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EVANGELIO

«¿Qué quieres que haga por ti?» «Señor, que recobre la vista».

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 35-43

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna.

Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:

«Pasa Jesús Nazareno».

Entonces empezó a gritar:

«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».

Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:

«¡Hijo de David, ten compasión de mí!».

Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.

Cuando estuvo cerca, le preguntó:

«¿Qué quieres que haga por ti?».

Él dijo:

«Señor, que recobre la vista».

Jesús le dijo:

«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».

Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios.

Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Palabra del Señor.

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¿Va demasiado bien?

Jesús sabía perfectamente qué le pasaba a este ciego, pero Él dice: “traérmelo”, e inicia una conversación con él. Jesús abría relaciones con las personas que le rodeaban. No se limitaba a curarlos de lejos, sino que buscaba la cercanía con ellos, les preguntaba… Dios busca la relación con nosotros, busca el acercamiento a nosotros y por supuesto, nuestra salvación y nuestra sanación. Es un Dios cercano que ni siquiera se atribuye los méritos: Él lo sana, y luego le dice “tu fe te ha salvado”. Es Él quien lo ha salvado, pero señala a la fe de aquel hombre como la causa de su salvación. Un Dios cercano y humilde. Así es mi Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carlos: Alicia, me da pena cuando escucho a la gente decir que les da un poco de miedo, porque últimamente las cosas les van demasiado bien y eso significa que Dios tiene que estar a punto de enviarles una desgracia.

Alicia (esposa de Carlos): A mí también. Eso es porque no conocen a Dios. Lo cierto es que si en tu vida no hay sacrificio, tarde o temprano te la vas a pegar, no porque Dios te mande algo, sino porque la vida es una lucha y si no la tienes es porque no vas por el camino de Dios, que es distinto.

Carlos: Es cierto. A nosotros nos cuesta un sacrificio enorme seguir al Señor, en nuestro autodominio, en sacar ratos de calidad para la oración y los sacramentos, también para nosotros, en nuestra entrega a los demás… Es una vida cansada, pero… maravillosa. De Dios recibimos alegría, paz, paciencia, bondad… Él no nos puede enviar nada malo.

Alicia: Qué pena que no lo conozcan. Dios es un Padre generoso y tierno, un Hermano cercano y entregado hasta el extremo y un Paráclito que ilumina nuestro corazón. No puede haber nadie más bueno ni más Santo, que nos ame como Él.

Madre,

Cuánto te debe doler que tus hijos no conozcan a Dios. Nosotros queremos consolar tu corazón amándole tanto como nos sea posible. Alabado sea el Señor. Un Dios humilde y cercano.

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