por grupos. El día de San Ignacio escribió a su hermano Juan, que estaba en el frente nacional.
Para Juan: Que no se piense en hacer nada a nadie y que no se haga caso de lo que expliquen. He obrado bien y con rectitud y de ninguna manera se me pueden imputar hechos de otros. No tengo ninguna mancha de que avergonzarme. Abrazadlo de mi parte. Es el destino de Dios. ¡Viva Cristo Rey!
Sonriente. Última noche
10-agosto-1938. Por la galería corren noticias tristes. El consejo de ministros ha confirmado las penas de muerte, después del empate. El voto de privilegio de Negrín ha inclinado la balanza hacia la ejecución. Serían fusiladas sesenta y tres personas en Montjuïc. A las 12 de la noche lee el oficial la lista de los treinta y uno que van a entrar en capilla.
Rovira, este es el mejor momento para que me hagas el retrato, pues dejaré un buen recuerdo.
Mientras dibujaba pude embeberme del rostro bondadoso y sereno de Ignacio, quien dentro de unos momentos sería mártir.
El Vicario General, P. José María Torrent, filipense, fue a la Modelo para que el mayor número de sacerdotes atendiera a los condenados. Confesó y bendijo a Ignacio.
Acaban de comunicarme que dentro de pocas horas seremos ejecutados. Aprovechemos las pocas horas que nos quedan de vida para prepararnos como es debido.
Desde aquel momento le vimos sonriente, no perdió la calma y la serenidad, sino que recibió la noticia con gozo y alegría.
Cartas de Ignacio
Amigo Jorge: No te escribí porque era demasiado lo que tenía que decirte. Me voy al cielo. ¡Por Cristo! Jorge: Te repito que no tengo palabras para decirte lo que siento. Trabaja y prospera, sé feliz, da recuerdos a tus padres, a Nuria, a tus primas y tíos. Que todos me perdonen y rueguen por mí, que yo también lo haré por vosotros. Diles que no escribo, que no puedo. La hora está ya cerca de mí, ya se harán cargo. ¡Viva Cristo Rey! Un abrazo de tu amigo. Ignacio.
Amigo Santiago: Gracias por tu carta y piensa que tu ejemplo ha servido de mucho para mí. Que Dios te dé vida para que puedas dirigir la Congregación, pero ¿para qué hablarte? ¡ya sabes cuánto te quiero decir!... Muero por Cristo, e intercederé por todos y por la Congregación. Un abrazo de tu amigo. Ignacio.
Querida Rosita: Me voy al cielo, ¿tienes envidia?... ¡No, eres demasiado buena! Te prometo que rogaré por ti. Tú, ¿también lo harás? Un fuerte abrazo. Recuerdos a todos los compañeros de Academia y a los Gutiérrez. Ignacio.
Estimado Agustín: Me voy al cielo y espero de ti que procurarás seguir los dictados de tu corazón de verdadero católico y te acordarás de mí, como yo lo haré de ti. Te dejo el encargo de despedirme de todos. Ignacio.