Pensaba el otro día en que la praxis moderna invita a que los hombres y mujeres no se casen entre ellos (si son hombres con hombre y mujeres con mujeres la tendencia va a la inversa, paradójicamente; al menos por cuanto se ve en las legislaciones hodiernas de muchos países) y mucho menos a que tengan hijos. Y si por «error» la mujer resulta embarazada no hay de qué preocuparse porque está abierta la puerta al recurso del aborto que es ampliamente visto como «lo correcto» y «natural» (aunque esté en juego la vida de una tercera persona distinta a la madre y al padre y que no puede defenderse por sí misma). 

En el supuesto de que se decida continuar el embarazo pero luego no gusté cómo nació el bebé ahora la praxis se encamina a legalizar también el asesinato del niño bajo diferentes supuestos. Y esto es tan real como que en Bélgica se ha aprobado la eutanasia para menores de edad. La iniciativa de ley fue impulsada por socialistas y verdes de un país donde tiene carta de identidad el contrasentido. La «Comisión de Justicia y Asuntos Sociales» del senado la ha respaldado a finales de noviembre de 2013 y ahora sólo falta la ratificación del senado, lo que es una mera formalidad vistos los resultados precedentes.
 
Leyendo la declaración conjunta de líderes religiosos de aquel país (véase en este enlace) resulta penoso que sólo estas personas hayan sido los únicos que alzaron la voz para defender a los niños. Y es cuando el Estado facilita estas posibilidades en realidad se está orillando a considerar como menos valiosas algunas vidas respecto a otras. Porque en la mira están los niños con síndrome de down, autistas y todos aquellos que no son amados y son presentados (y vistos incluso por sus propias familias) como estorbos sociales.
 
Se dice que los niños podrán decidir acerca de su propio asesinato: supongo que a edades fácilmente manipulables se les puede orillar a cualquier cosa, más si no son capaces de ejercer -al menos por cuanto a su edad es posible- una responsable y madura decisión libre y no coaccionada.
 
Bélgica fue en el pasado uno de los primeros países en aceptar y promover el gaymonio, la eutanasia y otras tantas «libertades» civiles… No se dude que este modelo de eugenesia nazi se replicará también en otras latitudes del orbe. Las legislaciones, no lo olvidemos, también crean cultura. Y la cultura de la muerte puede derivar en unas décadas a que otros decidan la muerte de terceros. Algo aparentemente descabellado como descabellado era pensar en la eliminación masiva de seres humanos como sucede hoy.