Mystic Monk Coffee es una marca que permite ayudar a una buena causa y al mismo tiempo saborear un café de primera.

Distribuye los granos que tuestan los monjes carmelitas de Wyoming, que tienen en esa actividad una de las fuentes de financiación para un proyecto mucho más ambicioso: la construcción de un gran monasterio de estilo gótico al pie de las Montañas Rocosas.

Y todo, en buena medida gracias al hermano Java, el experto de la comunidad en la selección de los granos para crear un café de gourmet, y en darles el tostado preciso para -dice la publicidad de la marca- "hacerte estremecer de gusto".

Si esto es así, los monjes tendrán conseguido buena parte de su objetivo. Aunque no nacieron, obviamente, para cultivar café. Esta comunidad (Monjes de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo) se creó en 2003 en la diócesis de Cheyenne para continuar la tradición eremítica de los carmelitas, y de ahí que escogiesen para establecerse un lugar apartado, al norte del estado de Wyoming, para llevar una vida de soledad y silencio.

En 2009 se creó la Fundación Nuevo Monte Carmelo para construir el citado monasterio, y no por capricho, sino porque el continuo fluir de vocaciones lo ha hecho imprescindible. La mayor parte de los nuevos monjes tienen entre 18 y 30 años, y se forman en las tradiciones carmelitas -incluida su propia liturgia- y en la espiritualidad de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita del Niño Jesús, en un ambiente de penitencia, trabajo y oración.

El objetivo de la ubicación planeada no es otro que facilitar, afirma la Fundación, "la vivencia en plenitud de las vocaciones contemplativas de estos jóvenes". Y ciertamente la naturaleza, en uno de los parajes más bellos de los Estados Unidos, ayuda a ello.

Una taza de buen café, por supuesto, también, que para orar hay que estar bien despierto.