Viernes, 29 de marzo de 2024

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Tu Matrimonio como Dios lo pensó.

Compasión y misericordia. Comentario para Matrimonios: Marcos 1, 40-45

por ProyectoAmorConyugal.es

EVANGELIO

La lepra se la quitó, y quedó limpio.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que sirva de testimonio».
Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor.

 

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Compasión y misericordia.

Una cosa es la compasión, y otra la misericordia. Hoy en día, lo habitual es tener compasión por los más desfavorecidos, pero un poco de lejos, “solidarizándose” con su dolor y quizás sacando alguna pancarta por las calles para que las autoridades hagan algo. Eso sería compasión, pero misericordia es implicarse para sacarle de donde está.
Misericordia no es tampoco transigir con todo, tolerarlo todo vaya a ser que se sienta señalado aquel que se autodestruye por su desorden, por ir en contra de la voluntad de Dios. Porque tolerar es casi lo mismo que decir: Todo está bien y “cada uno que haga lo que quiera”. Por el contrario, la misericordia consiste en pringarse por el otro para sanarle, aunque por ello me persigan o me aíslen. Esto es lo que hizo Jesús, que tocó al leproso y ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, según se cuenta en este pasaje del Evangelio.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Álvaro: Conozco casos de esposos que son incompatibles, otros que no se quieren casar por experiencias que han vivido con el matrimonio de sus padres, otros que han sido abandonados por sus esposos… La Iglesia tiene que dar respuesta a todos estos casos, que son los que hay hoy en día en la sociedad. Dios es misericordioso y seguro que acepta a todos éstos y los acoge.
Carmen (Esposa de Álvaro): Hombre no, Álvaro. Los sacramentos son el fruto fundamental de la misericordia de Dios. Son fruto del costado traspasado de Cristo por la lanza, habiendo muerto en la Cruz. Es el precio que pagó Dios por ellos, y pretenden traernos una gracia sobrenatural que sea más fuerte que cualquier pecado.
Álvaro: Ya, pero cuando el matrimonio está roto y no hay nada que hacer… La Iglesia tiene que ofrecer alguna salida.
Carmen: Hay un sacramento que se llama “Matrimonio” y que Dios lo ha creado para sanar a los que conviven sin casarse, a los que se creen incompatibles y a los que han sido abandonados por sus esposos y a los casados que conviven con una pareja que no es su esposo. Sí, estos últimos pueden volver con sus esposos si cuentan con el poder de Dios. Todos esos casos, que a nuestro juicio podamos llegar a creer que son imposibles, la misericordia de Dios los hace posibles. Quiere rescatarlos a todos para que por Su sacramento puedan vivir la misma unión indisoluble de Dios con nosotros. Es posible, y sólo le detiene una cosa: La dureza de nuestro corazón. Dios es misericordioso, pero tenemos que querer acoger Su misericordia. ¿Tú estarías dispuesto a dar la vida por sanar uno sólo de esos casos y que se respondiesen a la unión indisoluble que Dios hizo para ellos? Eso sería tener misericordia.
Álvaro: Ahora entiendo lo que es la misericordia. Unos hablan y defienden ideologías y otros se pringan para salvar y devolver al camino de la gracia las ovejas que están perdidas. Creo que, este que dices, es el verdadero camino de la misericordia de Dios. Si no creemos los cristianos en el sacramento del matrimonio ¿quién va a creer?

Madre,

¿Cuántos hay dispuestos a pringarse? ¿Cuántos hay dispuestos a entregarse por los matrimonios heridos aun a riesgo de ser criticados y excluidos? Misericordia quiero y no sacrificios, decía el Señor. Alabado sea por siempre, por Su Misericordia.

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