Para los jainistas, seguidores de esta antigua religión india, el sallekhana o santhara es visto como la mejor manera de borrar todos los pecados y el karma, la liberación del alma del ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento.

Sallekhana es un ritual rápido hacia la muerte que los jainistas ven como la "culminación de la vida como ascetas".

Insisten en que no es un suicidio. Pero ¿debería el gobierno indio permitir esta práctica?

Un tribunal falló que ninguna práctica religiosa puede permitir que uno se quite la vida, lo que desató protestas. 


El jainismo es una de las religiones más antiguas del mundo y los monjes llevan una vida de extrema austeridad y renuncia.

"Hay que entender que para nosotros la muerte está llena de emoción", le explicó una monja jainista al historiador británico William Dalrymple para su libro Nueve vidas.

"Adoptas el sallekhana no por desesperación con tu antigua vida, sino para ganar y alcanzar algo nuevo. Es tan emocionante como visitar un nuevo paisaje o un nuevo país: nos sentimos entusiasmados ante una nueva vida, llena de posibilidades", agregó.

"El suicidio es un gran pecado, el resultado de la desesperación. Pero sallekhana es el triunfo sobre la muerte, una expresión de esperanza... Con el suicidio, la muerte está llena de dolor y sufrimiento. Sallekhana es una cosa hermosa. No hay ninguna señal de angustia o crueldad", insiste.

Pero un tribunal de la India no lo ve así.


A principios de este mes, en respuesta a una petición de interés público interpuesta hace nueve años por un abogado, el Tribunal Supremo del estado norteño de Rajastán dictaminó que las autoridades deben tratar esta práctica centenaria como intento de suicidio y su incitación algo punible con arreglo a la legislación india.

La eutanasia también está prohibida en el país.

Los jueces dijeron que ninguna práctica religiosa puede permitir que uno se quite la vida. El tribunal solicitó al Estado "detener y abolir" la práctica conocida como sallekhana.

"Cualquier denuncia realizada a este respecto será registrada como un caso criminal e investigada por la policía", advirtieron los jueces.

Este planteamiento ha suscitado inquietud entre esta comunidad.


Poonam Chand Bhandari, un abogado que profesa el jainismo, presentó una apelación contra la sentencia argumentando que la práctica es un "modo sublime, puro y prístino de renunciar al mundo sin ningún tipo de rencor hacia nadie".

"No es ni la autodestrucción, ni se trata de una muerte forzada. La muerte es inevitable; es una verdad universal. En caso del santhara, hay un propósito espiritual, que es para la autopurificación, para la autorealización y para la elevación del alma", explica Bhandari.

Se calcula que unos 300 jainistas mueren anualmente en India en esos ayunos y sus muertes suelen ser celebradas públicamente la comunidad.

Según el periódico Times of India, cerca de 400 jainistas optaron por la práctica de sallekhana en dos barrios de la ciudad occidental de Bombay en los últimos siete años.

Hay más de 4 millones de jainistas en la India, la mayoría en los estados de Rayastán, Guyarat, Madhya Pradesh y Karnataka.

Según Bhandari, la mayoría de los miembros de la comunidad que ayunan hasta la muerte están en edad avanzada y a menudo sufren de enfermedades.

Su propia madre, dice, dejó de comer y beber agua y murió en paz a los 86. Pero la monja del vívido relato de Dalrymple, contó que su amiga decidió tomar sallekhana a los 36 años después de caer enferma, primero con tuberculosis y luego con malaria.

El ayuno es algo común en otras religiones, los musulmanes no comen ni beben durante el mes sagrado del Ramadán, los cristianos ayunan durante la Cuaresma, los judíos no comer durante el Yom Kipur y los hindúes ayunan en varias ocasiones. Pero en ninguna de las religiones se ayuna hasta la muerte por inanición.

Los opositores al sallekhana dicen que esta práctica es una violación fundamental de la Constitución india, que garantiza el derecho a la vida, pero no la muerte. Entonces, ¿la práctica tiene ningún lugar en la sociedad moderna?

Shekhar Hattangadi, que hizo un documental sobre el tema, señala que la polémica es un reflejo del conflicto entre las leyes penales de la época colonial y su sociedad basada en la fe. "El concepto de suicidio asociado con la religión es algo repugnante para los anglosajones de Occidente, cuyas creencias judeo-cristianas que denuncian este tipo de actos como la antítesis de los principios morales y éticos propugnados por el cristianismo", escribe.

Otros como el académico Pratap Bhanu Mehta se hacen eco de un sentimiento similar.

Mehta considera que el fallo del tribunal "va en contra de la identidad de una religión cuyo principio fundamental es la reverencia a la vida y es una práctica cuyo daño, en la mayoría de los casos, no es evidente".


Mehta señala que los jainistas necesitan una conversación sobre las condiciones en las que debe permitirse santhara.

Pero el Estado, argumentó, no puede referirse sólo a la muerte.

"Una cosa es que el Estado proteja la vida y promueva la justicia. Otra, abordar las distintas formas en las que puede ser interpretado el significado de la vida y la muerte. Por desgracia, el dictamen justo hace eso", dijo.

Los jainistas seguramente estarían de acuerdo con el escritor japonés Haruki Murakami.

"La muerte no era todo lo contrario de la vida", escribió. "Ya estaba aquí, dentro de mi ser, siempre había estado allí y ninguna situación me permitiría olvidar eso".