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EVANGELIO

El que hace la voluntad del Padre entrará en el reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21. 24-27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Palabra del Señor.

 

Sí y punto.

Cumplir la Palabra de Dios nos es fácil, pero aquí o ponemos toda la carne en el asador o la hemos liado bien liada. Nos lo jugamos todo a esa carta, y cuando digo todo es todo. Así que más vale que me ponga las pilas y me decida a esa determinada determinación que va a ser determinante, definitiva y detersoria. Me lo puedo decir más alto, pero no más claro. Así que, digo Sí y cuando digo Sí es que Sí. Y no tengo más que añadir.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Jaime: Luisa ¿te quieres casar conmigo?

Luisa: Si ya nos casamos hace 30 años.

Jaime: Ya, pero quiero tomar conciencia del compromiso que adopté contigo y con el Señor. Lo que te dije aquel día es muy serio, y toda mi credibilidad, mi dignidad, mi futuro, mi felicidad, mi salvación… todo depende de que cumpla con ese compromiso. Todo, todo, todo, depende de que me entregue a ti y te acoja tal como eres. Así que, vuelvo a decírtelo, ¡que sí! Que te amo, que haré cualquier cosa por ti y por tu salvación, que no me importo un bledo, porque sólo me importas tú.

Luisa: Me encanta cómo eres, Jaime. Me encanta tu determinación. Seguro que al Señor también le encantas.

 

Madre,

Sí y punto. Alabado sea el Señor.