“¿Cuáles son las verdaderas fuentes de la reforma de la Iglesia? ¿Es oportuno que los obispos españoles renueven la consagración de España al Corazón de Jesús, en un Estado aconfesional? ¿Puede hoy haber partidos confesionales? ¿Cuál debe ser el papel de la jerarquía ante el nacionalismo? ¿Cómo ser fieles a Roma, en la letra y en el espíritu, en lo esencial sin mimetismos, en lo fundamental sin seguidismos, en lo importante sin mediocridades? ¿Cómo integrar, en un pastor, su vida de oración y sus decisiones públicas? ¿Es hoy legítimo seguir hablando de lo consustancial de lo español y lo católico? ¿Hasta qué punto fue la Iglesia el motor de la identidad española, o lo fueron los elementos económicos, políticos y sociales? ¿Qué queda hoy de la España católica? ¿Cómo han de ser las relaciones de la Iglesia con el Estado, en el siglo XXI?”.

Gonzalo Pérez Boccherini Stampa, sacerdote, teólogo, profesor universitario y párroco, plantea estas preguntas en la segunda página de su Introducción a este libro de 966 páginas, que, gracias a la gentileza de mi buen amigo Pablo Cervera, he tenido la suerte de poder leer estos días, y que recoge lo medular de la tesis doctoral que don Gonzalo defendió en San Dámaso en 2022. Dice que, ante tales preguntas y muchas otras, “bucear en el pensamiento de Don Marcelo puede resultar iluminador”. Y bucea -se ha tenido que pasar mucho tiempo buceando, y a mucha profundidad-, y no se pueden imaginar ustedes hasta qué punto resulta iluminador su buceo. Lo esencial del libro ya está en su propio título: El alma católica de España, y en su subtítulo: El pensamiento del cardenal Marcelo González Martín.

Seguramente será por don Marcelo; desde luego que, también, por el buen hacer del autor, pero lo cierto es que hay muy pocos libros de 966 páginas que se lean con tanto gusto y tanto provecho. Escribe el cardenal Rouco Varela, en su jugoso prólogo, que “Don Marcelo es una de las figuras más egregias del episcopado español de la segunda mitad del siglo XX... y representa una de las versiones sacerdotales y pastorales más luminosas de lo que podríamos -y deberíamos- llamar 'el modelo de obispo del Concilio Vaticano II', en su realización concreta en la España contemporánea, tanto en la vida de la Iglesia, como en la de la sociedad española”.

A Don Marcelo quiso llevárselo Dios con Él, aquel 25 de agosto de 2004; han pasado casi veinte años, durante los cuales han muerto muchos cardenales y obispos. ¿De cuántos de ellos hay tesis doctorales y se puede decir otro tanto?

En estas justas y muy lúcidas páginas está todo Don Marcelo, o, por lo menos, casi todo, y sólo su fiel y leal secretario, Santiago Calvo, en la esperada biografía que ha escrito sobre Don Marcelo, puede colmar ese “casi”.

Basta asomarse al índice para sucumbir a la tentación de leerlo, mientras el alma católica de España acaba de estallar en las calles y plazas de España en la Semana Santa. (Don Marcelo decía que lo de Semana Santa, o lo de Navidad, en España es maravilloso, pero que lo de cada día ya es otro cantar...): su actitud hacia España, Don Marcelo ante el problema de las dos Españas, ante el tradicionalismo, ante la República y la época de Franco, ante la Transición y la democracia y las primeras elecciones, ante la Constitución de 1978, ante la ley del divorcio y la libertad de enseñanza… y, con datos fiables, de primera mano, sin esconder nombres ni apellidos, ni de curas catalanes, ni de nuncios, cardenales y obispos, ni de políticos socialistas, ni de nadie. Si usted quiere saber qué queda y qué puede quedar de la España católica en el alma católica del pueblo español, tiene que leer, y no se arrepentirá, este libro tan bien estructurado, tan logrado en sus clarividentes síntesis y conclusiones y tan lleno de respuestas. Para mi gusto, falta una pregunta: ¿qué diría, y sobre todo, qué haría Don Marcelo, en esta primavera española de 2023, “con la que está cayendo”, que decía el otro?

Puede ser una sugestiva invitación al autor. A lo mejor le basta con recordar a Don Marcelo de rodillas, en su catedral primada, ante Nuestro Señor expuesto en la prodigiosa Custodia de Arfe, o en la fascinación del Corpus por los recovecos toledanos aledaños de Zocodover… o en la oración de Don Marcelo a la Inmaculada Concepción, Patrona de España, “pues que de servirte, Señora, bien vale abrazar milicia...”