"Una dictadura y una tiranía perfecta": así se ha referido el mandatario de Nicaragua Daniel Ortega a la Iglesia Católica durante la celebración del 43 aniversario de la policía nacional desde la cadena de televisión nicaragüense Telenica Canal 8.

Ortega, que en la misma alocución se definió como "católico", ha acusado a la Iglesia de cometer "miles de crímenes" a manos de "a Inquisición", donde según él "quemaban y asesinaban al que no pensaba como ellos".

"La Santa Iglesia Católica quemando, matando, incinerando, persiguiendo, organizando cruzadas para asesinar a los que no compartían su credo. Bendiciendo y dando una santa ordenanza cuando los conquistadores invadieron nuestras tierras", sentenció.

El mandatario aprovechó para afirmar que la Iglesia "se corrompió, denigró y mancho a Cristo", acusando a "obispos y sacerdotes" que "aprovechándose de su investidura, en vez de asumir una actitud cristiana, asumieron una actitud terrorista".

El gobernante centró su discurso en acusar a la Iglesia de colaborar con un "golpe de Estado" en Nicaragua, en base al supuesto apoyo que sacerdotes y obispos prestaron a las protestas que tuvieron lugar en 2018.

Los manifestantes "salían de las iglesias, no de todas, armados para lanzar los ataques contra los cuarteles de policía y algunos curas llamando a la gente (para) que me metieran plomo", acusó Ortega.

"Un golpe de estado, una institución como la Iglesia católica, utilizando a sus obispos aquí en Nicaragua para dar un golpe de Estado. ¿Desde cuándo los curas están para dar un golpe de Estado?", acusó.

Tras llegar a referirse a los religiosos como "asesinos", Ortega acusó a la Iglesia de ser una institución donde "todo es impuesto" y de ser "una dictadura, una tiranía perfecta".

En este sentido, demandó que los sacerdotes y obispos "empiecen a elegir con el voto al Papa, a los cardenales y a los obispos", en lo que para él sería "una revolución", "que al Papa lo eligiera el pueblo católico del mundo".

Durante las últimas semanas se cuentan por decenas los ataques que está sufriendo la Iglesia en lo que se puede calificar como una auténtica persecución.

Uno de los episodios más sonados ha sido la retención durante más de un mes en el Palacio Episcopal del obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez junto con otros sacerdotes y fieles.

Los compañeros del obispo fueron apresados en la cárcel El Chipote, que tiene fama de ser un centro que practica torturas. Se trata de los sacerdotes Ramiro Tijerino, José Luis Diaz, Sadiel Eugarrios y Raúl González; y de los seminaristas Darvin Leyva y Melquín Sequeira; además del camarógrafo Sergio Cárdenas. También está en esta cárcel el sacerdote Oscar Benavidez, de la diócesis de Siuna.

No es el único suceso: el Gobierno ha expulsado del país a las Misioneras de la Caridad, cerrado multitud de emisoras diocesanas y encarcelado a otros sacerdotes y presbíteros por ser considerados críticos con el régimen.  

Estas fueron sus palabras: