Ayer, primer domingo del mes de mayo, celebramos el Día de la Madre. Junto a los gozos y alegrías que, gracias a Dios, invaden muchas veces el corazón de las madres, pensaba hoy en el dolor desgarrador que el sufrimiento de los hijos produce en ellas y me venían a la mente una poesía y una imagen.



La imagen es de un antiguo dibujo a carboncillo que compré hace unos meses, procedente de Europa oriental. En él puede verse en primer plano el rostro de una mujer anciana, ensimismada de dolor, mientras a sus espaldas se adivina una fila de prisioneros, a la derecha, y dos personas ahorcadas, colgando de un árbol, a la izquierda.

 




La poesía es de Kaisyn Kuliev (19171985), escritor y poeta perteneciente al pueblo balkario, de origen turco caucásico, cuya población fue deportada por Stalin en 1944. En 1954 los balkarios pudieron volver a Kabardia-Balkaria, una de las actuales repúblicas de la Federación Rusa.
 
El poeta Kaisyn Kuliev con sus hijos

Este es el poema:
 
Plañe una mujer allá en la lejanía
entonando una canción de cuna,
una canción quebrada por el miedo
eterno y la zozobra de la vida.

En todas las guerras, la primera bala
da en el corazón de las madres.
Gane quien gane el último combate,
gemirá siempre un corazón materno.

Este poema fue traducido al español por Blas de Otero. No se puede decir más con menos palabras. "En todas las guerras, la primera bala da en el corazón de las madres".

¡María, Virgen dolorosa y Madre del Redentor, ruega por todas las madres!


Juan Miguel Prim Goicoechea
elrostrodelresucitado@gmail.com