El arzobispo Joseph Kurtz, que llegó a ostentar la presidencia de los obispos de EEUU, es uno de los prelados más concienciados en favor de la vida. Tiene un hermano, ya fallecido, con síndrome de Down y ha llegado a acudir a rezar frente a los abortorios, algo que está camino de ser penado con cárcel en España.

Kurtz es, por tanto, muy sensible a todas las cuestiones relacionadas con la discapacidad, y en un programa de EWTN que recoge Catholic News Agency, cuenta una anécdota que vivió con una niña de seis años que le hizo una pregunta: “¿por qué mi hermano nació con autismo?”.

El arzobispo de Louisville (Kentucky) respondió: “bueno, ya sabes que cuando tú y yo lleguemos al cielo, y espero que los dos lo hagamos tenemos muchas preguntas que hacer”.

Además, el prelado contaba que le preguntó a la niña si amaba a su hermano. Ella dijo que sí. Fue entonces cuando le comentó: "Una cosa que sabemos que no tenemos que preguntar es que tú y yo seremos cambiados por el amor que tenemos por nuestro hermano".

Ese es un regalo por el que ya puedes comenzar a darle las gracias a Dios”, dijo cariñosamente Kurtz a esta niña.

De este modo, el arzobispo estadounidense habló de su propia experiencia personal. Su hermano mayor, George, vivía con síndrome de Down. También es la razón principal por la que el arzobispo ejerce hoy como moderador episcopal de la Asociación Nacional Católica sobre Discapacidad.

“No puedo imaginarme a dos hermanos que se llevaran mejor que nosotros dos”, comentaba el arzobispo Kurtz. Por ello, recalcaba que “una de las cosas que aprendí es que 'la vida no es un problema a resolver sino un misterio a vivir'”, citando al filósofo danés del siglo XIX Søren Kierkegaard.

Joseph Kurtz, con su hermano, al que se lo llevaba a las parroquias en las que era destinado y que revolucionaba con su alegría

El arzobispo destacó que quienes pasan tiempo con personas con discapacidad reciben más de lo que dan. “La realidad es que cuando estamos con alguien, y especialmente con alguien tiene una discapacidad, esa persona tiene mucho que enseñarnos”, concluyó.

De hecho, recordó que la Iglesia misma aprecia la belleza de cada persona humana.

“El fundamento de la enseñanza de nuestra Iglesia es muy simple y esa es la gran dignidad de cada persona. No medimos a las personas por la cantidad de dinero que tienen o cuál es exactamente su trabajo, por lo tanto, ya sea que una persona viva con una discapacidad o no, esa persona es genial a los ojos de Dios y, por lo tanto, tratamos a cada persona como preciosa".

Las personas con discapacidades pertenecen a la Iglesia Católica como todos los demás. En 2018, los obispos reafirmaron la declaración que pide a la Iglesia acoger e incluir a las personas con discapacidad. "Comenzamos a hablar no de la discapacidad como un problema, sino de la persona como un regalo", señaló.

Así, agregó que “el hecho de que esa persona reciba los sacramentos no solo es bueno para la vida espiritual, el bienestar y el alma inmortal de esa persona, sino que también es bueno para el cuerpo de la Iglesia, el cuerpo de Cristo”.