Las pantallas forman parte ya del paisaje de la abrumadora mayoría de las familias. Móviles de última generación, tabletas, grandes televisiones.... En tan sólo unas décadas la vida familiar ha sido totalmente transformada por la llegada de estos dispositivos electrónicos.

El debate sobre su uso y abuso está servido. Y el riesgo es palpable, pues son ya muchas las víctimas, no sólo entre los niños sino también para los propios padres. Un hecho fundamental es ser conscientes de que la tecnología, que tiene ventajas evidentes, debe ser bien utilizada porque puede afectar seriamente no sólo al aprendizaje de los niños sino a la unidad de toda la familia.

Una de las personas que mejor conoce esta realidad es el psicólogo clínico Nacho Calderón, fundador y director del Instituto de Neuropsicología y Psicopedagogía Aplicadas (INPA). Lleva 28 años trabajando con niños y jóvenes, y sus familias. En los últimos años ha visto con sus propios ojos como las pantallas han sido parte los problemas que él ayuda a resolver o han agravado los síntomas.

Por ello, la Fundación EUK Mamie, en el bloque de "Entre profesionales", ha lanzado la serie "Pantallas y educación", donde Calderón hablará en profundidad de este asunto:

Los temas a tratar serán estos:

1.- Tecnología en la educación: ¿cuál es el problema?

2.- Impacto de las pantallas en la educación de la voluntad.

3.- Pantallas vs. relaciones interpersonales.

4.- La «falsa vida» de las redes sociales.

5.- El problema del móvil.

6.- Violencia digital.

7.- Familia en la era digital.

En esta primera parte, Nacho Calderón habla de su propia experiencia profesional pues “ser el psicólogo de niños es ser terapeuta de familia”. Cuando inició su carrera la tecnología no era un problema porque sólo existía la televisión, había una por casa y apenas cinco o seis canales.

La tecnología ha entrado en la vida de las familias y todo lo que entra en una vida llega con sus virtudes y sus defectos. Y así de repente aparecen los problemas”, explica este madrileño.

Este experto afirma que existe la necesidad de hablar del papel de las pantallas en la vida de las familias, y cómo están modificando la forma de educar a los hijos. Y lo fundamental es que estos dispositivos sean utilizados para el beneficio de las familias y no como un estorbo a esta tarea de educar. Y hoy por hoy en muchos hogares la tecnología lejos de unir separa.

Calderón afirma que no se trata de dar o no dar un móvil o tableta a un niño sino que hay que enseñar a utilizarla bien. En su opinión, “la pantalla tiene un peligro en general, desde la televisión al móvil, y es que su simple uso no es nocivo. Eso es un peligro. Es difícil que dejemos un cuchillo a nuestros hijos de manera libre, o que le demos las llaves del coche al niño con 14 años porque sabemos que hay un riesgo intrínseco en el uso de esa herramienta. Sin embargo, no hay un peligro intrínseco en el uso de una pantalla. Entonces eso ya produce cierta relajación”.

Pero además, este neuropsicólogo advierte que “la pantalla también tiene un peligro de cara a la familia en general y es que no es una herramienta específica de los niños sino algo propio de la familia. También nos cuesta pensar el considerar la pantalla un peligro si en realidad yo la llevo en el bolsillo, y mientras están mis hijos haciendo deberes o están jugando yo estoy con la pantalla. Esto le cuesta mucho a los padres”.

De hecho, Nacho Calderón incide mucho en los riesgos también para los padres pues el debate abierto se centra en muchas ocasiones únicamente en los niños. Pero el problema es familiar. “Cuando hablamos de peligros de las pantallas no es sólo el peligro para los hijos es que también es un peligro para ti, para tu vida matrimonial, para tus relaciones sociales, para tu atención. Es que la atención de los papás se ve mermada por la pantalla, o tiene efectos en la memorización…”.

Los padres deben tener estos hechos en cuenta y calibrar los pros y los contras de las pantallas para así dar un buen uso a los dispositivos. Y es que muchos padres se quedan en el inicio y con las dos típicas preguntas: ¿a partir de qué edad le puedo dar el móvil? ¿Cuánto tiempo puede estar viendo la pantalla?

Los padres quieren cifras y así quedarse más tranquilo, pero Nacho Calderón avisa que hay que ir más allá del “numerito”. “Lo primero que hay que pensar no es a partir de qué edad tienen el móvil sino a partir de qué edad podemos incorporar las pantallas en la vida de los niños”, señala.

De hecho, explica que “hoy sabemos que el niño percibe el mundo de una manera muy distinta a como nosotros lo percibimos. Y esto no significa que vean cosas diferentes, la imagen que ven es la misma, también el sonido, pero el procesamiento de esa imagen y sonido es completamente distinto”.

Y pone el ejemplo de un experimento con niños de dos y tres años en una sala. “Se esconde un juguete debajo de un cojín. El niño lo está viendo, le dicen que busque el juguete, va detrás del cojín, saca el juguete y se lo lleva. Luego hacen lo mismo en una pantalla. La mamá a a través de la televisión que está en una sala mete el juguete debajo del cojín y le dice vaya a a esa sala y busque el juguete. Y el niño no sabe encontrar el juguete. El niño entra y busca por toda la sala pero no va directo al cojín porque ha procesado la imagen de una manera muy simple”, relata.

En su opinión, “este experimento tan simple demuestra cómo los niños no dan el significado equivalente al nuestro cuando ellos ven la pantalla. Por eso no debemos exponer tempranamente a los niños” a estos dispositivos.

“Esto ya cambia la forma de educar”, avisa. Y pone un ejemplo que se ve mucho. Una familia va tomar algo a un bar y para que el niño se porte bien se le da el teléfono móvil, incluso cuando son pequeños que van en el carrito. “Ese pequeño ya está siendo expuesto a las pantallas y ya la forma de educar es diferente”, agrega Calderón.

Muchos padres se defienden afirmando que es la única forma de que los niños no molesten y los padres puedan tener un rato de tranquilidad en la terraza del bar. Él les responde: “cuando salimos en familia no salimos para estar un rato descansados, salimos para estar en familia, y estar en familia cuando tienes niños chiquitos es un no parar, un no descansar, no puedes centrarte en una conversación. Para eso tienes que buscar una niñera y que vaya a casa, o una abuela o una tía, y sales dos horitas con tu mujer, que es también muy necesario. Pero si sales con los niños no quieras las dos cosas. Sales precisamente para educar a los niños. Porque si no se exponen a los niños a esos peligros de que no deben correr entre las mesas o tocar lo que no es suyo, ¿cuándo les enseñas que eso no se puede hacer? Les has tenido atados químicamente todo el día porque las pantallas tienen un efecto químico en el sistema nervioso, y luego llegaran a los 16 años y no sabrán que no se puede estar dando gritos…”.

Por ello, este psicólogo concluye asegurando que si a las pantallas se les da “su espacio en la familia va a ser muy útil, sino le damos su espacio, cuidado, porque la pantalla se come a la familia”.